Reina en mí de noche y día
Porque a mí ná me divierte
No encuentro más alegría
Que el rato que vengo a verte
Porque a mí ná me divierte
No encuentro más alegría
Que el rato que vengo a verte
(Enrique Morente)
En la contraportada de este libro se desliza una frase referida a la protagonista que bien podía aplicarse a la autora: "no sabe qué esperar de su vida". Más allá de ser la reina de un grupo de intelectuales y artistas; más allá de una privilegiada situación social y una desgraciada vida familiar; más allá de un talento reconocido para la observación; más allá de la creación de un lenguaje propio, escrito en una habitación propia y en un jardín bajo el sol poniente...más allá de todo, Virginia Woolf fue una mujer que no sabía qué esperar de su vida. Esta característica, común a otras personas pero mucho más acusada en la gente de temperamento artístico que no tiene la obligación de fregar el suelo y tender la colada, hace evidente que la esperanza está casi ausente de tu visión. Para mantener una actitud esperanzada hay que colorear el objetivo, señalar la meta. En una reunión de ejecutivos Virginia sería el ejemplo de lo que no debe ser, de lo que no debe hacerse. Por eso, o a pesar de eso, logró enhebrar una gavilla de obras, novelas, cuentos y crítica literaria, cuya influencia en la literatura es mucho mayor que su propia extensión. Con Virginia, todo se comprende mejor. Aunque se corre el peligro de que su avasalladora personalidad oculte sus obras y las conviertan en un añadido de una biografía que podría arrasar en audiencia en una serie de varias temporadas de Netflix.
Pero hay que hablar de "Noche y día" y esa dualidad tiene sentido más allá del título, como bien entendió el maestro Morente con esa letra que antecede este comentario. En "Noche y día" está Katherine, tan llena de atributos como indecisa, fascinada por los números y sumergida en las palabras, otra forma de oposición de contrarios que terminan por encontrarse. Contar piezas de una cubertería, contar la historia de una cubertería. El problema de Katherine es que, como todos nosotros, pretende encajar en alguna parte, porque aceptar que estás permanentemente en el extrarradio no tiene la menor gracia. En esa búsqueda de un lugar en el sol aparecen otros tres jóvenes, a modo de cuarteto, porque Virginia, igual que Katherine, era mucho de cuartetos, pues parece que no era suficiente el dúo y quedaba bastante incómodo el trío. William, el hombre de letras; Mary, la joven sufragista; Ralph, el abogado sin recursos, todos ellos giran y se entrelazan como en una coreografía perfecta alrededor de la inmensa Katherine, atisbando desde lejos o desde cerca, que posee cosas que ni ella misma aprecia. He ahí todo.
Noche y día
Virginia Woolf
Editorial Montesinos
Traducción de Rafael Accorinti
2023
Dedicatoria: a Vanessa Bell (hermana muy querida de Virginia, la Cassandra de Jane Austen)
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