A veces vuelvo a la señora Dalloway
En un rapto inexplicable, he vuelto a comprar "La señora Dalloway" en otra edición distinta. Ha sido como si nunca antes la hubiera conocido y mucho menos leído. En realidad, cada vez que la leo Clarissa es otra persona porque yo soy otra persona. Así funciona este juego libro-lectora. Clarissa es de la familia, puedo permitirme tenerla en distintas versiones. Hay una extraña emoción en esperar que llegue el libro, porque es como si viniera de visita. Y quizá lo hace. Además de comprar otra vez el libro, he buscado un ilustrador que le venga bien a esa idea de Clarissa que tengo en la cabeza. De ella y de otras mujeres más o menos del mismo estilo: fuertes, soñadoras, clarividentes, amantes de las flores, amantes en realidad. Pero no absurdas, ni dependientes ni exageradas. Libres. Un ilustrador que haya dibujado a mujeres jugando al rugby, bailando, escribiendo en su boudoir, cuidando a los niños, asistiendo a cenas, luciendo su palmito, paseando con amigas, disfrutando de la naturaleza, bien acompañadas y solas. He pensado en Walter Granville Smith, creo que es el adecuado, no solo por su tiempo cronológico (1870-1938), sino por su delicadeza. Está bien elegido me parece. Una parte de su obra apareció en algunas revistas muy importantes como "Truth Magazine", "Harper's Weekly" o "The Illustrated American". Fue el primer ilustrador en usar el color en los Estados Unidos. Un pionero que poseía un gusto exquisito y dominaba el dibujo a la perfección.
"La señora Dalloway decidió que ella misma compraría las flores. Sí, ya que Lucy tendría trabajo más que suficiente. Había que desmontar las puertas; acudirían los operarios de Rumpelmayer. Y luego !qué mañana! pensó Clarissa Dalloway: tan fresca como para regalarla a los niños en una playa. ¡Qué placer! ¡Qué zambullida! "
"Había multitud de flores: espuelas de caballero, guisantes de olor, ramilletes de lilas, y claveles, montones de claveles. Había rosas; había lirios..."
"Era entre las seis y las siete cuando todas las flores-las rosas, los claveles, los lirios, las lilas-resplandecían; blancas, violetas, rojas, naranja intenso..."
"Como una monja que vuelve a su retiro o como un niño que explora una torre, subió las escaleras, se detuvo junto a la ventana y entró en el baño. Allí estaba el linóleo verde y un grifo goteando. Un vacío en el corazón de la vida"
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