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Mostrando entradas de julio, 2014

Cómo quisiera...

Es la hora indecisa de la primera madrugada. El escenario está vacío. Aparece iluminado con luces indirectas y un foco central que baña el centro. Es un pequeño bar de karaoke en ese tiempo del fin de semana en el que los amigos ya se han reencontrado, los nuevos amores se han visto y las parejas se han besado demasiadas veces. Todos allí se conocen. Todos son gente amiga. Por eso te han pedido que cantes, que subas a ese escenario en semioscuridad y les cantes una canción de esas que te gustan. Una canción de Maná, por ejemplo. Cómo quisiera, por ejemplo.  Has dicho que sí después de muchos ruegos. Quizá te gusta que te insistan o, quizá, no estés tan segura de ti como aparentas. Quizás te has fijado en algún chico y quieres impresionarle. Quizás lleves dentro de ti algo parecido a un amor sin futuro.  Y lo haces. Subes al escenario. Frente a ti la pantalla rutilante con las letras en rojo, para evitar que te equivoques como tantas otras veces. Alrededor de ti, las sonrisas,

Divertidos e insatisfechos

Hay un delicioso libro de Margaret Wade Labarge titulado "Viajeros medievales. Los ricos y los insatisfechos", editado por Nerea en el que se cuenta cómo la clase adinerada de la Edad Media, lejos de permanecer estáticos en sus dominios, fueran estos los que fueran, viajaban con frecuencia, por motivos diversos: religiosos, militares, políticos, pero también por diversión, sed de conocimientos o de aventuras. Por supuesto, hay algunas cuestiones que diferencian con toda claridad este tipo de viajes y a este tipo de viajeros con respecto a lo que tenemos entre manos hoy día. Para empezar, solamente viajaban los ricos. Y, en segundo lugar, esos viajes se hacían en condiciones de comodidad cero desde nuestro punto de vista. He leído muchas veces la distinción que hacen algunos entre viajeros y turistas, algo que tiene matices, pero con la que puedo estar de acuerdo. Me parece, no obstante, que el turista es un invento muy actual, algo que no ha comenzado a existir hasta que no

Emma o la sensibilidad

De todas las novelas de Jane Austen quizá sea "Emma" la que revela mayor madurez en su autora. Una madurez que se refleja en la mirada comprensiva y serena que lanza sobre el mundo que describe, incluso en lo que se refiere a los personajes más antipáticos. Tenía cuarenta años y su publicación se produce un año antes de morir. Me he preguntado muchas veces que tienen las obras de esta autora para que me hayan producido una impresión tan honda. Una impresión que se mantiene en el tiempo y que da lugar a que sea capaz de leerlas y releerlas con placer, descubriendo siempre matices nuevos, cuestiones en las que no había reparado antes. Ya he comentado alguna vez que mi novela favorita es "Orgullo y prejuicio", pero, detrás de ella, sin dudarlo, está "Emma". Ambas son las dos mejores novelas de Austen y a ellas uniría "Sentido y sensibilidad" cerrando su trilogía de grandes obras. Las otras que escribió me interesan menos y me dicen menos. En realid

"Escritos políticos" de Thomas Jefferson

Esta es una recomendación de lectura que puede sorprenderos pero que os gustará si vuestros intereses están en entender el mundo en que vivimos. Porque todo lo que se escribe y sirve para reflexionar sobre el pasado es una forma de arrojar luz al presente. Y nos hace mucha faltita esa luz, como diríamos en Cádiz. El libro se llama "Escritos políticos" y lo escribe nada menos que Thomas Jefferson, quien fue un personaje de importancia cenital en la conformación de ese país que hoy conocemos como EEUU. Jefferson (1743-1826) fue un político, abogado y arquitecto que había nacido en una familia de plantadores poco acomodados de Virginia. En sus cincuenta años de vida activa, fue representante del estado de Virginia en la convención de 1776, cuando se redactó la Declaración de Independencia. También fue gobernador de Virginia, coordinador de la comisión de reforma legal de este estado, embajador en París, ministro y vicepresidente y, por fin, a partir de 1800, tercer presidente d