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Mostrando las entradas etiquetadas como Charlotte Brontë

Un paseo por los páramos

Este libro de Atalanta es una joya. Se trata del estudio que Winifred Gérin hace sobre los Brontë , su mundo, su paisaje, sus referencias, con especial incidencia en Emily . Sin embargo, no es posible entenderla aislada y por eso el resto de hermanos también aparecen y de forma intensa. Por eso se analiza el mundo imaginario de "Gondal" , los paralelismos con "Cumbres Borrascosas", la vida en los páramos de Haworth y todo ese extraño, estremecedor y, en ocasiones, terrible mundo en el que desarrollaron su creación los hermanos.  Podían haber sido los protagonistas de una novela victoriana, con su misterio, sus luchas, sus conquistas, sus ocultaciones...pero fueron las mentes que idearon unas historias y unos personajes que se imbrican en el tiempo como si de realidades se tratara. Es ciertamente difícil disociar el tiempo histórico con el engranaje cultural que lo soldó y, desde luego, en ese engranaje están los Brontë por derecho propio. Elizabeth Gas

"La historia secreta de Jane Eyre" por John Pfordresher

Para extraer de este libro todo lo que encierra no hay otra solución que haber leído antes otros textos que se vierten en él y que arrojan luz sobre lo que dice. No es un libro de iniciación sino de ilustración. Arroja luz a lo que ya sabemos o intuimos sobre la obra de Charlotte Brontë, que es lo mismo que decir, sobre ella misma, pues ambas, vida y obra, lo que denominaba la escritora como Verdad e Imaginación, se dan la mano y no se sueltan ni en el libro ni en su existencia.  Es un libro profundo, en el sentido de que está bien documentado. Pero no sesudo, ni rígido, ni convencional, ni académico. Más bien se mueve con total libertad entre los dos parámetros que ha elegido el autor: la historia que se cuenta y la persona que cuenta la historia. Jane Eyre y Charlotte Brontë , sobre todo, aunque también otras heroínas de la propia Charlotte, en otras obras que se pueden considerar menores a la luz de la fama y el éxito de "Jane Eyre" pero que, de ningún modo, de

A Charlotte no le gustaba Jane

(Moda victoriana. Archivo digital de la BNE) En el libro de Laura Ramos "Infernales. La hermandad Brontë. Charlotte, Emily, Anne y Branwell" hay al menos dos referencias a la opinión que de Jane Austen tenía Charlotte Brontë. Y no es una buena opinión. Paradójicamente, ese desagrado que sentía la mayor de los Brontë escritores acerca de Austen es una muestra más (aunque no debería hacer falta ninguna, salvo leer las respectivas obras) de las enormes distancias que separan una obra de otra. Aunque, como se sabe, es frecuente meterlas a todas en el mismo saco, sin darse cuenta de que no hay rasgos comunes sino mentalidades distintas y libros muy diferentes en todos los aspectos. Es cierto que hay muy poca distancia cronológica entre ellas pero un mundo a la hora de pensar la sociedad, de escribir y de mostrarse en su literatura.  Uno de los más destacados críticos literarios ingleses, G. H. Lewes, a la sazón pareja de hecho de la escritora George Eliot, aconsejó

Institutrices

La única heroína austeniana que se educa con una institutriz es Emma Woodhouse . También es la única rica, la única que no depende de un buen matrimonio para vivir confortablemente. La señorita Taylor es la institutriz de Emma y de su hermana Isabella , desde la muerte de su madre. La relación entre las hermanas y la señorita Taylor es de respeto y cariño, las dos condiciones que el educador y el educando necesitan para que su labor sea fructífera y bien aprovechada. El resto de las mujeres Austen se educan sin institutrices. En el caso de las hermanas Dashwood su ambiente familiar acomodado hasta la muerte de su padre las puso en contacto con lecturas y música, aunque nada sabemos con detalle de todo ello, salvo la enorme afición al piano y a los sonetos de Shakespeare que tiene Marianne Dashwood y lo que le gustan los mapas a la pequeña Margaret . Por su parte, en la familia Bennet , si bien el padre es algo pusilánime y poco práctico, tiene una importante biblioteca en la q

"Cumbres Borrascosas" de Emily Brontë

Cuando era muy, muy pequeña leí este libro por primera vez. Me recuerdo sentada en mi azotea, un espacio abierto al sol, al salitre y al viento de levante. Los días de viento se convertía en un territorio inhóspito, casi tanto como esa casa en la que Cathy, la protagonista, pasaba las horas en compañía tan dispar. Pero, cuando entraba por la bahía el suave aire del sur o el viento estaba en calma, era una delicia subir allí arriba, en total soledad, con tu libro, tu larga melena recién lavada para que se secara al sol o, simplemente, con tus propios pensamientos.  Las niñas pensativas son mujeres calladas. Eso me decían. O, al menos,  mujeres que callan lo esencial. Y es cierto, lo rubrico. En todo caso, la lectura del libro me puso en situación de atisbar sentimientos que entonces, por edad, me estaban todavía vedados, pero que yo sabía que podían astillar, en cualquier momento, la plácida riada de las tardes lentas del verano, cuando la principal distracción era soñar.  Wu