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Mostrando las entradas etiquetadas como David Cerdá

“El dilema de Neo“ de David Cerdá

  Mi padre nos enseñó la importancia de cumplir los compromisos adquiridos y mi madre a echar siempre una mirada irónica, humorística, a las circunstancias de la vida. Eran muy distintos. Sin embargo, supieron crear intuitivamente un universo cohesionado a la hora de educar a sus muchísimos hijos. Si alguno de nosotros no maneja bien esas enseñanzas no es culpa de ellos sino de la imperfección natural de los seres humanos. En ese universo había palabras fetiche. Una era la libertad, otra la bondad, otra la responsabilidad, otra la compasión, otra el honor. Lo he recordado leyendo El dilema de Neo.  A mí me gusta el arranque de este libro. Digamos, su leit motiv. Su preocupación porque seamos personas libres con todo lo que esa libertad conlleva. Buen juicio, una dosis de esperanza nada desdeñable, capacidad para construir nuestras vidas y una sana comunicación con el prójimo. Creo que la palabra “prójimo“ está antigua, devaluada, no se lleva. Pero es lo exacto, me parece. Y es importan

"Filosofía andante" de David Cerdá

  Cuando encuentras al perfecto compañero y lo pierdes ya empiezas a entender de qué va esto de la vida. La conversación se queda hueca, se cae por falta de asiento, tú misma dejas de ser alguien para convertirte en invisible. La invisibilidad de las mujeres solas no es nada comparada con la invisibilidad de quienes han sido visibles y la pérdida te aparta a un lado. No hay diálogo ya, ni hay compañía. No hay abrazos ni hay miradas. Nadie te entenderá. Nadie sabrá de ti como él sabía. El fondo de las cosas se hará opaco. Y libros como este perderán esa oportunidad de convertirse en tema de conversación, lo más sagrado. El libro habla contigo pero tú no hablas con nadie. Diálogo roto, vida rota.  Un buen libro siempre te sugiere cosas. Empiezas a leerlo y tienes que pararte. Algo ha surgido en ti, ha llegado hasta ti. Un viento leve, un vendaval, una conmoción, un recuerdo, un reto, algo. Los buenos libros contienen frases que haces tuyas, propósitos que asumirías, ventanas que lograría

Marzal, la filosofía, Miki Leal y un poco de engaño todavía

  Tomarse las cosas con filosofía. Cualquiera de nosotros puede hacerlo. Algo así como dejar de lado esa efervescencia del tomar partido y sentarse a meditar, una meditación con música o con uno de esos vídeos de Youtube que te azotan el interior porque, lo sabes, ni estás tranquila ni se espera que te tranquilices. Puede que comience la primavera y ese día justamente haya una muela que te dé la lata, con ese temido pinchazo que viene algunas veces y que odias porque sabes, y no hay duda, que te dará quehacer durante un tiempo. Eso te nubla la razón y te cansa más de lo habitual y entonces miras ese cuadro de Miki Leal en el que hay azul-verde y también está el fondo negro y ese hombre tan extraño que lleva en la mano un pequeño pincel y que busca la imagen en un invisible caballete. Tomas el nuevo libro de Carlos Marzal y te preguntas por qué la muela ha llegado a fastidiar hoy precisamente, si sus versos son esa clase de emoción que no decae. Marzal regresa y dando una vuelta precipi

El engaño del corazón

  Quede claro que el propósito de esta reseña no es juzgar el valor de este libro, ni tan siquiera mostrarlo en su totalidad a los lectores, ni, por supuesto, una crítica combativa ni acerada, ni tan solo lo que se llama una "aproximación". Lo más ajustado que se puede decir de estas palabras que escribo es que es una mirada que se realiza con mucha curiosidad, intención de aprender y el contraste con el bagaje personal de mí misma. Una mezcla que quizá ayude a algunos lectores a acercarse a este libro con su propio equipaje y sin miedo. Porque hay palabras demasiado sonoras que pueden asustar a quienes, desde una sencilla contemplación de la vida cotidiana, buscan explicaciones pero no quieren meterse en vericuetos que, lejos de describir, enmarañan. Demasiados ensayos nos engañan queriendo concluir con lo que se debe, se puede y se piensa. En este caso no habría que tener miedo porque las contradicciones personales de quienes leemos el libro pueden entroncar muy bien con el