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Mostrando las entradas etiquetadas como D.H. Lawrence

"El arcoiris" de D. H. Lawrence

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Esta novela, que la editorial Alba, en su colección Clásica Maior acaba de publicar, es, en realidad, una precuela de "Mujeres enamoradas" . Porque en ella se narra la historia anterior, la familia de la que proceden las hermanas Ursula y Gudrun, que son las protagonistas de "Mujeres...".  Es un recurso cinematográfico frecuente y una forma literaria que usa Lawrence para bucear en las raíces de esas mujeres que, cada una a su manera, busca el amor sin lograr saciar su necesidad de querer y ser queridas. La peripecia de "Mujeres enamoradas" organizada en torno a cuatro personajes, Gudrun, Ursula, Birkin y Gerald Crich, es más sencilla, aparentemente, que la historia que se teje en "El arcoiris". Aquí están los Brangwen, la familia que se muestra en tres generaciones que abarcan sesenta años.  D. H. Lawrence había nacido en Eastwood, en el condado de Nottingham, en 1885. Su padre era un minero analfabeto y borracho que no le aportó n

D. H. Lawrence y Nina Leen: Lo efímero y lo perdurable.

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Úrsula y Gudrun son hermanas e infelices. Ninguna de las dos ha alcanzado en la vida aquello que desea. Han nacido en una familia de mineros, pobre y sin cultura, pero eso es algo que a las dos las atormenta. Son diferentes en su interior, se sienten diferentes. Odian lo negro de las minas, el hedor de la tierra cuando cae la noche y los pozos se despueblan, el aire cansado de las mujeres de los mineros, la suciedad, el polvo. Observan con admiración a los otros, los ricos, los que lo poseen casi todo, los que se rodean de un ambiente de música, de luces, de belleza. Ellas son muchachas pobres en un universo que las atrapa. Hubieran querido ir a la universidad y moverse de un lado a otro con indiferencia, como si nada fuera necesario, amar sin compromiso y conocer a la gente que disfruta de todo lo que ellas no tienen. Pero nadie elige dónde nace y elige a sus padres o a su familia. Eso las llena de un sentimiento de injusticia que ocultan al exterior pero que existe.  Úrs

De hijos y de amantes

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  "Hijos y amantes" es una de las obras más notables de D. H. Lawrence. Para mí, junto con "Mujeres enamoradas" y "El amante de lady Chatterley" forma su trilogía principal. Habría que añadir a este grupo "El arcoiris" que es la precuela de "Mujeres enamoradas" y la que presenta de inicio a la familia Brandgwen . Sagas aparte, "Hijos y amantes" es una novela muy especial, que te produce sentimientos complejos y pensamientos encontrados. No solo es una opinión mía como lectora precoz y luego contumaz de Lawrence sino de una mujer escritora cuyo criterio me merece todo el respeto: se trata de Virginia Woolf, uno de cuyos ensayos literarios, recogidos en el volumen de Páginas de Espuma que aparece en otra entrada de este blog, se titula precisamente "Anotaciones sobre D. H. Lawrence", habla ampliamente de esta novela en un ensayo de apenas cinco páginas. La glosa comienza dejando claro que hay una dicotomía en

Perversas

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La señorita Marple , hija de Dame Agatha , basaba sus averiguaciones detectivescas en los paralelismos entre gente de su pueblo, Saint Mary Mead y las personas a las que investigaba con ocasión de algún crimen doméstico. Porque ya se sabe que la existencia de tres o cuatro familias en un entorno determinado tiene como resultado inevitable una novela.  Los paralelismos son juegos del pensamiento y de la literatura que ejercen una poderosa atracción sobre mí como lectora. He aquí uno de ellos, recién vislumbrado en esta tarde de supuesta primavera en la que el cielo se ha empeñado en parecer septembrino.  En 1813 Jane Austen (1775-1817)  publica "Orgullo y Prejuicio" después de intentarlo en varias ocasiones. Como es sabido no firma con su nombre sino con el pseudónimo indeterminado de "A Lady", una dama. Esto debió resultarle a ella bastante jodido.  Más de un siglo después su paisano D. H. Lawrence (1885-1930) lanza a la consideración de los lecto

Úrsula y Gudrun

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Las hermanas Brangwen, Úrsula y Gudrun, son cultas, hermosas, inteligentes y vitales. Pero tienen una mancha de fábrica que en la sociedad de entreguerras no es fácil de solucionar. Son hijas de minero, nietas de minero. Si fueran hombres, serían mineros. Úrsula es maestra y ha dado el salto sobre los de su clase a base de ocupar una plaza en la escuela del lugar donde nació. Eso la obliga a vivir en la casa familiar, a pesar de que no es la casa de sus sueños, de que es una casa en la que no querría haber nacido. Gudrun , que tiene unas alas más amplias y unos sueños más extravagantes, es artista, porque los artistas no son de ningún sitio y tienen patente de corso para codearse con unos y con otros. Pero ambas saben, sobre todo cuando están en su tierra, que todo el mundo conoce a su padre, oscuro del color de la mina, y a su madre, sencilla y sin abalorios, y su casa, una casa corriente con la única diferencia de que en ella hay libros y acuarelas.  Es muy difícil remonta

"El amante de Lady Chatterley" de Laure de Clermont-Tonerre, 2022

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(La protagonista en Venecia, de viaje con su hermana y su padre) Constance Chatterley (de soltera Reid) es una joven de ideas liberales que se ha casado con un baronet, Clifford Chatterley , inválido a consecuencia de las heridas sufridas en la Gran Guerra. Ambos van a vivir a la mansión familiar del marido y allí comienzan su vida de casados. La casa es bastante oscura, casi tétrica, está llena de cachivaches antiguos y contrasta con la naturaleza de alrededor: hermosos bosques de prados, césped maravilloso y bien cortado, setos, flores silvestres, un lago y algunas casas de los trabajadores de la finca. Entre esos trabajadores que llegan nuevos a la casa está Oliver Mellors , antes teniente y ahora simple guardabosques. Sin embargo, no es un trabajador manual sin más, porque de niño era muy listo, como atestiguan las antiguas maestras y lee libros, entre ellos y con devoción al propio James Joyce . La vida sexual en el matrimonio simplemente no existe y para Connie esto es una situ

Connie, el guardabosques y yo misma

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A los catorce años leí "El amante de Lady Chatterley" . La figura del guardabosques me parecía intrigante. ¿Existirían hombres así? ¿Hombres con ese vocabulario floral para designar lo que otros nombraban sin ninguna poesía? En realidad, visto con desapasionamiento, era un individuo primario, casi analfabeto, que poco o nada tenía que ver con mis inquietudes intelectuales de entonces (esas charlas interminables con los amigos, diseccionando películas como si estuviéramos haciendo una autopsia) y mucho menos con las de Connie Chatterley, pero, para ambas, encarnaba al "hombre" con mayúsculas, una especie que se adornaba de todas las distinciones. Éramos muy elementales en el fondo o, quizá, muy sensatas. Recubríamos nuestra supuesta erudición con adjetivos que habíamos tomado prestados de los libros de cabecera o de las películas que alguien nos había recomendado, pero, en el fondo, buscábamos un algo menos tangible, más especial. Esto lo explicaba años más tard

"Las hijas del vicario" de D. H. Lawrence

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  Entre las preocupaciones de D. H. Lawrence, que incluye siempre en sus obras, están las diferencias sociales que generan distorsiones en las relaciones humanas. Él mismo vivió en su propia casa la distancia cultural entre un minero sin instrucción y una maestra, lo que fueron sus padres. Esas diferencias las expresa en otros de sus libros. En "El amante de Lady Chatterley" la pasión surge entre la señora de la casa, Connie Chatterley, y su guardabosques, Mellors. Y en "Mujeres enamoradas" las diferentes clases sociales de las hermanas Brangwen y los hombres a los que aman, Birkin y Gerald Crich, las martirizan a las dos secretamente. Hay una escena, en este último libro, en que esto se refleja con toda claridad. Se trata de la boda de la hermana de Gerald y la forma en la que las hermanas Brangwen forma parte, junto con las mujeres de los mineros, del grupo que observa el lujo de los invitados, mientras que ellos están en la élite.  El vicario de este libro, publi

De Agatha a Jane

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Los libros son como los amores y como los lugares. Aparecen en tu vida en el momento adecuado, un momento único, indiscutible, exacto. No podría ser de otro modo. Si te niegas a ellos es para siempre. Por eso ahora recuerdo a Bartleby: Preferiría no hacerlo . Pero no es de Melville de quien quiero escribir, sino que se ha colado por alguna razón que desconozco. Sigo. Los libros son como los amores y como los lugares. Testigos de tu aprendizaje y de tus errores. Puedes hacer la línea de tu vida a través de los libros que leíste, la gente a la que amaste y los lugares que pisaste. Es un itinerario que a veces se entrecruza, pero, en la mayoría de las ocasiones, ni siquiera lo notas cuando ocurre. Sobre el amor y sobre el viaje, el libro tiene la ventaja de la permanencia y de la generosidad. Es tuyo y se abre ante ti para ti solamente. No te exige nada más que paciencia. No se acaba, no se rompe, no huye, no se llena de escandalosas edificaciones fruto de la especulación. Es, por as

"Mujeres enamoradas" de D. H. Lawrence

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En algún lugar de este blog he hablado de David Herbert Lawrence , el escritor inglés que leí hace muchos años, que releí más tarde y cuyas frases, cuyo sentido, me vienen a la cabeza de vez en cuando. Es curioso cómo unos libros, unos escritores, se te quedan dentro para siempre, independientemente de los años que pasen o de la vida que tengas. Lo que hace especial a D.H. es que narra la pasión amorosa de una manera distinta a todos los que antes o después que él la han descrito. Es muy difícil hablar de sentimientos, de amor, de pasión, sin que caiga uno en lo chabacano, incluso en lo ridículo. Pero él lo consigue, porque desbroza los pensamientos, las sensaciones, de una manera especial. Es su mirada comprensiva hacia las emociones lo que lo distingue del resto. Es la ternura con la que entiende cómo los hombres y las mujeres de sus libros se dejan llevar, irremediablemente, por un río que no tiene retorno, que nace y desemboca en el mar, pero que no puede controlarse, salvo si se

"Amar a Lawrence" de Catherine Millet

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Antes de comenzar esta reseña os contaré algo personal: Como la lluvia sobre la tierra, así las palabras escritas por D. H. hace años llegaron a mí en el momento oportuno, mejor aún, en el tiempo debido y, por eso, perseguí sus libros y busqué conocerlo a pesar de que no era más que una adolescente que forraba sus libros con hojas de problemas de matemáticas para que nadie pudiera saber que estaba en ello.   Lo que hace Catherine Millet en este libro es contarnos cómo ella ve a D. H. Lawrence y, todavía más, cómo se enfrenta ella a las cuestiones que apasionaron al escritor. Es decir, este es un Lawrence visto por sus ojos y de qué manera. Si digo que sobran sus disquisiciones sobre su vida al hablar de los libros de él, entonces tendría que aclarar que sobra medio libro. Queremos atrapar a Lawrence y nos encontramos con Millet, omnipresente. Qué me importa tu vida, le decimos. Inútilmente.    Yo también leí todo lo de Lawrence y a una edad muy temprana. Por el contrario, Millet lo h