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Jane Austen en el cine

  (Fotograma de "Persuasión", 2022) Hasta treinta y cinco adaptaciones al audiovisual existen sobre las novelas de Jane Austen, sin contar las que se dedican a su vida. De ellas, veinticuatro son versiones de cine, televisión y plataformas que podríamos considerarse canónicas y otras once se dedican a rarezas. Dejaré de lado estas últimas y dedicaré esta entrada a las versiones de Jane Austen al cine. Lo haré por orden cronológico, ya que de ese modo se ordena mucho mejor y, además, se puede ver el momento de más auge de esta tendencia.  *Más fuerte que el orgullo fue el título en España de la versión de Orgullo y prejuicio de 1940, nacionalidad estadounidense, dirigida por Robert Z. Leonard y protagonizada por Greer Garson y Laurence Olivier, dos estrellas del momento. Blanco y negro.  *En 1995 se ruedan dos películas, dedicadas a novelas de Austen. Persuasión, dirigida por Roger Michele e interpretada por Amanda Root en el papel de Anne Elliot y Sentido y sensibilidad, de A

Catherine es un desastre

  Catherine Morland es una especie de potrillo salvaje. Tiene muchos hermanos, vive en un pueblo de la campiña inglesa y tiene unos padres muy permisivos. Su hermano mayor está ya en Oxford, en la universidad, pero los pequeños andan por la casa y ella ha recibido permiso para viajar a Bath con un matrimonio amigo, los Allen, que hacen lo que todos los matrimonios aburridos de la época hacían: llevarse con ellos una joven compañía que les dé algún aliciente. Cuando Jane Austen traza este personaje no se priva de nada. Catherine se aburre casi todo el tiempo, salvo cuando lee novelas góticas que le encantan. A su madre le gustaría que, además de leer, sacara algún aprendizaje de esa lectura y no tanta fantasía, y también que hiciera alguna cosa útil, que ayudara en casa, que aprendiera a doblar las corbatas de su padre, al menos. Si Nina Leen hubiera podido conocer a Catherine Morland, la habría retratado así, descalza, con un vestido romántico, con aire campestre e ingenuo. Todavía no

Amigas

(Foto de Nina Leen para Life) Uno de los temas recurrentes en las obras de Jane Austen es la relación amistosa entre mujeres, en concreto, entre las jóvenes protagonistas y otras jóvenes de edades parecidas. En el caso de “Emma” estas relaciones pueden analizarse a través de dos casos, bien distintos, pero de los que podemos extraer conclusiones interesantes. Se trata de la amistad con Harriet Smith, por un lado, y con Jane Fairfax, por otro. La primera cuestión que tenemos que destacar es que, en ninguno de los casos, hablamos de amistad entre iguales. La diferencia social que hay entre Emma y las otras dos muchachas es notoria. Se trata, pues, de relaciones asimétricas, pues la única mujer que en la novela puede mantener una relación de igual a igual con ella, por su posición, es su hermana, Isabella, pero el interés que dicha relación tiene en la historia es muy escaso, todo lo contrario que ocurre en otras obras de Austen, como “Sentido y sensibilidad”, donde las herma

¿Qué fue de los Watson?

 ¡Qué extraña sensación producen las novelas inacabadas! Puede una hacerse todas las conjeturas posibles y seguramente no dará con el clavo, con la razón exacta para que ese manuscrito se quedara en un cajón, a la espera de la nada, a medio escribir, con unos personajes sin evolucionar, con una trama inconclusa y, lo que es peor de todo, sin final. Una historia que no tiene final te deja el mismo vacío que eso que llaman en el cine "final abierto". No queremos imaginarnos que el chico fue a buscar a la chica a otro país, sino que aparezca el The End sobre un fondo de besos.  No sabemos la causa por la que esta novela, Los Watson, quedó sin terminar. Como era costumbre en Jane Austen, al principio se muestran prácticamente todos los personajes y se esboza el sentido de la trama. Podemos adivinar más de lo que dice si tenemos cierta costumbre de leerla. En una conversación pueden extraerse muchos datos interesantes. Da la impresión de que somos unas vecinas cotillas que estamos

Los retratos de sir Thomas Lawrence

  /Retrato de David Lyon. 1825. Museo Thyssen. Madrid/ El autor de este retrato es sir Thomas Lawrence. Había nacido como niño pobre, hijo de un tabernero, en Bristol, en 1769. Desde pequeño se ganó la vida y la de su familia dibujando retratos a los parroquianos de la taberna de su padre y desde 1780 en Bath, haciendo lo mismo con los turistas. Sus cualidades innatas lo convierten en un autodidacta, que solo tuvo tres meses de instrucción. Fue niño prodigio y luego pintor prodigioso. Dos retratos lo convirtieron en un pintor de moda. En 1790 pintó La reina Carlota (National Gallery, Londres) y Elizabeth Farren (MET, Nueva York). Dos años después falleció Joshua Reynolds prestigioso pintor del rey, y Lawrence ocupa su puesto. Tenía veintitrés años.  El regente, el príncipe de Gales, luego Jorge IV, le encarga en 1815 una serie de retratos de los grandes líderes que estaban en contra de la política expansionista de Napoleón Bonaparte. Para cumplir el encargo, Lawrence viajó por Europa,

Hierbas, hortalizas, frutales y flores

  El jardín inglés se "inventó" a finales del siglo XVIII. Era muy diferente del francés, que estaba entonces tan de moda. Nada de cuadriculas ordenadas, todo lo contrario. Un jardín salvaje en el que se combinaban agua, vegetación, prados, senderos, árboles frutales, huertos. Jane Austen tenía mucha mano con las flores y su madre con las hortalizas. En la casa de Chawton podían disfrutar de un exterior muy apacible y agradable, en el que había un poco de todo. Según las estaciones, el jardín ofrecía tonos y colores diferentes. Todo el mundo debería tener un jardín.  Lancelot Brown, apodado "Capability", es decir, "Capacidad", porque era su forma de explicar a los clientes que estaba en condiciones de asumir el diseño del jardín que le habían encargado, vivió entre 1716 y 1783. Aunque nació en el norte, desarrolló su carrera como arquitecto y paisajista en el sur, con clima más propicio para que sus obras de arte naturales florecieran. Planeó parques, dise

Un baile en Basingstoke

  /Estatua de Jane Austen en Basingstoke/ Una sociedad orientada al matrimonio tenía que tener por fuerza un gran número de actos sociales en los que se pudieran conocer las futuras parejas. De modo que la vida cotidiana de la gentry dejaba un importante espacio de tiempo al ocio en el que se podían disfrutar de veladas, cenas, conciertos, encuentros, visitas, paseos y, desde luego, bailes. Los bailes no eran solo ocio, también suponían negocio, porque era la forma de conocer gente y, quién sabe, de concertar matrimonios.  Había bailes públicos en los que se pagaba una entrada. El maestro de ceremonias era el encargado de que bailasen juntos los de un mismo grupo social. En La abadía de Northanger, es el maestro ceremonias del baile de Bath el que pone en contacto como parejas a Catherine Morland y Henry Tilney. Otros bailes eran privados y para asistir era necesaria la invitación. Aquí no había limitaciones a la hora de bailar, pues, al fin y al cabo, no se daban diferencias de cla

Siete mujeres y una cámara

  La maestra de todas ellas y la que trajo la modernidad a la escritura fue Jane Austen. La frescura de sus personajes puede trasladarse a cualquier época, de modo que no se puede considerar antigua ni pasada de moda, todo lo contrario. Cronológicamente le sigue Edith Wharton pero entre las dos hay casi un siglo de diferencia y en un siglo puede pasar de todo. Austen fue una maestra con una obra escasa y Wharton cogió el bastón de la maestra y llevó a cabo una obra densa, larga y variada. Veinte años después nació Virginia Woolf y aquí no solo se reverdece la maestría sino que, en cierto modo, hay una vuelta de tuerca porque reflexionó sobre la escritura, sobre las mujeres que escriben y lo dejó por escrito, lo que no quiere decir que Edith y Jane no tuvieran ya claros algunos de esos postulados que Virginia convierte en casi leyes. Ocho años más tarde que Virginia nació Agatha Christie y aunque su obra no tiene nada que ver con las anteriores dio un salto enorme en lo que a considerac

Una escritora en busca de una casa

Chawton Cottage Yo también buscaba una casa donde vivir y trabajar y crearme un mundo a mi ritmo, pero incluso en mi imaginación ese lugar aparecía difuso, indefinido, falso o irreal o falto de realismo.  Deborah Levy. Una casa propia No se ha insistido lo bastante en el hecho de que Jane Austen nunca poseyó una casa, ni tampoco en la itinerancia de su vida. Fue una vida corta pero vivió en varias casas y pocos meses estaban exentos de viajes a cualquiera de las obligaciones que tenía contraídas como hermana de muchos hermanos. Y hermana soltera. Las solteras solían ser las encargadas de ayudar en los partos, de atender a los niños pequeños, de hacer compañía a las personas mayores y de contribuir al cuidado de los enfermos. Los cuidados son todavía hoy cosa femenina y mucho más lo eran en aquel tiempo. Se suponía que las hermanas solteras eran las indicadas para estar disponibles para todo. Y desde luego esto se llevaba a rajatabla entre los Austen. De ese modo, vemos a Jane y a su he

Con noticias de Frank

  La familia de Jane Austen estuvo íntimamente ligada a los conflictos navales que mantuvo Inglaterra con el reino de España durante el siglo XVIII. Concretamente, sabemos que Frank Austen, que alcanzaría el título de sir y el grado militar de almirante, participó en el bloqueo de Cádiz, operación militar que comprendía el cerco, bombardeo y combate anfibio en torno a la ciudad y que duró dos años, desde el 2 de abril de 1797 al 13 de mayo de 1799. Aunque se ha dicho que la escritora no sentía interés alguno por los acontecimientos políticos, sociales y militares que estaban sucediendo, ello no puede tener visos de verosimilitud habida cuenta de que, como sucedía a tantas familias, los suyos estaban implicados de algún modo. Sus hermanos Frank y Charles eran marinos. Charles estuvo muchos años embarcado llevando a su familia con él, de modo que su esposa y una de sus hijas murieron en alta mar. En los meses en que el bloqueo de Cádiz se estaba iniciando, con una flota inglesa al mando

Cartas, relaciones, cartas...

  Cartas, relaciones, cartas: tarjetas postales, sueños, fragmentos de la ternura, proyectados en el cielo, lanzados de sangre a sangre y de deseo a deseo. (Miguel Hernández) En el mes de diciembre de 1817 —unos meses después del fallecimiento de Jane Austen—, el editor Murray publicó las dos novelas que Jane había dejado manuscritas: The Elliots y Miss Catherine , que Cassandra y Henry decidieron titular Persuasion y Northanger Abbey , donde aparece por primera vez el nombre de la autora. Henry se encargó entonces de escribir la nota biográfica de su hermana —el día 13 de diciembre de 1817— que se incluiría en la edición de estas dos novelas editadas póstumamente, y el día 20 de ese mismo mes añadió un epílogo con extractos de dos cartas de Jane, de quien destacaba su ingenio, bondad y modestia. Eran las primeras cartas publicadas de Jane Austen. Sabido es que Cassandra Austen fue nombrada por su hermana Jane heredera universal y albacea en su testamento. Cassandra heredó así un númer

El doctor Johnson, por supuesto...

  El doctor Johnson, don Samuel, tuvo la suerte de que lo retratara el gran Reynolds, de modo que su aspecto ha pasado a la historia en un digno retrato en el que aparece enfrascado, naturalmente, en un texto. Dada su condición de narrador, crítico literario, lexicógrafo y observador privilegiado del canon, no se le podía retratar mejor. Por supuesto que este es el doctor Johnson del que se habla en algunas novelas de Jane Austen, el que ella menciona en sus cartas y del que dice Henry Austen que tuvo una importante influencia en su hermana a la hora de seleccionar el significado y uso de algunas palabras. Todo ello se debió a que Samuel Johnson fue el acuñador de un diccionario de la lengua inglesa que tuvo mucha aceptación, que incluía numerosas acepciones de los distintos vocablos y pertinentes ejemplos sobre su uso normal. La normativa que de ahí extrajo sigue siendo un valioso ejemplo del mejor inglés.  Samuel Johnson nació en 1709 y murió cuando Jane Austen tenía nueve años, en 1

Amigas

  Uno de los temas recurrentes en las obras de Jane Austen es la relación amistosa entre mujeres, en concreto, entre las jóvenes protagonistas y otras jóvenes de edades parecidas. En el caso de “Emma” estas relaciones pueden analizarse a través de dos casos, bien distintos, pero de los que podemos extraer conclusiones interesantes. Se trata de la amistad con Harriet Smith, por un lado, y con Jane Fairfax, por otro.  La primera cuestión que tenemos que destacar es que, en ninguno de los casos, hablamos de amistad entre iguales. La diferencia social que hay entre Emma y las otras dos muchachas es notoria. Se trata, pues, de relaciones asimétricas, pues la única mujer que en la novela puede mantener una relación de igual a igual con ella, por su posición, es su hermana, Isabella, pero el interés que dicha relación tiene en la historia es muy escaso, todo lo contrario que ocurre en otras obras de Austen, como “Sentido y sensibilidad”, donde las hermanas Elinor y Marianne son el eje de la n

Modelos de mujer

  Generalizar no es científico. Eso nos dicen siempre. Pero resulta difícil escabullirse a la atención de clasificar, organizar, definir, ciertas características que pueden aplicarse a más de una persona. En el universo femenino de “Emma” hay personajes que podrían ser, en sí mismos, arquetipos, si es que creemos en ellos. Pero da la impresión de que a Jane Austen no le interesaba dejar establecidos tipologías sino contar historias en las que lo sustantivo es la gente. La gente, sus pensamientos, sus ideas, sus vidas. Resulta muy atractivo adentrarse en las mujeres de “Emma”. Cada una de ellas aparece dibujada con nitidez, aunque, si apartamos de nuestra mente las imágenes que han surgido de las adaptaciones cinematográficas o de las series de televisión, tenemos serios problemas para formarnos una idea cabal de como eran si nos atenemos a los atributos físicos. Es maravilloso comprobar la importancia capital que la autora da a lo que conocemos como “forma de ser”, por delante, por sup

La France critique Jane Austen

  El primer crítico francés que prestó cierta atención a las novelas de Jane Austen fue Philarète Chasles (Mainvilliers, 1798-Venecia, 1873). Cuando digo "cierta atención" no exagero porque se limitó a escribir dos frases sobre ellas, nunca agradables ni positivas, en un ensayo que publicó en 1842 sobre Walter Scott. Este ensayo no tiene demasiada importancia en el conjunto de su obra, que dedicó al estudio de las literaturas inglesas y alemanas. En ambos países, Inglaterra y Alemania, residió durante algún tiempo y esto le permitió ahondar en su idioma y en su literatura. No era nada proclive a admirar a la señorita Austen, de quien entonces se hablaba poco fuera de su país natal y de quien no había salido a la luz todavía la novedosa biografía de su sobrino, definiendo un retrato de su tía que encandiló en la época. Para Chasles Jane Austen era aburrida, insustancial y prácticamente una vulgar imitadora, aunque en este punto muestro mi perplejidad porque ¿a quién imitaba? ¿

Cuestión de estilo

  El uso del estilo indirecto libre es una de las características de la escritura de Jane Austen que más llaman la atención y más estilizan el relato. Sin que aparezcan verbos introductorios la expresión se hace más suelta y se mezclan las voces del narrador y del personaje, de modo que los lectores tenemos que aguzar el ingenio para distinguirlos y también para adjudicar a uno o a otra las ideas y los pensamientos. Esta forma de narrar contribuye a que se expanda esa ironía que traspasa toda su obra, o casi toda diría yo, porque cuesta mucho encontrarla en "Mansfield Park" o "Persuasión", salvo, en este último caso, en lo que atañe a la forma en que se describe a sir Walter Elliot y su obsesión por el baronetario. En este sentido, Elliot es muy parecido al señor Elton, al señor Lucas o al señor Collins, todos ellos muy preocupados del lugar que ocupan en la sociedad y de sus amistades y usos cotidianos. Debió conocer a bastantes tipos de esa misma calaña porque

Jane Austen, en français

  La traducción de los libros de Jane Austen al francés fue muy temprana. Sentido y sensibilidad que se había publicado en 1811, se tradujo en 1815 con el título Raison et Sensibilité, ou les Deux Maniéres d'aimer. Sus sucesivas traducciones fueron cambiando este nombre, desde Raison et Sensibilité en 1945 a Marianne et Elinor en 1948, o Le Coeur et la Raison en el mismo años.    Por su parte, Orgullo y prejuicio había salido a la luz en 1813 dos años después de la novela anterior y no fue traducida hasta después de la muerte de la autora. Orgueil et Préjuge , apareció en 1821 y también tuvo, como la anterior, diferentes nombres en algunas ocasiones: Les Cinq Filles de Mrs Bennet, 1932, por ejemplo.  Mansfield Park , de 1814 y Emma, de 1815, aparecieron enseguida en Francia, ambas en 1816. La primera llevaba el título de Le Parc de Mansfield ou les trois Cousines y Emma como La nouvelle Emma, ou les Caractères anglais du siècle . Ambos seguían la norma de la época de los títu