La lectura, decía mi madre, es un vicio. No puedes pasar sin él. Vicio, claro está, en el mejor sentido de la palabra, lo que quizá hoy llamemos un hábito. El hábito de la lectura se contagia, se copia, cuando lo ves cerca de ti y eres un niño. Los niños miran el ejemplo de sus padres en primer lugar. De padres lectores deberían nacer niños lectores. No siempre ocurre, porque las excepciones a la regla son una condición. Pero hay un gran porcentaje en los que se cumple esto. No solo la excepción es la que nos dice que hay padres lectores e hijos no lectores, sino también al revés. Padres que no han abierto un libro en su vida e hijos que se mueren por leer. Pero aquí puede aparecer casi siempre una figura que hace de ejemplo, un maestro o similar. La lectura es una gran argamasa que sirve para unir a las personas. Y no deja de ser curioso porque también es una actividad solitaria. Se lee en soledad pero se comenta en compañía. Y los personajes de los libros nos unen unos a otros. Así
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