Yo, que te quise tanto...
(Fotografía: Nina Leen) Ninguna tarde, ninguna estrategia, ninguna voz, ninguna fuerza, nada. Así los pies recorren un tiempo conocido en el que no quedan nada más que vestigios de una flor que se fue, se agostó y ya no existe. Eso que fui, antes de ti, después también y ahora. No es sencillo que haya un instante tan solo, un solo instante, una mirada efímera, una palabra, que pueda contener en el desván de los sueños cumplidos. Por eso ya he borrado todas tus efemérides, todas mis emociones, todas las dudas y todas las esperas. Por eso, invisible, acudo al aire para captar la aurora. Ese momento fiel en que no estás, aunque te quise tanto, ya no estás, ya no eres. Y sin ti, revive la esperanza. Porque adiós es ahora la palabra más cierta.