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Mostrando las entradas etiquetadas como Peter Lindbergh

Everything Happens To Me

(Foto: Peter Lindbergh) Uno de los dos tenía los ojos verdes. Quién puede saberlo después de tanto tiempo...Y sonaba la música sin estorbar, allá, al fondo del local, con esas luces que parecen no alumbrar, que esconden más que muestran. Tan tarde, que los bebedores locales se habían marchado, tambaleándose, a cualquier otro garito de peor fama. La fama de los bares es inversamente proporcional a la bebida que venden, dijo alguien que debía ser muy enterado. Pero nosotros teníamos demasiado poco tiempo como para gastarlo en conversaciones. La música, eso sí, lo hacía por nosotros. Siempre hemos sido muy de jazz y muy de soul, aunque el sur nos haya traído otra cosa en vena. Pero quisimos nacer en el este de los Estados Unidos, y veranear en el oeste, incluso pasear por el norte en tiempo de nevadas y buscar en el sur alguna perla negra. Hans Stamer susurra, Chet Baker recita y Sinatra la eleva al aire. La misma canción puede servir para cualquier cosa que necesites, mucho más si

La tristeza no entiende de estaciones

Nada hay tan difícil de disfrazar como la tristeza. Es una gasa suave en ocasiones, otras sin embargo es una manta dura y complicada de llevar. También aparece en forma de sombrero oscuro que tapa el rostro y solo deja al descubierto un ojo, el de las lágrimas. Puedes verla como una amapola prendida en el ojal, una cosa tan efímera que dura el tiempo que el temporal arrecie. La tristeza es, a veces, una emoción que tiene nombre y que sacudes con las manos de tu falda impoluta y que guardas en el desván en otras ocasiones. No se puede negar su existencia pero sí disimular y el disimulo es una forma de negación que aturde y que termina siendo parte de ti, tu otra naturaleza, tu otro yo, la nada.  Te preguntas incrédula por qué te aborda en medio de la calle o en el transcurso de una tibia conversación telefónica cuando alguien te pregunta, con voz desinteresada, si es verdad que todo te va tan mal como parece. Te atrapa si piensas en el paso del tiempo y en las ausencias que

Vestirse de tristeza

Te preguntas incrédula por qué te aborda en medio de la calle o en el transcurso de una tibia conversación telefónica cuando alguien te pregunta, con voz desinteresada, si es verdad que todo te va tan mal como parece. Te atrapa si piensas en el paso del tiempo y en las ausencias que la vida acarrea. Pero te desnuda ante ti misma al considerar que peor es no contemplar cómo las horas cambian la fisonomía de las calles y cómo las ciudades se transmutan en seres fantasmales al llegar el invierno. La tristeza no entiende de estaciones y su retrato fiel, las lágrimas, aparecen sin ser invitadas al party de tu vida, así como quien no quiere, así como quien baila, así como quien vive sin tenerlo tan claro como ella.  Nada hay tan difícil de disfrazar como la tristeza. Es una gasa suave en ocasiones, otras sin embargo es una manta dura y complicada de llevar. También aparece en forma de sombrero oscuro que tapa el rostro y solo deja al descubierto un ojo, el de las lágrimas. Puedes

Atrapadas

Las ves y han olvidado sonreír. Tienen un aire cansado, como si todo el mundo cayera sobre ellas de vez en cuando. Como si ellas soportaran todo el mundo. Han perdido eso que se llama dignidad y han escalado las cimas del ridículo. Son más de lo que parecen. Tienen cargos públicos, trabajos importantes, inteligencias limpias, miradas puras. Pero cayeron en una red de la que es difícil escapar. Es una red que comienza siendo una gasa suave y delicada que te cubre, adobada con palabras amables, con canciones italianas y películas tristes. Continúa con un péndulo que se mueve, de un lado, los susurros; de otro, los gritos. Como si tuviera un aire bergmaniano inconfundible. Primero, notarás que el lazo te rodea. Después, el lazo será una mano fría. Por último, alguien se reirá de ti y te preguntará por qué no te mueves si en torno a ti no hay nada. Ese es el secreto: no hay nada donde creías que había una huella de calor. Eso que notas no existe, ni fue nunca, es una ensoñación, un ju

"Ese final escrito sobre el aire"

Los aires la definen. Todos luchan entre sí por ganar y vencer, que no es lo mismo. Nosotras llevamos la falda tableada y el viento la levanta y la mueve, la convierte en bandera, en estandarte. Esta es una ciudad plegada hacia los aires y por eso tenemos tanto miedo de que vuelen los sueños. Aquí, en esta azotea, nos sentamos para contarnos las confidencias que no pueden oír las madres. Esas historias que nos parecen tan importantes y que el paso del tiempo convertirá en arena, en tierna arena blanca, de la que el mar abandona en la resaca y nos ensucia los pies cuando recorremos la playa que rodea el sitio en el que vivimos sin saber que el océano nos cerca. Qué espectáculo ver, a la caída de la tarde, cómo un enorme barco aparece en el fondo y ese cuadro que pintamos cada día en el horizonte tiene un sabor salado, como todas las lágrimas, como las lágrimas que caen en nuestras manos al hablar de ese chico que jamás, a pesar de que lo hemos intentado, nos mira al cruzarse por la