(Six models. 1950. Nina Leen. Ninguna de las chicas cruza la mirada. Todas están impecablemente vestidas y peinadas) En mi barrio, unas calles más allá de la mía, había una pequeña peluquería de esas a las que acuden las señoras de los alrededores. Tres muchachas con uniforme rosa trabajaban allí y llevaban el negocio con donaire y paciencia. Las mujeres no somos cualquier cosa a la hora de elegir peluquera y de arreglarnos el pelo. Por eso, cuando encuentras a alguien que te escucha cuando das instrucciones y no se salta a la torera lo que le dices, entonces le juras fidelidad para toda la vida. Córtame solo las puntas. Que el flequillo no me tape tanto los ojos. Las orejas, mejor descubiertas. El remolino de arriba, que se controle. El color, ya sabes, como siempre, nada de rubio platino. Ese matizador me da picores, mejor otro que sea más light. No me pongas espuma, que me da grasa. El secador quema. Y así, blablablablabla...Peluquerías. A la peluquería acudían señoras muy entrad
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