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Mostrando entradas de julio, 2021

La mirada que busca

  Siempre que pienso en mi madre la relaciono con el cine. Ella era una acérrima admiradora del séptimo arte y una entendida en películas porque las había visto todas desde que era muy pequeña, porque el cine era su refugio y era su posibilidad de soñar. Alguien que sueña tanto y que tanto persigue un sueño, es alguien que merece la pena conocer y tratar. Ella era así, una especie de hada en medio de la crueldad de la vida. Un alma inocente. Si pudiera darse marcha atrás en el tiempo yo escribiría una historia diferente con ella. En lugar de escapar de la vida cotidiana y darme a la aventura, esperaría tranquila sus confidencias y observaría su modo de abarcar la marcha del mundo. Era sabia y, a la vez, una mariposa con las alas siempre muy cerca de las llamas. Su memoria fabulosa (era capaz de recordar todas las letras de todas las canciones, todos los diálogos de todas las películas, los nombres de todos los actores y actrices, los títulos de libros) solo iba pareja a su habilidad co

"La violeta del Prater" de Christopher Isherwood

  Ya he escrito de Christopher Isherwood en este blog. Primero con su libro "Adiós a Berlín" y luego con "El señor Norris cambia de tren"  dos de sus obras más interesantes. Lo mismo que esta, "La violeta del Prater", que acaba de publicar la editorial Acantilado. Su publicación original tuvo lugar en el año 1945.  Dos de las novelas de Isherwood han sido adaptadas al cine con mucho éxito. La primera adaptación fue la de "Cabaret", de Bob Fosse, con Liza Minelli en el papel principal. El ambiente de Berlín que recogía la novela "Adiós a Berlín" queda aquí hermosamente reflejado. La otra adaptación conocida es la que hace Tom Ford de "Un hombre soltero", que protagoniza Colin Firth . "Adiós a Berlín" tuvo otra adaptación anterior, de 1955, con el título de "Soy una cámara". En 2011se rueda "Christopher and His Kind", una producción de la BBC, basada en la obra autobiográfica homónima del autor. D

Verde Tamara

  Siempre que veo un cuadro de Tamara de Lempicka me viene a la cabeza una historia. Como las mujeres de Modigliani, las suyas tienen esa leve inclinación de cabeza que las hace parecer vulnerables, aunque sean más robustas y consistentes. Pero la cabeza inclinada es una delación de su interior. Están expuestas. Y luego surgen los colores como una forma brutal de compensación. Colores estallantes, que vibran con el movimiento del sol y que hacen que el cuadro cambie según lo mires, según caiga la luz. Néstor Almendros hablaba del juego de la luz sobre las escenas y cómo estas se convierten en otra cosa dependiendo de cómo las ilumines. Podía verse con toda exactitud en "Kramer contra Kramer" donde la vulnerable madre siempre se recostaba sobre fondos opacos y el padre tenía detrás todos los artilugios de cocina porque debía representar la fortaleza. Luego se invierten los papeles pero la luz sigue ahí, vigilante, siempre presente.  En el Retrato de Arlette, Tamara deposita to

"Querida señora Bird" de A. J. Pearce

¿Quién es A. J. Pearce? La explicación que aparece en la solapa del libro es muy escasa. Se trata de alguien que creció en Hampshire, Inglaterra, y que estudió en las universidades de Sussex y de Northwesthern. Esta es su primera novela. Tiene una cuenta de Twitter en la que sigue muy activamente la repercusión de su libro. También usa Facebook e Instagram. Es, pues, una mujer de hoy. Cuando coloqué la portada del libro en Twitter, ella misma me respondió muy agradecida por la lectura. Eso es lo bueno de las redes sociales. Me imagino a Jane Austen en esta tesitura. Seguro que ella y sus mujeres las usarían con ingenio y elegancia. Aunque la historia que se narra aquí no se desarrolla en nuestros días sino en los convulsos tiempos de la Segunda Guerra Mundial, cuando toda Europa se retorcía en medio de la contienda. Es decir, en torno a 1940, malos momentos para la democracia y origen de muchos textos literarios, películas y heroísmos. Todo comienza con un anuncio en el periódic

Blanche Knopf: cuando editar es un arte

  (Blanche Knopf en 1920) Blanche Knopf nació, en el seno de una familia judía bastante irregular por el origen de sus padres, el 30 de julio de 1894 en Nueva York. Aunque en esa familia no había una especial dedicación al mundo de la cultura, ella amaba algo sobre todas las cosas: los libros. Por eso encontró su alma gemela en Alfred. A. Knopf , al que conoció en una fiesta en 1911 y con quien asumió la tarea de crear una empresa editora, la Alfred A. Knopf Inc., de 1915, que tuvo importancia excepcional en el conocimiento de los autores hispanoamericanos y europeos en los Estados Unidos. Además, tuvo la intuición clara de apoyar a los autores del realismo, de la novela negra que emergía y de la escritura más novedosa y experimental. Entre los autores europeos que publicó están Freud, Camus, Gide, Sartre, De Beauvoir o Thomas Mann. Con respecto a los americanos, ahí están Updike, Willa Cather, Raymond Chandler o Dashiell Hammett, entre otros.  La valía de sus autores llevó a que much

"Cuentos completos" de Kate Chopin

  Una excelente colección de cuentos, bien organizada, estructurada y con un prólogo aclaratorio de parte de Eulalia Piñero Gil es lo que ofrece la editorial Páginas de Espuma de esta desconocida escritora, que cultivó la novela y el relato. Para captar la esencia de su obra hay que remitirse a su biografía, inusual y llena de peripecias que merece la pena conocer.  Katherine O'Flaherty Faris (1850-1904) era su nombre real y nos evoca ascendientes irlandeses. Así era por parte de padre. La historia del padre es bastante desgraciada porque murió cuando ella tenía tan solo cinco años. Thomas O'Flaherty fue uno de los fundadores del tren del Pacífico, y estaba a bordo del tren en su viaje inaugural cuando un puente sobre el río Gasconade se desplomó. La familia vivía en el estado de Missouri , en concreto en San Louis, donde había nacido Kate . La madre era una criolla francesa, muy asentada en la comunidad y ello permitió que también la niña tuviera una interesante vida social

"Lo que queda de luz" de Tessa Hadley

  Siempre me emociona descubrir una nueva voz. Suelo investigar acerca de ese nuevo escritor o escritora y entonces encuentro aspectos que me interesan y que tienen mucho que ver con lo que escriben, con lo que son. En este caso está Tessa Hadley. No había oído hablar de ella. Dicen algunas escritoras famosas que esto es una injusticia, que la obra de Hadley tiene categoría para ser conocida y admirada, pero esto es lo que sucede con la literatura y no es la primera vez, ni muchísimo menos. La historia personal de Tessa Hadley es parecida a la de otras mujeres (la mayoría mujeres, pero no solo) que escriben durante toda su vida, logran publicar con esfuerzo bastante tarde, y luego pueden dedicarse a la escritura con el convencimiento de que son escritoras a partir de los sesenta años más o menos. Esto ocurrió con Hadley. Cuando veo esta situación siempre pienso en Jane Austen. Toda la vida, o casi, revisando manuscritos que serían difíciles de publicar o que se publicarían en condicio

¿Por qué NO ME GUSTA "Alicia en el país de las maravillas"?

  Leí "Alicia en el país de las maravillas" cuando era muy pequeña. Apenas entendí nada. Pero formaba parte de las lecturas canónicas para los niños de seis a doce años y no había forma de evadirse de la tradición. Aquello era, para mí, una rápida sucesión de gags, con personajes exóticos que entraban y salían de escena, malhumorados, soltando barbaridades y con poquísima educación. Recuerdo que todos ellos tenían prisa, aunque nunca pudieron engañarme al respecto: era una prisa bastante absurda, por cuanto todos estaban condenados a vivir entre las páginas del libro y, salvo que llegara Woody Allen y los librara de esa esclavitud convirtiéndolos en Alicia y la rosa púrpura, no había esperanza de que la situación cambiara. Desde luego, yo no era una Alicia que leía los libros debajo de un árbol, sino más bien una chiquilla de piernas largas y canijas que iba de azotea en azotea, de pretil en pretil, con los libros en precoz equilibrio. Más que árboles, tenía a mi alrededor en

"El grupo" de Mary McCarthy

  Mary McCarthy (Seattle, 1912-Nueva York, 1989) es una escritora recientemente recuperada para los lectores en español. Su propia vida está en el origen de la trama de este libro. Ella, hija de irlandeses, estudió en el elitista Vassar College de Nueva York, promoción de 1933, como hacen las chicas de la novela. También, como una de ellas, se casó el mismo año con un actor llamado Harald Johnsvd. Su existencia fue muy movida y tuvo contacto y relaciones con muchos intelectuales de la época. Se casó cuatro veces. Escribió varios libros y numerosos artículos en diversos periódicos y revistas.  La novela se ambienta en el momento histórico de la Gran Depresión, años treinta, aunque fue escrita en los sesenta. Comienza con la boda de una de las chicas, Kay, en 1933, y termina con su muerte, en 1940, habiendo estallado ya la Segunda Guerra Mundial. Estuvo prohibido en Australia por los temas tan escabrosos para la época que trataba: sexo, paternidad, anticonceptiva. El retrato de la vid

"El simple arte de matar" por Raymond Chandler

  "El relato policial, por varias razones, puede ser objeto de promoción en muy raras ocasiones. Por lo general se refiere a un asesinato, y por lo tanto carece del elemento promocionable. El asesinato, que es una frustración del individuo y por consiguiente una frustración de la raza, puede poseer -y en rigor posee- una buena proporción de inferencias sociológicas. Pero existe desde hace demasiado tiempo como para constituir una noticia. Si la novela de misterio es realista (cosa que muy pocas veces es), está escrita con cierto espíritu de desapego; de lo contrario nadie, salvo un psicópata, querría escribirla o leerla. La novela de crímenes tiene también una forma deprimente de dedicarse a sus cosas, solucionar sus problemas y contestar sus preguntas. Nada queda por analizar, aparte de si está lo bastante bien escrita como para ser buena literatura de ficción, y de todos modos la gente que contribuye a las ventas de medio millón de dólares nada sabe de esas cosas. La búsqueda de

"Los reflejos de la luna" de Edith Wharton

  Los protagonistas de la novela son una pareja de jóvenes, alegres, de buenos modales, brillantes y muy pobres. Lo último se ve matizado por lo anterior, desde luego, porque la baza de sobrevivir está en sus cualidades y no en su economía. Son Nick Lansing y Susy Branch, ejemplo claro de supervivientes a base de sablazos, de dar la coba, de ser un parásito de los otros, y hacerlo con talento, gracia y cierta inteligencia práctica. Hay mucha gente así y lo logran porque sus cualidades físicas o intelectuales se lo permiten y porque siempre hay alrededor personas que caen en su trampa. ¿Puede esto durar eternamente? Nick es uno de esos novelistas en potencia que no consigue su objetivo de triunfar y que tiene que mantenerse a rastras con la exigua ayuda del patrimonio familiar. Tiene un trabajo para él indigno a todas luces: escribir para una enciclopedia, pero esto le parece lo peor y necesita el triunfo como novelista. Por parte de ella, Susy , perdió su posible fortuna con el derro

Menéndez Pidal y el Concurso de Granada

  Además de Falla y de Lorca, otra presencia detectada en Granada, en 1920, es la de Ramón Menéndez Pidal, ocupado por entonces en la transcripción de romances populares, que eran considerados una fuente inestimable de conocimiento de las formas líricas más cercanas a las raíces. Menéndez Pidal es una figura de referencia en la intelectualidad de la época y, probablemente, el más destacado filólogo español de todos los tiempos. Sus dos principales líneas de trabajo, la literatura popular y la dialectología, así como su aplicación de los nuevos métodos positivistas alemanes al estudio literario y filológico, suponen una enorme aportación a la investigación española. Se trata, como ocurre con otros prohombres de la ciencia y la cultura españolas, de un personaje muy poco conocido en profundidad y que ha sufrido la simplificación de los adjetivos que se aplican con escaso conocimiento de causa. Sin embargo, sus estudios de campo y los posteriores ensayos que llevó a cabo a partir de ellos

Pintores, músicos y escritores en el Concurso de Granada

  (Santiago Rusiñol, Patio azul, 1913) (Una manola. Ignacio Zuloaga) (En el balcón, José María Rodríguez-Acosta, Museo Thyssen)  La nómina de los pintores, escritores, músicos e intelectuales que intervinieron directamente o apoyaron la idea del concurso de cante jondo de Granada en el año 1922 es muy extensa y ha sido ampliamente reseñada: Manuel Ángeles Ortiz (autor del cartel anunciador), Ignacio Zuloaga (responsable de los decorados), José María Rodríguez Acosta, Hermenegildo Lanz y Santiago Rusiñol , entre los pintores; Manuel de Falla, Andrés Segovia, Felipe Pedrell, Miguel Jofré, y Joaquín Turina, músicos; los escritores fueron el sector más representado, contando, además de Lorca , con Edgar Neville, Juan Ramón Jiménez, Tomás Borrás, Manuel Chaves Nogales, Ramón Gómez de la Serna, Ramón Pérez de Ayala, entre otros. Hay que sumar también a algunos renombrados intelectuales como Francisco Giner de los Ríos y Fernando de los Ríos . Y a Miguel Cerón que había contribuido a acuñ

Cita en el Variedades

  (Pastora Imperio, hija de La Mejorana, pintada, en 1905, por José Villegas y Cordero) En Atocha, 68 (Madrid), donde estaba el Salón Variedades, antes Liceo Ríus, hay ahora un restaurante, un párking, un bloque de pisos y una tienda de productos ecológicos. Pero los años finales del siglo XIX y los primeros del XX allí coexistieron un teatro, un lugar especializado en flamenco y un foro para mítines políticos. Por eso su historia es variopinta e interesante.  El 19 de marzo de 1899 publica El Imparcial la noticia de un "Concierto flamenco" cuyos detalles merece la pena conocer. El Imparcial había sido fundado en 1867 por Eduardo Gasset y Artime y era un periódico de empresa y no de partido, lo que suponía una diferencia con respecto a otros. De ideología liberal, subsistió hasta 1933, después de diversos avatares editoriales. Mantuvo una sección cultural llamada Los Lunes de El Imparcial, que llegó a ser la más importante en lengua española durante décadas, con la colaboraci