Siento una rara emoción al escribir este post. No en vano "Emma" me ha acompañado durante un año entero. Un año en el que han ocurrido muchas cosas, la mayoría de ellas buenas. He ido conociendo a Emma al mismo tiempo que me he ido reconociendo a mí misma. Los defectos de Emma son muy parecidos a los míos: su impaciencia, sus enfados, su susceptibilidad, su inseguridad ante la única persona que puede interesarle de verdad, su apego a la vida, su curiosidad incesante, su ironía (que la lleva a toparse con situaciones problemáticas, como a mí me suele pasar también). Claro que Emma es un personaje literario, una chica de veintiún años y yo no soy ni lo uno ni lo otro, pero creedme si os digo que me siento más cercana a ella que a la Bovary o a la Karenina o a Ana Ozores, con tanto drama encima, con tan poquísimo sentido del humor y tantísima tragedia. Ufff. Prefiero mil veces a Emma y sus meteduras de pata. Y su corazón limpio. Y su descubrimiento del amor en ese señor K
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