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Mostrando entradas de 2019

"!Noticia bomba!" de Evelyn Waugh

Este es uno de los libros editados con motivo del cincuenta aniversario de la editorial Anagrama y no está nada mal la elección. Desde luego, humorística e irreverente. El título original bien podría haber valido porque es una palabra que todos los lectores de periódicos conocen, Scoop, es decir, "bombazo". Noticia bomba, al fin y al cabo. Se publicó en su edición original en 1938 y trata de un equívoco. El que conduce a que el joven y novato William Boot se vea convertido en reportero de guerra, enviado especial a una zona de difícil desempeño, el África nororiental.  El libro lleva un prólogo escrito por Evelyn Waugh en 1963, es decir, tres años antes de morir y cuando las circunstancias ambientales habían cambiado. El prólogo es indicativo del carácter de la novela, del punto de vista y de la ironía que la atraviesa. Una frase puede darnos alguna pista de todo esto: "Los corresponsales en el extranjero disfrutaban, en la época en que fue escrita esta histori

"El fantasma de Canterville" de Oscar Wilde

(Castillo de Leeds, condado de Kent, Inglaterra) Junto con "Las aventuras de Tom Sawyer" de Mark Twain, "El fantasma de Canterville" fue el libro favorito de mi infancia. Ah, y en esta lista también está "Ivanhoe" de Sir Walter Scott, que luego resultó ser una persona bastante relacionada con Jane Austen. No sé si esto significa algo. El deslumbramiento por estos libros no ha cedido nunca, todo lo contrario que con "El principito", que leí por tradición familiar, que me embaucó al principio, pero que luego pasé por la sartén del escepticismo y ahí sigue. En cambio, Tom, los caballeros sajones y el fantasma me producen, cada vez que los releo, la misma satisfacción irónica, la misma risa y el mismo desparpajo. La escena de la valla (si has leído Tom Sawyer sabes a qué me refiero) forma parte de mi película personal y no diré menos del inicio del fantasma, con esas disquisiciones ácidas del comprador y el vendedor del castillo. Ya entonces

Cena en casa de los Weston

(Sir Thomas Lawrence. Retrato de Lady Elizabeth Conyngham) Al señor Woodhouse le incomoda enormemente tener que moverse de casa. Está mucho más a gusto en ella, paseando por los jardines con su bufanda doble, sentado junto a la chimenea, o dormitando en su butaca, mientras oye el runrún de la charla de sus invitados. Para él, el mundo exterior encierra enormes peligros. Enfermedades, incomodidades y toda suerte de desventuras. Su casa es su castillo. Además de eso, considera una bendición tener a su alrededor a sus hijas y nietos. Si por él fuera querría que nunca se movieran de allí. Pero sabemos que esto no es posible y que Isabella vive en Londres con su marido, el abogado señor John Knightley y sus cinco hijos, la pequeña de los cuales, Emma, solo tiene unos meses.  Resulta difícil, de todos modos, resistirse a las súplicas de Emma, la joven protagonista del libro, y no acudir a casa de los señores Weston a la cena de Navidad. Así que todos se preparan para el aconte

"Un montón de migajas" de Elena Gorokhova

Este es el libro de memorias de una joven rusa que quiere contarnos cómo vivió su juventud en la Rusia de los años sesenta del siglo XX. Con esta introducción ya podemos hacernos una idea de su contenido y de qué vamos a encontrar al leerlo. Las inquietudes de una joven pueden verse trastocadas si vive en un Estado autoritario en el que nada es lo que parece y en el que hay que asumir una verdad oficial que no puede ser cuestionada. Los jóvenes reflexionan sobre lo que ven y quieren sus propias respuestas. Esta lucha interna entre lo que hay y lo que nos gustaría que hubiera se agudiza especialmente en estos lugares en los que la vida es tan difícil como para impedir el pensamiento libre. Es la libertad lo que ansía Elena y lo que la lleva a buscar otros horizontes. La presión que sobre ella ejerce el país en el que vive y que ha interiorizado su propia madre (como si fuera una vigilante que tiene que velar porque ella no se descarríe) hace irrespirable su vida y su crecimiento. Po

"El hombre de hojalata" de Sarah Winman

Esta es la tercera novela de Sarah Winman y la primera que sale en España traducida. Ha sido la editorial Dosbigotes la responsable de ello. Los traductores, Bruno Álvarez Herrero y José Monserrat Vicent. En su versión original apareció en 2017.  Se cuenta aquí la historia de Ellis y Michael. Hay una frase de D. H. Lawrence que quizá convendría recordar, al hilo de esta lectura: "Los lazos del amor son difíciles de desatar". Es decir, por mucho tiempo que pase, por muchas cosas que sucedan, por mucha gente que esté en nuestra vida, los lazos del amor son indisolubles y nunca caducan. Incluso cuando uno no quiere reconocer que existen. Cuánto de amor, cuánto de amistad, cuánto de empatía, cuánto de complicidad. Eso es ya otra cuestión.  Esta es, por tanto, una historia de amor y de algo más. Michael y Ellis lo comparten todo en la adolescencia. Sus preocupaciones, sus alegrías, los problemas con los padres, los lujos del descubrimiento. Pero la vida pasa y Ellis s

“Para Helga” de Bergsveinn Birgisson

El granjero islandés Bjarni lleva toda la vida enamorado de Helga, su vecina y también granjera. Cuando eran jóvenes tuvieron una tórrida aventura que no llegó a nada. Los dos estaban casados. Ese recuerdo, absolutamente vívido, como si hubiera tenido lugar una hora antes, lo lleva dentro a pesar del paso del tiempo, ineludible. El libro es la larga carta que Bjarni escribe a Helga para contarle sus sentimientos. Y, de paso, lo que ha vivido y cómo ese amor de juventud le ha condicionado su existencia. Quedaba mucho por decir, demasiado, parece explicarnos con su carta, y hay que decirlo antes de que sea demasiado tarde. Como suele ocurrir, el amor solo parece encontrar consuelo en la verbalización. Quiero, al menos, que lo sepas.  El granjero, ambos, viven en Islandia y por eso la carta, o lo que es lo mismo, el libro, se transforma en una postal de la vida islandesa, que nos resulta tan lejana a nosotros y que imaginamos llena de tópicos de frío y de aire glacial. Lo rural, l

"Unas vacaciones en invierno" de Bernard MacLaverty

Nada mejor que un buen narrador irlandés para llenar de palabras las tardes de finales de otoño. "Unas vacaciones en invierno" habla de dos personas mayores, una pareja, Stella y Gerry, que creen conocerse y quizá se conocen. Pero en ese "quizá" hay una interrogante, una duda. ¿Conocemos de verdad a la gente que vive a nuestro lado? ¿Cuánto hay de conveniencia en mantener una pareja a lo largo de los años? ¿Dónde están las deslealtades, dónde las mentiras?  Una escapada a Amsterdam puede revitalizar una relación o convertirla en un espejo de las crueldades que uno y otro conservan en una caja de cristal a lo largo del tiempo. La vida cotidiana es el enorme crisol en el que confluyen, sin quererlo, todas nuestras livianas soledades y nuestras pérdidas. El paso de las horas nos deslumbra y tapa los defectos, pero también amplifica los errores y descubre los miedos. Hay pocas cosas que resistan la lupa de los días compartidos.  Hay una sensación en los p

Lo que nos falta

(Foto: Nina Leen. 1913-1995) Apenas lo decimos en voz alta. Si lo hiciéramos, se rompería el ruidoso dique las lágrimas y estas navegarían incontenibles, saltando de ola en ola, de cerezo en cerezo. Todos los árboles de ese jardín que fue se llenarían de pequeñas estrellas, cada lágrima un sol, cada gota una luna en el rocío. Por eso no lo hablamos, por eso no lo decimos en voz alta, porque estallaría el mundo y todo se volvería amanecer inquieto, lluvia firme.  No lo decimos pero está al fondo de todo. Las manos que se mueven y no encuentran. El tiempo que buscamos y no termina de llenarse. Los paisajes que nunca visitamos. Los viajes que no hicimos. Las risas que perdimos. El aire que se vicia al contener su ausencia. Su nombre y apellidos colocado en una urna, con las letras mayúsculas y los tonos oscuros. Es todo lo que vimos después del precipicio. No está. No volverá a sentarse entre nosotros. No volveremos a tener su aliento. No volverá a decirnos que las cosas son f

"Una relación perfecta" de William Trevor

William Trevor sigue la gloriosa tradición literaria irlandesa, llena de nombres felices, de hermosas obras, de fabulosas historias. Como otros autores, Trevor nació y se crió en la Irlanda rural, que tanto contagia de belleza la escritura de sus hijos. Fue en 1928 y en el condado de Cork. No es solo un novelista excepcional sino un extraordinario autor de cuentos. "Una relación perfecta" toma su nombre, precisamente, de uno de los cuentos que forman este volumen. Los otros son "La hija de la modista", "La habitación", "Hombres de Irlanda", "Trampa jugando a la canasta", "Valentonadas", "Una tarde", "En Olivehill", "Los niños", "Viejo amor", "Fe" y "Folie à deux".  Todavía hay un gran número de lectores de novelas que no tienen especial predilección por los cuentos. No es fácil escribir un buen cuento. Y a muchos de esos lectores les queda una cierta sensación

Atrapadas

Las ves y han olvidado sonreír. Tienen un aire cansado, como si todo el mundo cayera sobre ellas de vez en cuando. Como si ellas soportaran todo el mundo. Han perdido eso que se llama dignidad y han escalado las cimas del ridículo. Son más de lo que parecen. Tienen cargos públicos, trabajos importantes, inteligencias limpias, miradas puras. Pero cayeron en una red de la que es difícil escapar. Es una red que comienza siendo una gasa suave y delicada que te cubre, adobada con palabras amables, con canciones italianas y películas tristes. Continúa con un péndulo que se mueve, de un lado, los susurros; de otro, los gritos. Como si tuviera un aire bergmaniano inconfundible. Primero, notarás que el lazo te rodea. Después, el lazo será una mano fría. Por último, alguien se reirá de ti y te preguntará por qué no te mueves si en torno a ti no hay nada. Ese es el secreto: no hay nada donde creías que había una huella de calor. Eso que notas no existe, ni fue nunca, es una ensoñación, un ju

"Las cartas de Chawton" Jane Austen

Descubrir cosas sobre Jane Austen es un extraño placer que sus lectoras consideramos, además, un golpe de fortuna. Sabemos que era una gran escritora de cartas, incluso algunas de sus novelas comenzaron siendo epistolares y tiene una obra maestra del género ("Lady Susan"). Muchas de esas cartas, las que no se destruyeron, están publicadas. En este caso Kathryn Sutherland, profesora de Bibliografía y Crítica Textual en la Universidad de Oxford, ha escogido una selección de ellas y las ha contextualizado, comentado y glosado. Eso es lo que es este libro, recién editado por Alba Clásica.  Son trece cartas, doce de las cuales proceden del Jane Austen`s House Museum, y una de la Jane Austen Society.  Las cartas, en el tiempo de Jane Austen, eran el modo de comunicación más usual después, claro está, de la tertulia cara a cara. Tardaban su tiempo en llegar pero servían para mantener los lazos familiares  y amistosos. En una familia tan numerosa como la de los Austen, och

"Las lealtades" de Delphine De Vigan

Los libros con niño dentro son difíciles. Como decía mi amigo, el escritor y cantaor Luis Caballero, "el flamenco no es cosa de niños". Y los niños literarios en novelas de adultos tienen algo que desgarra, algo de lo que conviene huir. Delphine De Vigan escoge a un niño como protagonista y con él todo lo que gira en torno a las relaciones rotas y a los extraños designios que la vida depara a los hijos cuando las familias se rompen. Veo en ocasiones ejemplos de esto. Las parejas que un día escribieron sus nombres en los troncos de los árboles llegan al desastre y ese desastre se derrama como agua sobre una mesa de mármol. Te odio porque me has engañado con otra, podría ser la música que animara esta historia. Te odio porque ya no estás, ya no eres y ya no soy nada para ti. Los odios hacia aquellas personas que te amaron y amaste son tan intensos que no pueden borrarse ni siquiera por el paso de los años. Los hijos están ahí, captando ese odio en el aire, observando y ll

"Con todas las de perder" de Víctor Jiménez. Poesía.

Lo más enternecedor de los libros de poesía es que son pequeños. La mayoría tienen pocas páginas y portadas en colores desvaídos y melancólicos. No imagino un libro de poesía teñido de rojo o de azul intenso. Son suaves y discretos, como estos que andan ahora por aquí.  La copla flamenca, el soporte del cante, tiene hondura cuando se resuelve en soleares. Esa copla es un inmenso recipiente que contiene versos populares y versos de autor. Versos como besos. No me gusta esa distinción entre "lo popular" y "lo culto", porque se confunde la tradición oral, tan fresca y sin compostura, con lo poco versado o lo vulgar. Al mismo tiempo se le da una pátina de superioridad a la copla de autor, por el simple hecho de que sabemos quién la ha escrito y porque su autor ha dejado plasmado en ella su nombre.  Lo popular aparece en el flamenco con el exacto ajuste que el tiempo le ha otorgado. Poesía hecha por decantación, medida y sin sobrantes. El eco popular nutre,

Cine, flamenco y tópicos

Parece que la única mirada que interesa al cine es la que abre la puerta al tópico andaluz, a las juergas de los señoritos, a la miseria que se alivia con el cante, a la relación entre toros y flamenco, omnipresente. El flamenco actúa así como una suerte de ambientación, de telón de fondo, delante del cual transcurren las historias, sin apenas contaminarse, sin desvelar nada de lo que se oculta tras la fiesta, el bullicio o las celebraciones. Las películas contribuyen a asentar el estereotipo del andaluz, ya reflejado en las narraciones de los viajeros románticos, tan alejadas de la realidad. Su pervivencia en la composición de personajes llega hasta nuestros días, pues proliferan en las series televisivas los andaluces graciosos, las chachas con deje andaluz, los cuentachistes… En algunas películas esa fiesta va asociada a los ritos familiares, bautizos, bodas, entierros o a las costumbres populares de más arraigo, romerías y ferias, y aparece como un elemento más del paisaje

¿Técnica o sentimiento?

En una entrevista concedida el mes de junio de 2008 al Diario ABC de Sevilla la bailaora Eva Yerbabuena ponía el dedo en la llaga en esa famosa duplicidad que impregna la discusión flamenca desde hace años. No es esta la única polémica en la que este arte se halla envuelto, revitalizándose con discusiones entre aficionados o entre expertos. Más bien, el flamenco tiene la virtud de saberse retroalimentar con cíclicos enfrentamientos que posicionan en lugares opuestos a sus seguidores. El más antiguo de ellos es el que se refiere a su origen pero también tiene un papel relevante en los debates todo lo que atañe a la vieja discusión entre profesionalidad y amateurismo (que tuvo su auge en el Concurso del año 22), o lo referido a la distinción entre Cante chico y Cante grande. En este último caso, aunque nos pueda parecer superada esta clasificación, la disputa todavía reverdece con motivo de experimentos y espectáculos de cierta novedad.  Unido a lo anterior, cómo no, la gran lín

Neurótico pero genial

Nunca sabremos si las neurosis de Allen hicieron salir a la luz las de los demás o si las crearon directamente. En los años setenta, en los tiempos en los que se rodó esta película y años posteriores, se puso de moda ir al psiquiatra y se convirtió en un pasatiempo de los grupos de amigos el darle vueltas y vueltas a los argumentos de las películas o los libros. La discusión, la charla, la conversación, estaba en su punto más alto. Era lo más cool. Pero no la insustancial, nada de hablar de trapitos o de amoríos, sino todo con mucho más altura. Si hablabas de amor lo hacías de la incompatiblidad de las parejas, de lo imposible que es durar y otras cuestiones que hacían devanarse los sesos a los jóvenes de antaño. Si salía el tema de la política comenzaba a cundir el pesimismo, o, al menos, el escepticismo. Así era también Woody Allen, cuyo tema de conversación favorito versaba sobre esto: Woody Allen. El narcisismo cinematográfico alcanzó aquí las cotas más altas y, como consecuen