"Las lealtades" de Delphine De Vigan
Los libros con niño dentro son difíciles. Como decía mi amigo, el escritor y cantaor Luis Caballero, "el flamenco no es cosa de niños". Y los niños literarios en novelas de adultos tienen algo que desgarra, algo de lo que conviene huir. Delphine De Vigan escoge a un niño como protagonista y con él todo lo que gira en torno a las relaciones rotas y a los extraños designios que la vida depara a los hijos cuando las familias se rompen. Veo en ocasiones ejemplos de esto. Las parejas que un día escribieron sus nombres en los troncos de los árboles llegan al desastre y ese desastre se derrama como agua sobre una mesa de mármol. Te odio porque me has engañado con otra, podría ser la música que animara esta historia. Te odio porque ya no estás, ya no eres y ya no soy nada para ti. Los odios hacia aquellas personas que te amaron y amaste son tan intensos que no pueden borrarse ni siquiera por el paso de los años. Los hijos están ahí, captando ese odio en el aire, observando y llevándose la peor parte. La parte del desarraigo y quizás también de la culpa.
En este libro la familia es un terreno incierto, hostil, peligroso. Las personas evaden sus responsabilidades y terminan huyendo, aunque no todas. Las hay que intentan cargar con algo que no les pertenece o no les corresponde. Es difícil no caer en el ternurismo o la sentimentalidad absurda. Es difícil, pero no imposible, porque De Vigan lo consigue y es eso lo que convierte a este libro en un documento con telón de fondo.
En realidad, esta historia contiene muchos niños. Todos los que van al colegio en el que trabaja Hélène, la profesora que narra, alternativamente, algunos capítulos. Ella es la persona intuitiva y concienciada que ve lo que ocurre y que se mete en líos por no mirar hacia otro lado. Conozco profesores así, gente limpia que no actúa de espaldas a los niños sino que los acogen como si fueran lo más importante del mundo. Que lo son. Gente que ve a través de los silencios, que están atentos a las miradas y a los sollozos ocultos. Son los profesores que terminan entrando en el campo de minas que supone cualquier familia, cualquier ecosistema lleno de personas con problemas.
Hélène aprecia el peligro en el simple gesto del niño, de Théo, y lo corrobora la actitud del amigo, Mathis, dos niños con familias diferentes, pero ambos perdidos como un mensaje en una botella. Están indefensos pero simulan una fuerza que no les pertenece. La madre de Mathis, Cécile, ha hecho un descubrimiento terrible pero solo porque ha querido engañarse y engañarnos. El padre, William, se mudó hace tiempo a otra galaxia. Lo mismo que el padre de Théo, aunque por motivos diferentes y con un desenlace mucho más brutal y desesperanzado. Todo esto lo sabe Hélène tan de primera mano como si lo hubiera vivido. Y quién sabe si lo ha vivido.
Las historias de las dos madres parecen cruzarse y producen un vertiginoso eco en la propia historia de Hélène como madre, una madre vacía, sin hijos y sin posibilidad de tenerlos. Familias, familias, familias, padres y madres que actúan con nocturnidad, alevosía y preguntas. La familia es un microcosmos que puede trasladarte a la gloria o a la inmundicia. Todos ellos lo saben. El lector lo descubre al poco tiempo.
No hay nada más terrible ni nada que genere más sensación de culpa que odiar al padre, a la madre, al amante, al marido. Ese odio transforma la vida en terror, en una sensación acuosa, transparente y sucia. Hélène lo sabe bien y por está ojo avizor, pendiente de que algunos de sus alumnos transite por ese camino que ella conoce y que no debería estar bajo los pasos de nadie.
Delphine De Vigan es una escritora deslumbrante. Tiene un estilo tan directo, claro y conciso, que sus frases son como espadas, como surcos que abre en ti dejando huellas. Sus libros anteriores ya iniciaron ese camino de contención expresiva, de decir sin alharacas, que aquí rubrica con asombrosa calidad. Es imposible cerrar el libro antes de terminarlo. Es imposible sustraerse a la magia de unas palabras dichas con la naturalidad de quien escribe su autobiografía sin serlo. Esa diferencia, esa distancia, entre lo que uno es, lo que quiere ser y lo que cree ser, se manifiesta en estas páginas de una manera rotunda, total y peligrosamente cierta. Toda la lectura del libro te encuentras en territorio hostil, a punto de que algo ocurra, a punto de que se cierren las puertas y las ventanas arrojen fuego. El final del libro es, en realidad, el comienzo de algo que, quizá, si hay suerte, conduzca a un abrazo inesperado. No siempre el desasosiego es una mala señal. De Vigan enseña que la duda no es debilidad, sino fortaleza y que el pasado es una losa que admite redención.
Las lealtades. Delphine De Vigan. Editado por Anagrama en 2019, con la traducción de Javier Albiñana. Título original: Les Loyautés. Delphine De Vigan nació en 1966. Algunas de sus novelas se han convertido en películas, como "Basada en hechos reales" que ha publicado la misma editorial, igual que "Nada de opone a la noche", otro de sus grandes libros.
Otra reseña de la autora en este blog
Basada en hechos reales
En este libro la familia es un terreno incierto, hostil, peligroso. Las personas evaden sus responsabilidades y terminan huyendo, aunque no todas. Las hay que intentan cargar con algo que no les pertenece o no les corresponde. Es difícil no caer en el ternurismo o la sentimentalidad absurda. Es difícil, pero no imposible, porque De Vigan lo consigue y es eso lo que convierte a este libro en un documento con telón de fondo.
En realidad, esta historia contiene muchos niños. Todos los que van al colegio en el que trabaja Hélène, la profesora que narra, alternativamente, algunos capítulos. Ella es la persona intuitiva y concienciada que ve lo que ocurre y que se mete en líos por no mirar hacia otro lado. Conozco profesores así, gente limpia que no actúa de espaldas a los niños sino que los acogen como si fueran lo más importante del mundo. Que lo son. Gente que ve a través de los silencios, que están atentos a las miradas y a los sollozos ocultos. Son los profesores que terminan entrando en el campo de minas que supone cualquier familia, cualquier ecosistema lleno de personas con problemas.
Hélène aprecia el peligro en el simple gesto del niño, de Théo, y lo corrobora la actitud del amigo, Mathis, dos niños con familias diferentes, pero ambos perdidos como un mensaje en una botella. Están indefensos pero simulan una fuerza que no les pertenece. La madre de Mathis, Cécile, ha hecho un descubrimiento terrible pero solo porque ha querido engañarse y engañarnos. El padre, William, se mudó hace tiempo a otra galaxia. Lo mismo que el padre de Théo, aunque por motivos diferentes y con un desenlace mucho más brutal y desesperanzado. Todo esto lo sabe Hélène tan de primera mano como si lo hubiera vivido. Y quién sabe si lo ha vivido.
Las historias de las dos madres parecen cruzarse y producen un vertiginoso eco en la propia historia de Hélène como madre, una madre vacía, sin hijos y sin posibilidad de tenerlos. Familias, familias, familias, padres y madres que actúan con nocturnidad, alevosía y preguntas. La familia es un microcosmos que puede trasladarte a la gloria o a la inmundicia. Todos ellos lo saben. El lector lo descubre al poco tiempo.
No hay nada más terrible ni nada que genere más sensación de culpa que odiar al padre, a la madre, al amante, al marido. Ese odio transforma la vida en terror, en una sensación acuosa, transparente y sucia. Hélène lo sabe bien y por está ojo avizor, pendiente de que algunos de sus alumnos transite por ese camino que ella conoce y que no debería estar bajo los pasos de nadie.
Delphine De Vigan es una escritora deslumbrante. Tiene un estilo tan directo, claro y conciso, que sus frases son como espadas, como surcos que abre en ti dejando huellas. Sus libros anteriores ya iniciaron ese camino de contención expresiva, de decir sin alharacas, que aquí rubrica con asombrosa calidad. Es imposible cerrar el libro antes de terminarlo. Es imposible sustraerse a la magia de unas palabras dichas con la naturalidad de quien escribe su autobiografía sin serlo. Esa diferencia, esa distancia, entre lo que uno es, lo que quiere ser y lo que cree ser, se manifiesta en estas páginas de una manera rotunda, total y peligrosamente cierta. Toda la lectura del libro te encuentras en territorio hostil, a punto de que algo ocurra, a punto de que se cierren las puertas y las ventanas arrojen fuego. El final del libro es, en realidad, el comienzo de algo que, quizá, si hay suerte, conduzca a un abrazo inesperado. No siempre el desasosiego es una mala señal. De Vigan enseña que la duda no es debilidad, sino fortaleza y que el pasado es una losa que admite redención.
Las lealtades. Delphine De Vigan. Editado por Anagrama en 2019, con la traducción de Javier Albiñana. Título original: Les Loyautés. Delphine De Vigan nació en 1966. Algunas de sus novelas se han convertido en películas, como "Basada en hechos reales" que ha publicado la misma editorial, igual que "Nada de opone a la noche", otro de sus grandes libros.
Otra reseña de la autora en este blog
Basada en hechos reales
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