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Mostrando las entradas etiquetadas como Woody Allen

Woody en París

  Los que formamos la enorme legión de militantes en la fe Allen esperamos siempre con entusiasmo y expectación su última película, no la que termine con su carrera sino la que continúe con la misma. A ver qué dice, a ver qué pasa, a ver qué cuenta. Esperamos su narrativa y sus imágenes, creemos en sus intenciones y admiramos que vuelva a trabajar con profesionales tan magníficos como este Vittorio Storaro, director de fotografía, que dejó en la retina sus dorados memorables en otras de sus películas y que ahora plasma un París de ensueño. ¿Quién no querría recorrer este París? En el imaginario Allen tiene un papel esencial la suerte, la casualidad, aquello que surge sin esperarlo y que te cambia la vida. Él cree firmemente en eso y nosotros también. Shakespeare lo llamaría "el destino" y Jane Austen trataría de que la razón humana compensara las novelerías de la naturaleza. Allen también cree en la fuerza de la atracción y en la imposible lucha del ser humano contra sí mismo

Storaro en día de lluvia

Esta película me ha reconciliado con Gatsby/ Chalamet. Creo que ha contribuido a esta desaparición de la hostilidad (una palabra que suena con aire psicológico de andar por casa) el hecho de que aquí no pareciera el sobrino del dueño de la tienda de chucherías de la esquina. Entre paréntesis, la psicología (incluso la de andar por casa) está presente en la película y también las costumbres de los ricos. Aún más encantadora está Ellen Fanning (cuyo padre tiene muchos bancos) y también Selena Gómez, las dos chicas, una rubia y una morena, de la historia. Aunque hay más. La gente que dice que esto es solo un amasijo de encuentros casuales, de planes no cumplidos y de agua de lluvia transparente y fiel, tendría que pensar en que Nueva York nunca ha presentado esta inusual imagen vintage, tan llena de dorados, de ocres y de ventisca. Hasta el paseo en coche de caballos se estropea con la lluvia...En la foto, Vittorio Storaro ha fotografiado a Selena delante de la ventana de su casa, por

Pasiones sin reservas

Una vez paseaba por las Ramblas de Barcelona y un chico negro tiró de mí para llevarme no sé dónde. Reaccionó rápido uno de los primos con los que iba y todo quedó en una aventura. No tuve miedo. Quién tiene miedo a los diecisiete años...Mis primos tampoco lo tenían y la historia se convirtió en el guión de una película que rodamos, sin cámaras ni atrezzos, en esos días claros de vacaciones en los que la ciudad era toda nuestra. Lo he recordado porque hubo una canción que fue nuestra banda sonora. En algunos locales que frecuentamos sonaba una y otra vez. Y luego la oíamos en el coche y buscamos incluso su letra en inglés. La tarareábamos sin parar. Los tres logramos que la canción fuera el hit del verano.  De esa forma mágica y sorprendente en que suceden las cosas, la canción volvió a mí hace poco tiempo cuando la vi en la última película estrenada de Woody Allen. La película es "Un día de lluvia en Nueva York" y la canción es Everything Happens to Me. Oír la

¿Por qué odio a Bergman y adoro a Woody Allen?

  (Foto: Morgan Norman) Creo que los jóvenes de los ochenta y noventa estaban obligados por una norma tácita a ver las películas de Bergman y a extasiarse con ellas. Después de ver la película se sucedían tertulias improvisadas en los cafés y en los bares cutres para comentar todos y cada uno de los detalles de las películas. Por qué ocurre esto, por qué ocurre lo otro, qué fue de su padre, qué ocurrió en su infancia...Así durante un par de horas. Todos estaban imbuidos del misticismo del director y de los argumentos complejos y rotundos que exhibía en su cine. También Woody Allen cayó presa de esta fascinación, lo que puede verse en algunas películas como él mismo ha confesado. Pero no hay color.  Me parece que he visto solo dos o tres películas de Bergman y las he encontrado insoportables. Quizá una de ellas puede ser pasable ("Secretos de un matrimonio") aunque no deja de ser un ejercicio de revolver la mierda de la vida conyugal cuando esta es un auténtico peñazo. Claro q

"A propósito de nada" de Woody Allen. Autobiografía.

Me imagino muchos de los titulares que traerá de la mano la publicación, por fin, de este libro. Las opiniones enfrentadas, las respuestas osadas y las luchas entre partidarios y no partidarios. Todo paparruchas. Tonterías. Si tu intención al leerlo es enterarte de qué pasó con esa recurrente acusación de abuso sexual, es una intención loable, pero no suficiente.  Pero si lo que quieres es conocer al director al que has amado durante años, al hombre que ha hecho realidad eso de que el cine es la fábrica de las ilusiones, entonces adelante. Ya he dicho muchas veces que me gustan las biografías y las autobiografías. Por lo visto, esta ha estado a punto de no publicarse. Vetos e inconvenientes han salpicado todo el proceso. De forma paralela a la oposición de los estudios a financiar sus películas. Si no vuelve a proyectarse una película de Allen habré perdido algo. Si, además, el motivo es esa nube negra que lo persigue a modo de venganza, entonces habrá perdido algo la libertad y l

Hanna y la rosa del Cairo

  Se puede vivir sin amor pero no se puede vivir sin ilusión. Pensaba esto mientras volvía a ver por enésima ver una de mis películas favoritas "La rosa púrpura del Cairo". Recordé, asimismo, que una vez escribí un cuento llamado "Hanna y la rosa del Cairo", que fundía en su título esta película con otra que también adoro "Hanna y sus hermanas". No sé si falta una hache por ahí en algunas de estas palabras de cine. El caso es que  pensé que no se puede vivir sin ilusión viendo a Cecilia yendo al cine sola porque su marido tiene que jugar a las cartas o a los dados con un montón de zafios amigos. Y luego lo pensé cuando el explorador se escapa de la película porque necesita hacer algo más que repetir una y otra vez las mismas frases escritas por el guionista, quien, dicho sea de paso, no hace acto de presencia. Sí aparece el actor, que quiere recuperar al personaje porque no entiende ese desdoblamiento, o sí, pero le da igual, necesita que su carrera avance

Lo nuevo de Woody Allen

Desgraciaíto el que come el pan por manita ajena siempre mirando a la cara si la pone mala o buena.  (Martinete. La Moreno) Los cinéfilos nos entendemos cuando hablamos de "lo último" de Woody Allen. Es un director prolífico y esperamos siempre la próxima película. Él también. Lo cuenta en sus Memorias. "A propósito de nada" es tanto su infancia y su adolescencia como su pasión por el cine. Además, un intento desesperado de aclarar que las acusaciones contra él, desestimadas por la Justicia, le han hecho un daño irreparable. Que esto es así lo demuestran algunas de sus películas. Desde que se volvió a poner sobre la mesa la cuestión, al calor de extremismos ideológicos que ahora están cubriendo el horizonte, Woody Allen no ha vuelto a ser el mismo director. Se acabó su libertad y se acabó la posibilidad de seguir haciendo películas cada año. Ahora, para hacerlas, tiene que "venderse". Para encontrar actores que quieran trabajar con él, para

Ese sueño callado de la lluvia...

De "Midnight in Paris" me gusta la lluvia. Igual que al protagonista. Igual que a Woody Allen. Las ciudades con lluvia parecen otras. Cambian de aspecto en cuanto el cielo se oscurece, en cuanto las nubes dejan de ser formas blanquecinas y se convierten en amenazadores tanques. La sinfonía de colores de los paraguas merecería fotografiarse por Nina Leen. Ella colocaría unas cuantas muchachas al borde de un sofisticado parterre y lanzaría su cámara al aire y al mundo. Cuando la película comienza y veo esas imágenes de la ciudad, con la gente paseando tranquilamente, sentados en las orillas del río, en los cafés, cruzando los puentes, simplemente mirando escaparates, recuerdo el suplicio de las mascarillas y del miedo, recuerdo cómo nuestras caras se esconden detrás de la tela y vuelvo a mirar la película, el sosiego y la dicha que transmite. Recuerdo lo que ya no existe.  Cualquier estudiante de Arte, como yo misma hace unos años, entendería la emoción de tropezarse c

Volver a Nueva York

Las películas de Woody Allen tienen todas el mismo aroma. Los personajes cambian, los escenarios también, la música se escribe con compases diferente, pero hay algunos aspectos comunes, el principal de ellos, la mirada. La forma en la que mira el mundo y lo representa no cambia, se transforma, pero permanece con el paso del tiempo. Es una seguridad conmovedora. Después de ver varias veces "Un día de lluvia en Nueva York", ahora voy con "Café Society", una inclasificable película ambientada en Los Ángeles con vuelta a Nueva York. Del mambo al jazz.  La historia de la familia judía que, a trancas y barrancas, consigue su sitio en el mundo, no siempre de la manera más confiable y honrada. Los padres, hartos de discutir el uno con la otra; el hijo mayor, metido en negocios sucios, un gángster de los que solo el cine puede presentar, con música mientras que suelta el tiro de gracia al rival; una hermana casada con un intelectual que desprecia la vida cotidi

Ni hoy llueve ni esto es Manhattan

Las mariposas vuelan sobre las flores y la banda sonora es la mariposa del cine, su voz, sus canciones, los créditos. La voz en off, me gustan las voces en off, yo misma soy una constante voz en off. El culto por el cine, el cine del cine, el cine que te salva, el que te distrae y te hace llorar. La extravagancia. Manhattan es el lugar de la velocidad y el Carlyle y Central Park y los coches de caballo. La mitomanía. Yo también, como Ashleigh Henreid soy mitómana. Ella quiere ser periodista para ganar un Pulitzer entrevistando a los genios del cine. Los genios del cine se parecen a todos los genios. No saben lo que quieren. Están en la cumbre pero abominan de ello. Necesitan aplausos y detestan que la gente los mire. Se morirían de pena si nadie los mirara. Se disfrazan para destacar que son ellos y no otros los que salen a la calle con gafas de sol. Se juntan entre ellos y se entienden, todos en la cumbre, mirando hacia abajo con gesto displicente y un poco de miedo. Cuando estos

"Wonder Weele" de Woody Allen

Nunca leo las críticas antes de ver las películas. Por varias razones. La primera es que la crítica, cualquier crítica, me inspira poca confianza. He tenido mil ocasiones de constatar que los entresijos y los intereses mueven las apreciaciones muchas veces. La segunda es que me muevo por mi propio criterio. Lo que sí hago es leerlas cuando ya he visto la película. Y eso me ratifica en lo anterior. También en que hay cegueras que no tienen remedio, filias y fobias, prejuicios de todo tipo, a la hora de hacer una crítica. No pasa solo con el cine sino con todas las artes y con la literatura.  La suerte de escribir en un blog personal, sin que nadie te dicte, sin que nadie te pague y sin que nadie te exija, es poder deslizar tus propias opiniones y tus pensamientos, también tus sentimientos, con total libertad. Es impensable que esa libertad se vea mermada o condicionada por algo. Si ocurre así nada de lo que digas tendría valor alguno. En esa salvaguarda de uno mismo, de sus

Neurótico pero genial

Nunca sabremos si las neurosis de Allen hicieron salir a la luz las de los demás o si las crearon directamente. En los años setenta, en los tiempos en los que se rodó esta película y años posteriores, se puso de moda ir al psiquiatra y se convirtió en un pasatiempo de los grupos de amigos el darle vueltas y vueltas a los argumentos de las películas o los libros. La discusión, la charla, la conversación, estaba en su punto más alto. Era lo más cool. Pero no la insustancial, nada de hablar de trapitos o de amoríos, sino todo con mucho más altura. Si hablabas de amor lo hacías de la incompatiblidad de las parejas, de lo imposible que es durar y otras cuestiones que hacían devanarse los sesos a los jóvenes de antaño. Si salía el tema de la política comenzaba a cundir el pesimismo, o, al menos, el escepticismo. Así era también Woody Allen, cuyo tema de conversación favorito versaba sobre esto: Woody Allen. El narcisismo cinematográfico alcanzó aquí las cotas más altas y, como consecuen