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Mostrando entradas de octubre, 2022

La mujer con pantalones

  Gertrude Valderbilt Whitney posa en 1916 para Robert Henri con el descontento de su marido,  el banquero e inversor Harry Payne Whitney, que se negó a que el cuadro de su mujer en pantalones luciera en el salón de su casa.  Henri quiso retratar así a la mujer moderna en una pose eminentemente clásica. El cuadro está ahora en el Museo Whitney de Arte Americano. Es verdad que Gertrude no era una mujer al uso, sino una verdadera artista, que conoció bien la bohemia de París, estudió junto a Augusto Rodin y tenía las ideas muy claras.  El cuadro es ciertamente extraño. Mucho más en un pintor como Henri, uno de los fundadores de la escuela de Ashcan, que pretendía retratar a las clases populares de su época en la ciudad de Nueva York a modo de retratos realistas. Había nacido en 1865 en Cincinnati, Ohio, perteneciente a una curiosa familia de emprendedores propensos a los líos y que tuvieron peripecias para dar y tomar. La vida de Henri y los suyos bien daría para una serie de televisión.

Fue la gloria

(Granada. Plaza de los Aljibes. Universo Lorca)  Seas de la ideología flamenca que seas (y hay varias) no puedes obviar una realidad incontestable en la que pocas veces se incide, aun siendo totalmente cierta: el balance más positivo, espectacular y verdadero del Concurso de Cante Jondo de Granada que se celebró en 1922, fue el nacimiento a la luz de los públicos de una figura que llenaría horas de flamenco a partir de entonces: Manolo Caracol. En aquel tiempo su edad lo convirtió en el Niño Caracol, pero no fue uno de esos “niños” efímeros ni tampoco de esos fandangueros similares que pueblan el devenir de este arte, sino una personalidad colosal, nada menos que el eje de una escuela de cante que perdura con total vigencia en nuestros días a través de otro genio que le dio al caracolismo “una vueltecita”: Camarón de la Isla. Dos heterodoxos.  En junio de 1922, fecha de la celebración del concurso, Caracol estaba a punto de cumplir los trece años, pues nació el 7 de julio de 1909, se

Mary Wesley: maliciosa sencillez

La publicación por Alba Editorial en su colección Rara Avis de "El césped de manzanilla" , el libro que lanzó a la fama a Mary Wesley , genera un acto de justicia con su obra. Habiendo sido una escritora aclamada y leída por más de tres millones de lectores durante los veinte años que duró su carrera literaria (desde los 70 a los 90 años), no puede decirse que esa fama le haya servido para mantenerse en el lugar de los más leídos o reconocidos. Todo lo contrario. Al menos en España.  Yo misma no había oído hablar nunca de ella ni había leído ninguno de sus libros, un par de ellos infantiles y luego siete u ocho novelas que fueron recibidas con una calurosa crítica positiva en los años en que se publicaron. Pero no hablamos de la Edad Media ni del siglo XIX, porque los libros de Mary Wesley se publicaron entre 1983 y 1997, es decir, anteayer por la tarde. Antes de eso, en 1969, había publicado dos libros infantiles, que eran todo su bagaje en el campo de la literatura.  Pero l

"Betty" de Tiffany McDaniel

  Betty Tiffany McDaniel Traducción de Ignacio Gómez Calvo Editorial Hoja de Lata, 2022 ¿De qué trata? Esta es la historia de Betty Carpenter, hija de una familia con ocho hermanos y cuyo padre era un indio cheroqui. Toda la familia es una poco especial, desde su padre, Landon hasta su madre  Alka y también sus hermanos. Su padre conocía muy bien los ritos indios y se los enseñó a Betty designándola como protectora de sus hermanas. De ese modo, su papel en la historia es muy especial y, a través de él, nos enseña costumbre y ritos de la vida rural en Estados Unidos que no llegan a nosotros en otro tipo de libros. Una historia familiar y, a la vez, de una cultura casi desconocida, en la que la naturaleza tiene un papel primordial y los sentimientos se expresan de múltiples formas. La escritora cogió la historia de la propia vida de su madre con lo que hay muchos aspectos reales que se han trasladado al libro.  ¿Qué sabemos de su autora? Tiffany McDaniel (Ohio, 1985) es novelista, poeta

"El hombre en la cola" de Josephine Tey

  De modo que este es el último libro de Josephine Tey que la editorial Hoja de Lata ha publicado. La escribió en 1929 y usó para publicarla el pseudónimo de Gordon Daviot. Aquí aparece por primera vez su detective, el atractivo y culto Alan Grant, de Scotland Yard, un tipo que merece la pena conocer y que no tiene nada que ver con esos otros detectives entrados en años, con gabardinas sucias o con cabezas en forma de huevo.  Mi interés por Josephine Tey viene del primer libro que leí de ella, por supuesto publicado por la misma editorial Hoja de Lata que es la responsable de que Tey sea admirada ya por un grupo muy notables de lectores en español. Se trataba de "El caso de Betty Kane", 2017, que es, para mí, y junto a "La hija del tiempo", 2020, lo mejor que ha escrito la autora. Pero, por supuesto, no he dejado de leer todo lo suyo, formando así un caleidoscopio entretenido y muy especial de novelas, personajes y tramas. Así, "Un chelín para velas" ,

Cuestión de aves y flores

Él estaba al otro lado del atril, en alto, como si fuera un predicador. Pero no lo era. La conferencia tenía un tema encantador: Aves y flores en la literatura medieval. ¿A quién podría habérsele ocurrido algo así? Seguramente a algún afanoso organizador, una de esas personas originales e insensatas que pueblan los círculos culturales. Algún amante de la Edad Media o quizá un novelero sin remedio. Él estaba allí arriba, vestido de una forma muy peculiar, colocando los folios, mientras el público esperaba.  Era el despertar del verano, casi las nueve de la noche y él parecía haber salido de “Muerte en Venecia”. Iba vestido de beige y marrón, un marrón espeso, demasiado para la hora y la temperatura. Pero le quedaba bien. Conjugaba con cierta forma ceremoniosa de mover las manos y, sobre todo, con los ojos, de un grisáceo muy raro. En realidad, no podía asegurar que tuviera los ojos grises, solo lo parecía con la iluminación del atril, pero, en todo caso, era un hombre con apa

Giverny florece contra todo pronóstico

  El jardín de Giverny, su luz de pleno día, sus colores, sus plantas en desorden, su pincelada suelta, Monet, impresionistas, mirarse en un espejo, Nadar y su estudio, el salón de los rechazados, la vanguardia, arte, vida...De igual manera que los nazis despreciaron el arte contemporáneo, esa degeneración que ellos decían y acabaron con la Bauhaus, haciendo que Kandinsky dejara atrás lo que era suyo para empezar de nuevo, de igual modo, esos supuestos y falsos activistas de hoy se dedican a echar porquería a las obras de arte. Dicen que luchan contra el cambio climático. No han aprendido o no quieren saber que el arte es tan necesario para la bondad de la vida humana como el aire que se respira. 

La pentalogía inacabada de Irène Némirovsky

       La vida literaria de Irène Némirovsky (Kiev, Ucrania, 11 de febrero de 1903-Auschwitz, 17 de agosto de 1942), se rompió poco antes de que su propia vida quedara destruida en Auschwitz. Tuvo que dejar de publicar cuando Francia fue ocupada por el III Reich el 22 de junio de 1940. A partir de ese momento lo hizo escasamente y con seudónimo, gracias a la complicidad de la editorial. Los perros y los lobos , de 1940 y Los bienes de este mundo , de 1941, son las dos obras que ven la luz en este tiempo convulso.     Irène, su marido Michel Epstein, y sus dos hijas, Denise y Èlisabeth, vivían en París pero tuvieron que abandonar la ciudad y esconderse en Issy-l'Évêque, un pueblecito de la Borgoña que hoy apenas alcanza los mil habitantes. Podía haberse marchado a Suiza, dijeron sus hijas en un momento dado. Mucha gente lo hizo. No se sabe el motivo por el que se quedaron allí con una situación tan terrible que ella conocía muy bien y de primera mano. El matrimonio había pedido la

Las costumbres de Wharton

  El hotel Stentorian de Nueva York es un trasunto del hotel Majestic, que fue testigo de la presencia de algunos grandes. El Majestic fue demolido en el año 1929 y en su lugar se levantaron unos enormes edificios de apartamentos con el mismo nombre y en el mismo lugar. Los Spragg viven en el Stentorian, en la zona del Upper West Side. Han llegado desde Apex a Nueva York porque en su lugar de origen eran ricos pero esa riqueza no tenía importancia ni se trasladaba a ninguna cumbre social. En Nueva York sin embargo, quieren relacionarse y no lo consiguen a pesar de que su única hija, Undine Spragg, es bellísima y viste lujosamente y a la última moda. Los señores de Abner E. Spragg podrían prescindir de la gran ciudad y de la vida en el hotel.  La gran aspiración de Undine Spragg es hacer una buena boda, a poder ser con alguno de los herederos de las grandes familias de Nueva York, las que viven en las mejores zonas y frecuentan el teatro, la ópera y los conciertos. Los Van Dengen, los D

Lúcida ingenuidad

  Una vez me casé por deporte y la otra por amor. No hay color. La primera boda tuvo una suntuosa celebración en un lugar de moda, vestidos caros, peluquera a domicilio y modista privilegiada. Los preparativos duraron muchos meses, el número de invitados era aterrador, todos los números eran aterradores. No se quedó atrás el viaje de bodas, al extranjero por supuesto, en plan sur de tal o cual país, en plan vacaciones inolvidables. Si algo le faltó, sin embargo, a ese viaje, fueron los sentimientos que diferencian el protocolo de la pasión. Casarse por deporte es lo que tiene, que todo tiene un aire ya sabido, hueco de aventura, hueco de ese tictac que nubla la razón algunas horas. Todo era tan bonito por fuera como aburrido por dentro. No se lo aconsejo a nadie salvo por el hecho de que ser divorciada es chic.  La otra vez, la segunda, era el hombre adecuado. De entre todas las personas del planeta, era la persona perfecta. La que entendía sin explicaciones, la que conocía el olor de

Cartas a Katherine Whitmore

  Me alegro de ser poeta, de haber escrito versos, de todo lo que me ha llevado a este libro. Pero no me engaño: yo solo no lo hubiese escrito. Sin un alma tan hermosa como la tuya no habría sido. ¿Gratitud? Más que gratitud. Conciencia clara, radiante, de que toda la hermosura que puede haber en mi libro me une a ti, me enlaza a ti. Y no podré jamás sentir que el libro es mío.  (24 de enero de 1934. Cartas a Katherine Whitmore. Pedro Salinas) Si has escrito alguna vez una carta de amor, si la has recibido, ya sabes cómo es eso. La distancia aumenta el deseo. Y el deseo es el síntoma de la pasión. Escribes las cartas porque no puedes acariciar el rostro amado y en cada palabra que dibujas, estás tú, está todo lo que eres y que quieres transmitir, siquiera sea volando, a la persona que amas.  Las cartas de este libro (publicado por Lumen), las que Pedro Salinas (1891-1951) dirigió durante años a Katherine Whitmore (1897-1982), llevaban papel, sobre y sello. Estaba escritas con pluma y e

Cada día

Como si Bridget Jones cruzara una ciudad plagada de asfalto, con aguas que apenas crean surtidores, sin tiempo para la esperanza ni huella de otros hombres que antes la vivieron, la vemos caminar cada día con ese gesto único de no saber si quiere estar allí o lanzarse a una aventura incierta. Su vestido impecable, la espalda recta, el bolso al hombro como si no pesara, el sombrero que quiere cubrir parte del rostro, un rictus en la boca, un gesto de las manos.... Todo parece estar medido en ella, a modo de cuadrícula, una línea trazada a escuadra y cartabón, una estructura anclada en el espacio, una obra arquitectónica, aunque efímera. La vemos avanzar sin preguntas. Seguro que tampoco hay respuestas. Es el silencio pleno y absoluto. Una imagen que no quiere decirnos las cosas que ha guardado tan dentro desde siempre.  (Imagen de Jack Vettriano)

Alicia Violeta, que salta por los charcos

  El mapa de los afectos es indescifrable e incomprensible. Todo el mundo debería hallar un hueco en él y, al fin, la creación artística no es sino una forma de mostrar esos afectos convertidos en palabras, en imágenes o en sonidos. A veces hay alguien que conoce, de forma innata y especialmente, los secretos de la emoción, que tienen siempre un lugar señalado en los corazones y cuya sola existencia es motivo de júbilo. Lo expreso demasiado grandilocuente pero puede contarse más sencillo: Alicia Violeta es nuestra niña y su llegada abrió un nuevo capítulo en las vidas de todos. Como una niña de película, como una niña de novela, como una niña de serie de televisión en la que hay una niña que, desde que nace, siempre la alegría. Es la alegría su seña de identidad y su forma de mostrarse al mundo. Es contagiosa por eso. Es permanente. Es cierta.  Cuando era pequeña le gustaba presumir, vestirse con ropas bonitas y de colores, jerseys de rayas comprados en la calle Asunción, pantalones de

Connie, el guardabosques y yo misma

A los catorce años leí "El amante de Lady Chatterley" . La figura del guardabosques me parecía intrigante. ¿Existirían hombres así? ¿Hombres con ese vocabulario floral para designar lo que otros nombraban sin ninguna poesía? En realidad, visto con desapasionamiento, era un individuo primario, casi analfabeto, que poco o nada tenía que ver con mis inquietudes intelectuales de entonces (esas charlas interminables con los amigos, diseccionando películas como si estuviéramos haciendo una autopsia) y mucho menos con las de Connie Chatterley, pero, para ambas, encarnaba al "hombre" con mayúsculas, una especie que se adornaba de todas las distinciones. Éramos muy elementales en el fondo o, quizá, muy sensatas. Recubríamos nuestra supuesta erudición con adjetivos que habíamos tomado prestados de los libros de cabecera o de las películas que alguien nos había recomendado, pero, en el fondo, buscábamos un algo menos tangible, más especial. Esto lo explicaba años más tard