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Las costumbres de Wharton

 


El hotel Stentorian de Nueva York es un trasunto del hotel Majestic, que fue testigo de la presencia de algunos grandes. El Majestic fue demolido en el año 1929 y en su lugar se levantaron unos enormes edificios de apartamentos con el mismo nombre y en el mismo lugar. Los Spragg viven en el Stentorian, en la zona del Upper West Side. Han llegado desde Apex a Nueva York porque en su lugar de origen eran ricos pero esa riqueza no tenía importancia ni se trasladaba a ninguna cumbre social. En Nueva York sin embargo, quieren relacionarse y no lo consiguen a pesar de que su única hija, Undine Spragg, es bellísima y viste lujosamente y a la última moda. Los señores de Abner E. Spragg podrían prescindir de la gran ciudad y de la vida en el hotel. 


La gran aspiración de Undine Spragg es hacer una buena boda, a poder ser con alguno de los herederos de las grandes familias de Nueva York, las que viven en las mejores zonas y frecuentan el teatro, la ópera y los conciertos. Los Van Dengen, los Driscoll, los Chauncey Elling, los Dagonet, los Fairford. Gente que procede de los primeros colonizadores que llegaron al este de Estados Unidos y que, por la fuerza de la primogenitura, por la costumbre, porque estaban allí antes que otros, se han convertido en la aristocracia americana, nada que ver con la verdadera aristocracia europea, a la que imitan al mismo tiempo que desprecian. 

Para Edith Wharton esas imitaciones eran baratas y no merecían la pena y se pasó unas cuántas novelas dándoles caña convenientemente, porque pretendían una nobleza imposible y porque se querían asemejar a cosas que no tenían nada que ver con aquello que había hecho grande al país. Esa abominación de sus principios y de sus orígenes molestaba profundamente a la escritora y eso que era "una de ellos" en toda regla. 

Las apariencias lo son todo en un mundo que se rige por normas no escritas y flotantes, que pueden cambiar si una familia importante decide que se cambien y que solo atañen a los que están en la zona baja de la pirámide social. Por supuesto, nos referimos a los ricos, porque la clase pobre, los incipientes trabajadores, los servidores, los que no tienen fortuna, están fuera del círculo que recoge toda la hipocresía posible y todo el lujo necesario. En ese mundo de apariencias se desarrolla la novela "Las costumbres nacionales" que publicó Wharton en 1913, un año antes de que la primera guerra mundial le diera una vuelta de tuerca al orden establecido y creara nuevas clases sociales, entre ellas los enriquecidos por el negocio de la armas, o los soldados sin nombre conocido, o las viudas de guerra. 


En 1913 todavía el mundo soñaba con que los cambios vendrían de la mano del voto femenino, de la industrialización o del auge de los viajes por ferrocarril. No sospechaban siquiera que habría una convulsión que desbarataría sus planes de jugar al tenis, pasar una tarde en el campo o acudir a cenar antes del teatro. En ese tiempo se pintaba este cuadro: ‘En el salón de los artistas franceses' (1911) de Henri Adolphe Laissement (1854-1921), contemporáneo de la autora.



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