El otro día me compré un "Ulises"

 


Lo compré en Amazon para mi Kindle, me costó un poco más de cuatro euros. Me ha parecido barato pero no estoy segura de que me guste, ni siquiera de leerlo entero sin hartarme, así que cuatro euros está bien. Leo las críticas que vienen alrededor de esta edición y resulta que una de mis cinco autoras favoritas del mundo mundial, Edna O'Brien, lo defiende mucho. Claro que también era irlandesa. Pero me fío de Edna. Seguro que ella decía la verdad, aunque no se compromete mucho en sus opiniones. Edna no fue a la universidad y se quejaba de que tenía una formación bastante básica, de modo que me surge la idea de que no hace falta ser cum laude para leer el libro. Sigamos. 

Irlanda es un país al que adoro. Es el país de una parte de mis antepasados. Mi abuela materna procede del condado de Clare, el mismo en que vio la luz Edna. No es una suposición, está comprobado documentalmente en un estudio genealógico que hizo uno de mis hermanos. Sabíamos que el apellido tiene enjundia y llegamos hasta Irlanda, lo mismo que por parte de padre arribamos a Fermo, a las Marcas, a Italia. Somos mestizos por todas partes, seguro que mucho más de lo que pensamos. Adoro Irlanda por muchas razones, una de ellas su literatura. Y Joyce me cae bien. Sé que a él le gustó el libro de Anita Loos "Los caballeros las prefieren rubias" y que tenía ese punto especial de los genios que a mí me hace mucha gracia. Por supuesto que habrá eruditos que piensen que todas estas razones son tonterías, pero así es la vida. No todos podemos ser Einstein. Tú tampoco. Yo tiro más a Groucho Marx y a Woody Allen. 

La edición que he comprado, no sé si todas, trae un montón de notas previas, un montón de explicaciones, y además recomienda leerlas en la relectura. Ya sabe el editor o el traductor que hay que leerlo más de una vez, que quizá no vas a enterarte de nada. Pero voy animosa y me sumerjo en la historia, fuera notas. 

Desde el principio advierto una especie de lenguaje tabernario aprendido en cualquier puerto del Atlántico y que se van cruzando los personajes que aparecen, a los que se añaden descripciones a cual más desagradable. Son todos horrorosos, según creo. Y se hablan sin respeto ninguno, la misma mala educación que gastan con los que se van encontrando. A estas alturas no tengo idea de adónde van, qué pretenden y qué quieren. Y, lo peor de todo, algo que ya dijo Rett Butler: Francamente, queridos, me importa un bledo. 

Así es. 


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