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Mostrando entradas de abril, 2020

Noël Coward en el cine: Toda clase de amores

Cualquier cosa que se traigan entre manos Noel Coward y David Lean tiene que salir bien. Coward escribe historias que siempre son de cine. Y David Lean le pone ese toque mágico, esa estampa épica de personajes que son, más que nada, personas con nombre y con rostro. "Una familia con clase" y "Gente con clase" son películas hechas a partir de obras de Noel Coward y las dos puedes verlas una y otra vez sin cansarte. En la primera (Easy Virtue, 2008) están Kristin Scott Thomas y Colin Firth como los Wittaker, una pareja de la aristocracia rural inglesa que ha dejado de amarse y ha empezado a detestarse. A ese mundo inhóspito en los sentimientos llega Larita para revolucionarlo todo, hasta al servicio, del que, por cierto, ningún habitante de la parte alta de la casa conocía sus nombres. Ni la caza del zorro, ni las verduras poco hechas pueden con el peso de los sentimientos.  En "Gente con clase" (Relative Values, 2000) está la fantástica Julie Andre

Amanecer con muchacha al fondo

Tuve un vestidito de rayas verdes y blancas, con un cuello camisero y una lazada en la cintura. El vestido lo había cosido mi madre que, además de lectora y cinéfila, tenía otras habilidades: era una cocinera cordón bleu y una modista de primera. Como yo era su única clienta tenía la prerrogativa de diseñar los vestidos y ahí me pasaba horas y horas, con un cuaderno de hojas blancas, trazando líneas, añadiendo detalles y pintando colores. Eran unos días pacíficos y llenos de momentos vacíos. Esos extraordinarios momentos vacíos, con la cabeza en las nubes, que solo los niños pueden tener. Cuando creces empiezas a querer llenarlo todo y, conforme la vida sigue su camino imparable, te angustias de pensar que estás perdiendo el tiempo. Solo en la infancia sientes que todo está a tu servicio, que la vida es inagotable y que todas las horas se estiran hasta convertirse en largas y espesas, indestructibles.  Genevieve Naylor ha fotografiado a la muchacha de una forma incongruente. Lo

Qué inútil engañar a la tristeza

Una frase de la poeta Victoria León (Sevilla, 1981) es el título de esta entrada. Victoria León publicó este 2019 un espléndido libro, "Secreta luz", y desde entonces leo lo que escribe buscando explicaciones. Aunque ella no lo entienda así y solo son versos y poesía, nada más y nada menos. Y las fotografías que la ilustran hablan de ella, de la gran Lillian Bassman. Hablo de mujeres absurdas, escribo de mujeres absurdas, soy, tal vez, una mujer absurda que quiere hablar de ellas. Envidio la suerte de Bassman, que mantuvo, durante setenta y seis años, una historia de amor que nunca pereció y nunca tuvo comienzo ni final, con Paul Himmel, fotógrafo también como ella. En realidad, mucho más tiempo, toda la vida juntos, desde su encuentro primerizo a los seis años. Me resulta enternecedor imaginarme cómo iban envejeciendo a la par mientras sus objetivos iban desgranando imágenes, creando arte. Me resulta curioso pensar en ese niño del colegio de la infancia, que tenía el cab

Yo, que te quise tanto...

(Fotografía: Nina Leen) Ninguna tarde, ninguna estrategia, ninguna voz, ninguna fuerza, nada. Así los pies recorren un tiempo conocido en el que no quedan nada más que vestigios de una flor que se fue, se agostó y ya no existe. Eso que fui, antes de ti, después también y ahora. No es sencillo que haya un instante tan solo, un solo instante, una mirada efímera, una palabra, que pueda contener en el desván de los sueños cumplidos. Por eso ya he borrado todas tus efemérides, todas mis emociones, todas las dudas y todas las esperas. Por eso, invisible, acudo al aire para captar la aurora. Ese momento fiel en que no estás, aunque te quise tanto, ya no estás, ya no eres. Y sin ti, revive la esperanza. Porque adiós es ahora la palabra más cierta. 

Escribir libros, escribir de libros

(Silvia Plath en uno de sus retratos de juventud) (Primer plano de Virginia Woolf en su retrato clásico) (Una de las muchas fotografías que pueden encontrarse de Edna O`Brien) La vieja tensión entre los críticos  y los creadores. Entre los profesores y los creadores. Entre los críticos profesionales y los amateurs. Todos ellos, críticos, profesores y amateurs, intermediarios entre la obra y el lector. Entre el autor y el lector. Meros intermediarios. Intermediarios, nada más y nada menos.  ¿Es el crítico literario un escritor frustrado? Al fin y al cabo, incluso si la obra es deleznable, alguien ha logrado inventar una historia, crear unos personajes, completar una trama...La creación está en un escalón superior al que ocupa el reseñista. El escritor parte de la nada y pone sobre la mesa una cosa nueva, un producto (bueno o malo), que admite juicio, precisamente porque es original. Y también admite controversia.  Incluso las más altas cumbres admiten la

La tristeza no entiende de estaciones

Nada hay tan difícil de disfrazar como la tristeza. Es una gasa suave en ocasiones, otras sin embargo es una manta dura y complicada de llevar. También aparece en forma de sombrero oscuro que tapa el rostro y solo deja al descubierto un ojo, el de las lágrimas. Puedes verla como una amapola prendida en el ojal, una cosa tan efímera que dura el tiempo que el temporal arrecie. La tristeza es, a veces, una emoción que tiene nombre y que sacudes con las manos de tu falda impoluta y que guardas en el desván en otras ocasiones. No se puede negar su existencia pero sí disimular y el disimulo es una forma de negación que aturde y que termina siendo parte de ti, tu otra naturaleza, tu otro yo, la nada.  Te preguntas incrédula por qué te aborda en medio de la calle o en el transcurso de una tibia conversación telefónica cuando alguien te pregunta, con voz desinteresada, si es verdad que todo te va tan mal como parece. Te atrapa si piensas en el paso del tiempo y en las ausencias que

Mis fotógrafas

Eve Arnold , 1912-2012. Trabajó en la agencia Magnum y es reconocida por sus fotos de cine, entre otras las que dedicó a Marilyn Monroe, a quien fotografió mejor que nadie. La actriz tenía una naturalidad que resultaba muy fotogénica y una mezcla de vulnerabilidad y fuerza que sorprendía. Todo eso lo captó Eve Arnold en una serie de fotos en las que la presentaba en el rodaje de películas y en la vida cotidiana.  Diane Arbus (1923-1971) es la fotógrafa de las imágenes perturbadoras, como esta en la que la niña tiene esa extraña expresión de miedo y desconfianza. La imagen nos hace preguntas, nos interroga acerca de su protagonista, creando una sensación de desasosiego. Esa capacidad de impactar en el espectador era una característica de Arbus.  Nina Leen (1909-1995) exiliada rusa en Estados Unidos, es la más importante fotógrafa que ha trabajado para la revista Life. Su campo de acción es muy amplio y este blog está lleno de sus fotos. Se trata de una fotógrafa ex

Épica, estética y una verdad oculta

La historia de Alfred Dreyfus y del J'Acusse de Emile Zola en L'Aurore siempre me ha parecido tan poderosa y tan llena de épica que cualquier intento de convertirla en cine o en literatura tendrá el problema inicial de estar a la altura. La película que estrenó en 2019 Roman Polanski sobre el tema no consigue crear ese sentimiento de rebeldía ante la injusticia ni de éxtasis ante la verdad restaurada. Es un relato sin más. Si te preguntas cómo es posible quizá haya que ir a la timidez con la que el director ha enfocado la cuestión, más preocupado de la temática general que del hecho concreto. Al generalizar el tratamiento que el ejército y el pueblo francés daban a los judíos se pierde la situación. En lugar del centro de la injusticia, Dreyfus es, sin más, un chivo expiatorio que ni siquiera es el protagonista de su propia tragedia.  La mejor baza de la película es su protagonista, el actor Jean Dujardin, que  ya ha ganado un Oscar con "The Artist", una p

Ryan, una banda de jazz y La la land, la ciudad de las estrellas

(Ese ambiente de los clubs de jazz, envueltos en humo y en música, se recrea a partir de Sebs, que toca el piano y que quiere serlo todo en la música) No me interesaba demasiado el jazz hasta que un amigo me llevó a un concierto de John Pizzarelli y me convertí a su religión. Tampoco los musicales son cosa de mi predilección, aunque suene a herejía. Sin embargo, de esta película "La la land. La ciudad de las estrellas" hay dos cosas que me atraen por encima de todo: la música y Ryan Gosling . Probablemente el tipo al que mejor le sientan los trajes de todo el mundo mundial.  Mia (Emma Stone) y Sebs (Ryan Gosling) se encuentran por casualidad o porque así el destino lo había previsto. Ambos tienen el mismo objetivo: triunfar. Ella quiere ser actriz y él se muere por el jazz clásico, el de toda la vida, el de un piano y no hace falta más. El amor que sienten queda en segundo lugar, triunfar es lo que importa. Por eso (y esto es un clarísimo  spoiler ) todo apunt

Luces en la ciudad o en cualquier parte

El vagabundo, la florista, las violetas, la música. Resulta milagroso cómo consigues entender lo que pasa sin más claves que pensar un buen rato, que dar un paseo a la luz de los soles de invierno o de mirar alrededor y ver el vacío. No te dejas engañar por una ternura aparente que no es perdurable. Colocas sobre la mesa el vaso lleno de momentos amargos y todo se carga de explicaciones íntimas. Puedes moverte alrededor del tiempo pero sabes que acabará y entonces toda esta parafernalia de ruidos tendrá que cesar y tu visión será perfecta. Quizá haya quien crea que puede perpetuar la misma norma, las mismas sensaciones equívocas, pero ellos se equivocan. Por muchas vueltas que le dé al tono de la voz, por muchas gracias que suelte en el aire, por mucho que intente mantener un lazo de seda atado en forma de cuerda gruesa de barcos en el mar, no será posible, no estará en su mano, no sabrá, porque nunca lo ha sabido, que tú saltaste en marcha al agua y que el dolor amortiguó tu caí

Dos hombres y una partida de póker

Una cosa es ser un timador de poca monta, simpático y tal, y otra muy distinta un gángster que va asesinando gente y abusando de los pobres incautos. Esta diferencia fundamental es la que marca el punto de partida de “El Golpe”, la película de 1973 en la que la pareja Redford-Newman decide hacerle la competencia en química masculina a Walter Matthau y Jack Lemmon. Ya me diréis cuál de las dos os parece digna del cetro.  En Illinois la cosa funciona, en estos años treinta del siglo XX, a base de policías que miran para otro lado, de malvados con posibles y de enclenques vividores de todo a cien. Hay otro subgénero, el de los estafadores retirados, maestros del buen vivir y consejeros áulicos de los nuevos aspirantes a delincuentes. De Joliet a Chicago, durante unos meses del año 36, se va a poner en marcha una detallada, inteligente y sistemática venganza de los marginados contra el todopoderoso Doyle Lonnegan, que, en la película, tiene toda la pinta de ser Robert Shaw. 

La ciudad desnuda

Nueva York es la ciudad más fotogénica del mundo. La que despliega una belleza oscura y penetrante en tantas películas románticas, negras o dramáticas. Cualquier género se retrata mejor en sus puentes, sus islas, sus calles, sus edificios, sus tiendas, sus semáforos. En "La ciudad desnuda" parece que Vivian Maier ha trasplantado al cine sus propias fotografías. Esa mirada que sobrevuela la fealdad, buscando el pequeño matiz que haga de la escena un paisaje tierno que provoque una sonrisa entre el calor y el frío.  Pensaríamos que se trata de ella, si no fuera porque sabemos que es imposible, porque su trabajo de niñera ocultó tantos años su obra y porque conocemos que el director de fotografía fue el excelente William H. Daniels, a quien bastaría este trabajo para ser reconocido como un genio del blanco y negro.  Esta es una película extraordinaria. La voz en off que la conduce hace un curioso papel de coprotagonista, porque no solo narra los acontecimientos sino que