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Elegancia rosa


Desde que a principios del siglo XIX los Hermanos Grimm escribieran, a partir de la tradición oral, el cuento de hadas La Cenicienta, este se ha convertido en el espejo en el que se han mirado incontables obras artísticas. La historia de la muchacha que pasa de ser fregona a princesa es tan atractiva que sigue funcionando.  Eso es Sabrina, la película que en 1954 dirigió Billy Wilder, ese genio cuyo palmarés exhibe algunas de las mejores muestras de toda la historia del cine. 

Sabrina es una película, elegante, clásica y llena de encanto. Es el canon de la comedia romántica. Y ello por varios motivos: la selección de actores, perfecta, con una Audrey Hepburn deliciosa y pizpireta y la lucha (bastante más real de lo que parecía) entre William Holden y Humphrey Bogart, ambos tan distintos y tan fascinantes. Luego están los diálogos, llenos de brillantez, de chispa. Y la realización, sencilla, poética, eficaz, con una iluminación que pone en valor los gestos y las emociones. Y, en el trasfondo, la crítica social a través de la ironía, del humor, finísimo pero afilado, poniendo en cuestión convenciones, costumbres, clases sociales. 

La historia es muy sencilla: una chica que es amada por dos hermanos. La chica es pobre, los hermanos son ricos y poderosos. El relato partía del original de Samuel Taylor, Sabrina Fair, de 1953. Con esto enhebraron el guión el propio Billy Wilder y Ernest Lehman. El rodaje se localizó en Long Island y en los estudios Paramount, que producía la película. La música, un prodigio de sensibilidad, se encargó a Friedrich Hollaender, que introdujo, además, algunas canciones conocidas, destacando La vie en rose, que aparece como leit motiv de la transformación de la muchacha. La fotografía, estilizada y limpia es de Charles Lang.


La chica es Sabrina Fairchild y es la hija del chófer de la familia Larrabee. Los hermanos Larrabee, David y Linus, son muy distintos, pero ambos pertenecen a la clase alta y, cada cual a su manera, son elitistas y poco empáticos con la gente inferior. Sabrina bebe los vientos por David, el mujeriego que lleva varios matrimonios a sus espaldas. El otro hermano, Linus, es el trabajador incansable que ha sacrificado su vida por la empresa familiar. La parábola del hijo pródigo otra vez. 

El desdén de David pone a Sabrina en una situación complicada y su marcha a París, a estudiar cocina, parece ser el mejor remedio. Aquí reaparece otra vez el cuento y al igual que en La Cenicienta, Sabrina sufre la esplendorosa transformación de crisálida a bella mariposa. La gracia, el estilo, el charme, son su santo y seña. Lo eran también de la actriz que le da vida, Audrey Hepburn, a la sazón con solo 22 años. Mucho de ese cambio tiene que ver con el magnífico vestuario que Edith Head había imaginado y estaba en las manos de Hubert de Givenchy. Aunque le costó aceptar que iba a vestir a esta jovencita recién llegada y no a su admirada Katherine Hepburn, desde ese momento ambos, el modista y la actriz, mantuvieron una relación que duró años y que para siempre unió las imágenes de ambos. 

Wilder pone el acento en el papel de Bogart (que lo aceptó con renuencia para ver si así mejoraba su imagen de tipo duro) mostrando cómo una persona tan recta es capaz de seducir a una jovencita con el objetivo de favorecer los negocios familiares. El inevitable enamoramiento de Linus, su renuncia a una felicidad que solo podía obtener ya al lado de la chica y el final feliz, tras una especie de arrepentimiento del hermano disoluto, son elementos tan de cuento de hadas que, como ocurre con los cuentos, esperamos que sucedan para que la historia no nos decepcione. Queremos que termine así porque queremos soñar con que determinadas ilusiones son posibles. No en vano el cine es la fábrica que mejor elabora esos sueños. 


Sinopsis: 
Sabrina es una jovencita, huérfana de madre, cuyo padre trabaja como chófer de la poderosa familia Larrabee. A pesar de que es inalcanzable y de que se trata de un inveterado mujeriego ella está enamorada del hijo menor de la familia, que flirtea con ella sin darle mayor importancia.  Tras algunas peripecias su padre decide enviarla a París a estudiar cocina. allí se transforma en una mujer sofisticada y atractiva, tanto es así que David comienza a hacerle caso de verdad. Sin embargo, Linus, el hermano mayor, intervendrá para evitar que la familia sufra pérdidas económicas en un importante negocio relacionado con la boda de su hermano. 

Algunos detalles de interés:
La película tiene un remake del año 1995 dirigido por Sydney Pollack y titulado Sabrina (y sus amores). El resultado es una comedia correcta, interpretada en sus tres papeles principales, por Julia Ormond, Harrison Ford y Greg Kinnear. 

La relación entre Bogart y el resto del equipo de la película parece que no fue nada buena, con desencuentros constantes y enfados del actor porque el guión se iba escribiendo conforme la película avanzaba. 

Hay versiones diferentes acerca de la apreciación que Bogart tenía del talento de Audrey Hepburn, que van desde los que afirman que no la consideraba buena actriz hasta los que manifiestan que hubo respeto mutuo. 

La música, de Frederick Hollander, aporta una partitura de composiciones originales, ligeras y románticas, y de adaptaciones y arreglos. Añade 4 canciones: las dos que canta Hepburn ("La vie en rose" y "Yes! We Have No Bananas") y los temas "Love" y "Isn't In Romantic"

Inevitable relacionar la ingenuidad pícara de la que dota Wilder a la protagonista con otras chicas de algunas de sus películas, Irma la dulce, por ejemplo o la Kim Novak de Bésame tonto, a pesar de su experiencia con los hombres en ambos casos. 

¿Habría compuesto Cary Grant, primer candidato al papel, un mejor Linus Larrabee que Bogart? Eso es algo que nunca sabremos. Pero no imagino a Grant trabajando tanto y tan duro. 

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