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Mostrando entradas de julio, 2019

"Esencia" de Efi Cubero

"Esencia" Autora: Efi Cubero Editorial: La isla de Siltolá. Colección Levante, 2019. 202 páginas Fotografía de Germán F. Huete Cita inicial: Esther Meynell sobre Bach Texto de la contraportada: Juan Manuel Macías Sobre la autora (nota editorial):  Efi Cubero nació en Granja de Torrehermosa (Badajoz), pero vivió en Barcelona durante muchos años y allí estudió y comenzó a dedicarse a la literatura y el arte. Ha publicado libros de poesía, entre otros, Fragmentos del exilio, Altano, Borrando márgenes, La mirada en el limo, Estados sucesivos, Ultramar, Condición del extraño. También ha escrito ensayos, narrativa y ha entrevistado a personajes pertenecientes al mundo del arte, el pensamiento, la ciencia y la literatura. Colabora en diversas revistas de España y América. "Esencia" representa el diálogo que Efi Cubero mantiene, de tú a tú, con artistas, obras de arte, lugares en los que el arte tiene presencia, momentos especiales de esa his

Los diez de Hollywood

Es muy frecuente la confusión entre la House Un-American Activities Committee (Comité de Actividades Antiamericanas) y la Subcomisión del Senado para Asuntos Internacionales o de Seguridad Nacional. Sin embargo hay diferencias sustanciales entre ambas. La primera emanaba de la Cámara de Representantes y existió desde 1934 hasta 1975. Su punto de mira estuvo tanto en los nazis, como en el Ku-Kux-Klan o el comunismo. Fue este Comité el que interrogó en 1947 a los productores, actores, guionistas y directores de Hollywood en relación con su pertenencia al Partido Comunista. El senador McCarthy estaba entonces en otra cosa, aunque muy en esa línea de buscar enemigos de América. Como presidente de la Subcomisión del Senado dio a conocer en 1950 una lista de 205 supuestos espías que estaban, nada menos, que en el Departamento de Estado. Su objetivo era, pues, demostrar que el propio Gobierno y las instituciones americanas estaban plagadas de agentes que hacían un doble juego, suminis

Diarios

Hay un extraño placer en comenzar un cuaderno. Hojas blancas y dispuestas a recibir tus confidencias. Sé que no soy la única. Conozco a mucha gente que colecciona cuadernos y que los rellena de escritura. Escribir a mano es una sensación maravillosa.  Hacer listas, esquemas, anotar cosas pendientes, pensamientos inmediatos, penas, números de teléfono, claves, una frase que no quieres olvidar... Se podría construir una vida a través de los cuadernos. Seguir el hilo de los amigos y de los amores. Las conversaciones en las casapuertas o en las azoteas. Los encuentros en la calle Real y los malentendidos que te separaron de alguna gente que fue importante en su día. Los enfados y las quejas. Las malas artes, la envidia. Esas horas frente a los libros que no siempre decían lo que querías leer.  La primera página contiene siempre la fecha, el sitio, algún dibujo que añades a pesar de que no sabes dibujar, también una frase importante, quizá un nombre. Y, a partir de ahí, como un torr

Tres candidatos y un verso suelto

Dana Andrews es el protagonista de esta película, a medio camino entre el género periodístico y el noir. El argumento es, sencillamente, genial. Un grupo de comunicación pierde a su magnate y a este le sucede su hijo, un tipo bastante impresentable, vago, sin carisma, que decide sacar "a concurso" un nuevo puesto en la empresa: el de director ejecutivo. Se trata de alguien que le haga el trabajo y le saque las castañas del fuego. De esa forma él puede seguir disfrutando de la vida y de su guapa esposa, con quien se casó intercambiando belleza por dinero.  Walter Kyne (Vincent Price) es el dueño de todo esto. Y los candidatos tienen carisma y capacidad de liarla. Está George Sanders, inconmensurable jefe de la agencia de noticias. Está Thomas Mitchell, en el papel de Griffith, el editor del New York Sentinel, el periódico de la cadena. Está un mandamás de la fotografía que, curiosamente, mantiene un lío bastante interesado con la esposa de Kyne. La esposa, a la que t

De poesía y poetas

(Fotografía de Nina Leen) El verano es el tiempo de la poesía. Las horas tersas de la mañana, luminosas y displicentes, sin nada que hacer, holgazaneando por la casa o el patio, veían a la niña encaramada a las obras completas de algún poeta o a un librito pequeño que contenía una antología de algún otro. A veces, se organizaban en la casa curiosos torneos, justas poéticas hechas de recitados espontáneos, con un fondo de flores, una colcha ya usada, que se sujetaba de ventana a ventana, y se convertía en improvisado fotocall. Allí se decían los poemas y se movían las manos al mismo compás. Con diez cañones por banda, qué tengo yo que mi amistad procuras, es la casa un palomar y la cama un jazminero, esta mañana, amor, tenemos veinte años, quisiera estar solo en el sur, las barcas de dos en dos, la aurora de Nueva York... Altolaguirre, Cernuda, Machado, Lorca, Santa Teresa, Borges, Alberti, Neruda, Lope de Vega, Espronceda,  los sonetos de Shakespeare , el teatro en verso,

De la urgente soledad

The Long Leg, 1930. Galería de la Biblioteca Huntington, California La sencilla verticalidad del edificio se rompe con las velas que, casi a la deriva, se arquean incomprensiblemente. El cielo despejado no puede competir con los azules del océano y la tierra se remueve como si un viento desconocido tuviera que impulsarla sin remedio. Esta es la naturaleza de Hopper y esta la forma en la que concibe la inmensidad del mar, sin habitantes, sin ruidos, sin prisas. Nadie sabe qué ojos humanos contemplan el paisaje. Nadie conoce qué ocurre en esa construcción blanca con tejado a dos aguas, o quién está dirigiendo el barco hacia ninguna parte. La ausencia de la figura humana llama la atención tantas veces en la obra de Hopper que termina siendo un aviso y una presencia imposible de olvidar.  Light at Two Lights, 1927. Museo Whitney de Arte Estadounidense, New York Los faros son esos edificios solitarios que ves a lo  lejos  pero que nunca cruzas, que no conoces por dentro.

Mentiras por amor

La personalidad de Hitchcock era tan potente, tan cuidadosamente agresiva, que sus propias opiniones acerca de las películas que dirigió son capaces de influir al público de una forma muy decisiva. Si lees en cualquier libro o página dedicada al cine las opiniones sobre esta película, encontrarás que muchas de ellas se dejan llevar por la propia inquina que el director inglés le tenía. Una inquina que no tenía que ver con la película en sí sino con algunas circunstancias que rodearon su filmación. En concreto, con el choque de trenes entre dos personalidades de carácter: el productor David O´Selznick y el propio Hitchcock.  O´Selznick era un productor que seguía al milímetro el producto. Intervenía con mano dura en la elección de actores y en todos los asuntos que podían afectar al resultado final. Eso para Hitchcock era demasiado. No sabemos si por convicción o por llevar la contraria en este caso se lió a cuenta del casting masculino. Ninguno de los tres pilares de la pelícu

El retrato de Jane Austen

Parece que el boceto que Cassandra Austen hizo de su hermana Jane se dibujó en unas vacaciones en el mar, concretamente en la localidad de Lyme Regis. Esta es una de las ciudades que la escritora trasladó a su obra, en la que hay pueblos inventados pero también otras localidades que son reales, como el propio Londres o la ciudad romana de Bath, la de los balnearios. Lyme Regis es uno de los telones de fondo de "Persuasión" y por eso forma parte del itinerario geográfico de Austen. En el boceto, mucho más simple de lo que la imagen que ilustra esta entrada pueda sugerir, aparece la escritora de espaldas, o mejor, de lado, con su vestido y su abrigo de corte imperio, además de con su cofia, que tiene, a modo de curiosidad, las cintas desatadas, como si viviera un momento de plena libertad. Seguramente estaba mirando al mar, que se observaba con facilidad desde muchos puntos de la naturaleza que rodea la población.  Lyme Regis está junto al Canal de la Mancha, al oeste

Como una isla

(Fotografía de Nina Leen) Has guardado los lápices de colores, los cuadernos, la goma de borrar y el bocadillo. Lo has colocado todo a buen recaudo, en una de esas bolsas transparentes, cuajadas de bolitas, que recuerdan otros tiempos, otras modas, otros usos. Has recorrido un espacio indeterminado, un camino inhóspito, un mundo que antes no existía y allí has esperado que el tiempo pase, que los días se acorten y las noches amanezcan a las seis de la tarde. Eres una isla de silencio y no quieres que estorbe tu serena inquietud nada que sea, otra vez, peligroso o inexacto. No tienes nada que decir, ni preguntas que hacer, ni huella que seguir. Evitas todo lo que suponga volver a ilusionar cualquier segundo, volver a cruzar la ciudad o el pueblo con la cabeza erguida en busca de una voz que suena hueca. Así, en tu isla, has vuelto la cabeza a todo lo que era un dramático sueño convertido en ironía sin nombre. Has encontrado una postura cómoda: nada que comprender, nada que odiar

Conversaciones

Éramos un montón de chicas y siempre había algo de lo que hablar. No solamente de vestidos, zapatos, adornos para el pelo o rebajas. También manteníamos sesudas charlas sobre el futuro, los amores contrariados, los pensamientos lúgubres y nuestras madres. Todas teníamos madres con mucha personalidad, de esas que nunca se callan si llega el momento, de las que te dicen a la cara lo que piensan de esa ropa que te has puesto: "No entiendo cómo piensas salir así a la calle". O reparan en el maquillaje que llevas: "¿De verdad te ves guapa con ese aspecto de actriz en alfombra roja?". Así eran nuestras madres. Veloces a la hora de reñir, perspicaces para adivinar que esa falda antes no era "tan corta". Dispuestas a saltarse las normas si era preciso para lograr enterarse de nuestras conversaciones. Animosas en los momentos más difíciles.  La única forma que teníamos de entendernos a nosotras mismas en ese tiempo tan difícil de la adolescencia era la char

"La tienda vintage de Astor Place" de Stephanie Lehmann

El libro tiene cuarenta y tres capítulos. Los pares corresponden a la historia de Olive Westcott y transcurre a principios del siglo XX. Los impares son de Amanda Rosenbloom y tienen lugar un siglo después. Si te gustan las tiendas vintages, la ropa vintage, los complementos, adornos y detalles vintage, este libro también tiene su encanto. Los libros que hablan de moda mantienen su aroma aunque la ropa haya dejado de llevarse. Y es que, en realidad, las modas vuelven y, sobre todo, la moda no es solo moda, es una forma de vivir, de presentarse al mundo, de intentar sortear las dificultades de la vida. Tú misma lo notas. Si no tienes ganas de estrenar ese atuendo que cuelga de tu armario hace algún tiempo es que las cosas no marchan como debieran. En cambio, ya sabes que la ilusión se combina a veces con la búsqueda de una prenda especial, de un broche que te atrae especialmente, de un sombrero de paja para el verano, de un foulard o un adorno para el pelo. El mundo femenino está en

"La analfabeta" de Agota Kristof

Treinta páginas escasas forman el relato autobiográfico de Agota Kristof que se recoge en este libro, de título expresivo "La analfabeta". Once capítulos y un prólogo explicativo que nos sirven para atisbar siquiera la peripecia vital y literaria de alguien que tuvo una infancia feliz y que pasó a convertirse en una refugiada por los avatares políticos de un tiempo convulso.  El tiempo en el que vives condiciona al extremo tu vida, es una de las consecuencias del libro. La lengua es el elemento que te une a la gente que tiene tus mismos orígenes. Si pierdes el don de entenderte, entonces te conviertes en un exiliado de ti mismo. Hay tantos exilios como momentos de soledad, como lazos que se rompen, como amigos que se pierden, como familia que se aleja, como paisajes que se olvidan.  Agota Kristof nació en el año 1935 en Hungría y cuando los soviéticos invadieron su país tuvo que huir. Corría el año d e 1956 . Tenía veintiún años, un esposo y una niñita. Su llegada

Verde Irlanda, rojos cabellos

Esos personajes que, después de llevar una vida de conflictos y violencia, vuelven a sus lugares de origen y se convierten en mansos corderillos me resultan muy atractivos. Ya conocéis el tipo: gente que ha sido marine, policía, ranger, pistolero o asesino a su sueldo. Gente que un día decide abominar de su pasado y recoger sus trozos para encontrarle un nuevo sentido a la vida en un paisaje idílico, en su ciudad levítica o en su pueblo familiar. Hombres tranquilos que guardan las armas y se convierten en paradigmas de la no violencia. Incluso cuando les provocan, ellos se contienen y ofrecen la otra mejilla, todo con tal de no volver a sentirse presos del ardor violento que, en su otra vida, han practicado con enorme convicción.  A veces, estos hombres recalan en parajes líricos, lugares bellos donde puede esperarles alguna sorpresa. Hay sorpresas de largos cabellos rojos, de ojos verdes y cuerpos briosos. Entonces el estallido está asegurado, no el violento, que ese se encue