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Mostrando las entradas etiquetadas como Películas

"Barbie" o el feminismo rosa

  En Barbieland viven las Barbies y los Ken. Ellas disfrutando de una posición de dominio y ellos en plan blandengue, una especie de complementos a la altura de los zapatos, las cintas del pelo o los sombreros. Una de esas Barbies no está nada contenta con la situación, ella aspira a más, aunque no sabe a qué, quizá siente que ese mundo en el que todo está hecho a su medida no le gusta porque es más interesante tener que luchar para conseguir las cosas. O algo así. De modo que decide ir al mundo real, donde las Barbies son, ya lo sabemos, unas bonitas muñecas con las que las niñas juegan y les cambian la ropita. Como la muñeca Barbie, la chica Barbie tiene a su disposición a un Ken. Y ese Ken también tiene ansias de correr aventuras, por eso salta a la realidad con ella. Ahí está el argumento inicial de la película. Un apunte: el mundo de Barbie es aquel en el que todo está hecho a la medida de ellas y el mundo real es un infierno para las mujeres y un paraíso para los hombres. La preg

El amor es una obra de teatro

Oh, el teatro. Recuerdo con nostalgia los amados días en los que formaba parte de un grupo que creía en el Método y en Stanislavsky. Pasábamos las tardes ensayando y, cada cierto tiempo, un estreno. Después de los ensayos, nos reuníamos en un bar de mala muerte, casi una taberna, para comentar las incidencias del día. El director, invariablemente, me reñía por ser tan díscola y decir los textos a mi manera. Así fui, entre otros personajes, la Viola Trance de Nabokov, la Magdalena de Gosdpell y la Antígona de Anouilh, con permiso de Sófocles. Oh, el teatro… El río de Londres divide el territorio de los ricos y el de la fe en que la vida puede ser mejor. En esta zona, los dos teatros compiten por el favor del público, un público poco entendido, compuesto de mosqueteros, prostitutas, vagabundos y algunos caballeros y damas que disimulan su presencia. El pueblo llano amando el verso. El Teatro de la Rosa y el Teatro Curtain acogen, con permiso del maestro de festejos, a la Compañí