"Barbie" o el feminismo rosa

 


En Barbieland viven las Barbies y los Ken. Ellas disfrutando de una posición de dominio y ellos en plan blandengue, una especie de complementos a la altura de los zapatos, las cintas del pelo o los sombreros. Una de esas Barbies no está nada contenta con la situación, ella aspira a más, aunque no sabe a qué, quizá siente que ese mundo en el que todo está hecho a su medida no le gusta porque es más interesante tener que luchar para conseguir las cosas. O algo así. De modo que decide ir al mundo real, donde las Barbies son, ya lo sabemos, unas bonitas muñecas con las que las niñas juegan y les cambian la ropita. Como la muñeca Barbie, la chica Barbie tiene a su disposición a un Ken. Y ese Ken también tiene ansias de correr aventuras, por eso salta a la realidad con ella. Ahí está el argumento inicial de la película. Un apunte: el mundo de Barbie es aquel en el que todo está hecho a la medida de ellas y el mundo real es un infierno para las mujeres y un paraíso para los hombres. La pregunta es: siendo así ¿por qué quiere abandonar su mundo y lanzarse a un sitio tan inhóspito?


Cuando Barbie y Ken llegan al mundo real sus mentes advierten algunas cosas interesantes: Él se da cuenta perfectamente de que los hombres son algo más que ellos mismos, que un atrezzo del juguete. Y ella comprende que las niñas de los desarrollados mundos en los que la muñeca triunfa, están convencidas de que una Barbie es una triunfadora que consigue todo lo que quiere. Y que, en realidad, solo quiere cambiar de vestido cada día, ir a la estación de esquí o pasearse por la playa con varios admiradores detrás. Mucho lujo y mucho instagram. No hay atisbo de otra cosa más elevada, de otros pensamientos más profundos, no hay sacrificio, lucha, metas. ¿Esto es la realidad, dice Barbie para sí?

La lucha de sexos la generará Ken en Barbieland. La lucha acerca del sentido de la vida la provoca Barbie consigo misma. No hay respuesta. La cuestión de la hombría quedará liquidada en cuanto ciertos instintos primarios convertirán de nuevo a los Ken en una especie de titiriteros con músculo. Pero para Barbie la cosa sigue complicada y el mundo real no es ese lugar en el que las mujeres pueden lograrlo todo. Ese mensaje, susurrado en miles de campañas publicitarias de marcas de moda y que llenan los oídos de las muchachas por muchos medios, no es verdad. La gran pregunta ¿qué hay que hacer con la vida? no tiene respuesta. La película, pretendiéndolo o no, que parte de un postulado en el que los fines naturales de la especie humana se niegan y en el que el súper individualismo es la fórmula elegida, no consigue engañarnos. El stablishment del feminismo rosa se ve a sí mismo con ese gesto complaciente que siempre adopta. Y la crítica a los hombres no resulta convincente. Quizá porque se olvida que los hombres y las mujeres somos personas. Y no hay personas aquí, sino fieles seguidores de las empresas publicitarias y de los que dictan las modas y las ideas. El hombre desechable intenta reinventarse pero lo hace tan mal que queda en ridículo. Una opción más de la película. Una película casi nihilista. No hay nada más que el individuo. Incluso si el individuo es un muñeco. Las chicas y los chicos de hoy harían bien en ver con atención la película y su escurridizo mensaje. 


Barbie, 2023

Dirigida por Greta Gerwig

Guión de Greta Gerwig y Noah Baumbach

Protagonizada por Margot Robbie y Ryan Gosling

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