Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Clásicos

"Anna Karénina" de Lev N. Tolstói

  Lev N. Tolstói , de familia aristócrata, nació en 1828 en la región de Tula, concretamente en Yásnaia Poliana, un lugar que llegaría a ser su paraíso en la tierra. Fue un despreocupado estudiante que nunca tituló y un artillero en el Cáucaso. Después, muy pronto, fue escritor, su mejor y mayor ocupación. Comenzó a publicar a los 24 años, no sabemos si por influencias familiares o porque su calidad fue detectada de inmediato pero no tuvo que hacer meritoriaje alguno, ni guardar cola en las antesalas de los editores. La fama le llegó de inmediato con sus primeras obras y se asentó definitivamente con "Guerra y Paz" y, sobre todo "Anna Karénina", lo que supuso para él no solo el reconocimiento social sino también una profunda crisis personal y espiritual de la que nunca salió. Desde ese momento volvió a su lugar de origen y procuró llevar una vida basada en la sencillez, la meditación y el encuentro entre los seres humanos, pero esto no debió ser suficiente. Sobr

Sanditon, la historia inacabada

Pocas imágenes más acertadas para representar "Sanditon" que estas mujeres en la playa de Sorolla . Los vestidos blancos, las telas suaves, las sombrillas, los sombreros de paja adornados con lazos y flores, todo nos da la imagen de la cercanía del mar en aquellos años. Aunque el pintor nació en 1863, en plena época victoriana inglesa, ya se anticipaba en la novela el cambio de moda. Cuando la guerra entre Francia e Inglaterra termina, en 1815, el vestuario dejó atrás algunas costumbres propias del Directorio francés y se va adentrando en lo que será la moda victoriana. Cinturas en su sitio, cuellos altos, mangas largas, crisolinas, faldas de capa, todo muy distinto de la clásica, sencilla, elegante y simple moda georgiana.   Jane Austen escribe "Sanditon" , en 1817, es decir,  en un momento de transición. La obra de Sorolla en lo que se refiere a las escenas de playa bien puede darnos una idea de la efervescencia que produjeron en las familias de entonces l

Leer es clásico

  Esa comunidad de lectores que llena las redes sociales tiene su forma de abrigo en compartir los libros que se leen y las opiniones sobre ellos. En un mundo frío de relaciones, en un sistema individualista, está bien que los libros sean un nexo de unión, como, en realidad, lo fueron siempre. Pero, de forma paralela, esas comunidades tienen la pulsión de lo inmediato, de la moda, de lo último. Estar informados de las novedades de las editoriales, leer lo más reciente de un autor, opinar sobre los nuevos libros...todo esto tiene su contrapartida: hay ocasiones en que la prisa cubre el sosiego de la lectura y en que la colectividad oculta la necesaria soledad del lector.  Lo mismo ocurre si tienes un blog . Te sientes obligada, sin que nadie te obligue, a dar a conocer a los lectores lo que se va publicando. Tienes una especie de compromiso íntimo con la actualidad literaria. En ese empeño siempre se te quedan atrás preferencias y deseos, porque hay veces en que la relectura o el resca

Twain cruza el Mississippi

  Cuando empecé a leer a Mark Twain no sabía que su faceta de crítico literario iba a estar tan relacionada con la obra de Jane Austen . Claro que, entonces, yo no había leído a Austen. Las aventuras de Tom Sawyer es, sin lugar a dudas, mi libro favorito de la infancia. Leído, releído, una y otra vez, siempre me río cuando lo hago, conozco de memoria a sus personajes, sus vicisitudes y no hay ocasión en la que no recuerde que la tía Polly miraba a los niños por encima de las gafas porque no consideraba que eran tan importantes como para verlos a través de ellas. Todo un personaje. Aprendí con Twain que existía una cosa llamada "escuela dominical". Aprendí que había niños que se criaban en la calle, que no querían saber nada de colegios y libros y que los huérfanos tenían la cosa muy difícil. Sobre todo, aprendí que el ingenio y el lenguaje coloquial eran su santo y seña. Imposible no dejarse llevar por sus absurdas situaciones cómicas y su descripción de los personajes a bas

"El fantasma de Canterville" de Oscar Wilde

(Castillo de Leeds, condado de Kent, Inglaterra) Junto con "Las aventuras de Tom Sawyer" de Mark Twain, "El fantasma de Canterville" fue el libro favorito de mi infancia. Ah, y en esta lista también está "Ivanhoe" de Sir Walter Scott, que luego resultó ser una persona bastante relacionada con Jane Austen. No sé si esto significa algo. El deslumbramiento por estos libros no ha cedido nunca, todo lo contrario que con "El principito", que leí por tradición familiar, que me embaucó al principio, pero que luego pasé por la sartén del escepticismo y ahí sigue. En cambio, Tom, los caballeros sajones y el fantasma me producen, cada vez que los releo, la misma satisfacción irónica, la misma risa y el mismo desparpajo. La escena de la valla (si has leído Tom Sawyer sabes a qué me refiero) forma parte de mi película personal y no diré menos del inicio del fantasma, con esas disquisiciones ácidas del comprador y el vendedor del castillo. Ya entonces