Debería haber escrito antes de "Apegos feroces" pero resulta que he leído primero lo que puede ser la segunda parte. Me he resistido largo tiempo a conocer a Vivian Gornick. Algunas reseñas sobre ella me escamaban. No me fiaba demasiado de las banderas que se le han colocado, como si fuera un símbolo en lugar de una mujer de carne y hueso, que escribe y que escribe muy bien. La vida narrada no es literatura si no responde a la belleza de estilo que todo escritor debe mantener. Así que mis prevenciones funcionaron hasta hace unos días y desaparecieron todas en el momento en que abrí el libro y me sumergí en este "La mujer singular y la ciudad" . Yo soy también una mujer singular. Por eso la entiendo. Quizá todas las mujeres somos singulares. En ese caso están equivocados aquellos que se empeñan en dirigirse a mí de esta forma: "Vosotras, las mujeres"... Cuenta cosas sueltas, escenas de su vida, de la vida que sucede a su alred
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