Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de junio, 2020

Irène y los fuegos de otoño

El caso de Irène Némirovsky no es único, pero sí extraño. Su vida tiene tantos elementos de interés como sus libros. O, para decirlo de otro modo, la suma de talento y experiencia vital dio lugar a una obra que tiene un hilo común en su estilo y una fuente temática en su biografía y en el telón de fondo de su vida. Es un caso que puede estremecerte y que, si te familiarizas con ella a través de sus libros, se convierte en una razón más para aborrecer las guerras y sus consecuencias. Aunque la batalla que ella libró fue común a millones de personas, solo casos privilegiados como este nos ponen en contacto con una realidad que los libros de historia no detallan, porque es inabarcable.  Podíamos decir que los totalitarismos arruinaron su existencia. Primero los bolcheviques, de los que su familia huyó en 1919, y luego los nazis, que la deportaron a un campo de concentración y la asesinaron allí. Entre medias, una vida. Desde Kiev, donde nació en 1903, hasta Francia, donde estudió e

Un verano de cuento: Edna O'Brien

Las obras más conocidas de Edna O'Brien (Tuamgraney, Clare, Irlanda, 1930) son las que forman su Trilogía de las chicas de campo. Sin embargo, O'Brien es una cuentista muy notable. Y son sus cuentos, siempre protagonizados por mujeres, los que representan una visión muy cercana de la vida y de la naturaleza, de las relaciones humanas y los sentimientos.  Ella no se hace ilusiones con respecto a la gente. Sabe que, en un momento dado, habrá traiciones y desengaños. Los sintió ella misma. Gente que no acepta tu talento y que quiere cercenarlo. Personas que intentan imponerte sus ideas. Entornos claustrofóbicos, momentos desasosegantes. Hasta la propia naturaleza es, en sí misma, una enemiga de las emociones. Y el pasado es una losa y el futuro una incógnita, una dudosa reminiscencia de algo que no  ha llegado pero que se anuncia.  Los cuentos  tienen mucho de sí misma, de modo que, si lees también sus Memorias, verás en ellos desarrollados algunos argumentos que parten

Virginia, Clarissa y un árbol

En uno de los primeros pasajes de "Rebecca" (novela y película), la muchacha sin nombre llamada a ser la segunda señora De Winter, cuenta a Max algunas cosas sobre su padre. Era pintor, sin demasiada suerte ni éxito, pero de ideas fijas y bien asentadas. Siempre dibujaba árboles, mejor dicho, siempre dibujaba un mismo árbol. De día y de noche, en el crepúsculo, al amanecer, a la hora de la siesta, en el aperitivo, todo el tiempo ese árbol aparecía en sus pinceles. La muchacha tenía una clara explicación de esta contumacia pues su propio padre se lo había dejado muy claro: si encuentras algo en el mundo que sea perfecto, no merece la pena cambiarlo ni buscarse otra cosa. Más o menos.  No conocemos al árbol del padre de la chica, ni siquiera sabemos cómo era ese árbol ni qué ramas tenía, si era caduco o perenne, si tenía flores, frutas o era un simple tronco retorcido, pero la pertinacia del artista tiene mucho que ver con el embeleso que la naturaleza produce. El pin

Tristesse

(Juliette Binoche) Los ingleses son más ruidosos y expresivos para la alegría pero nadie como las francesas para mostrar la tristeza. Eso requiere sutileza y requiere abandonarse a las sensaciones que la tristeza produce. Así como el estruendo de la risa es contagioso y requiere salir al exterior, la tristeza es un sentimiento tan hondo que no requiere de manifestaciones externas, es más, que se rompe si se muestra. Es algo íntimo, delicado, que absorbe los sentidos y que hace resplandecer lo que somos por dentro. Hay muchos que opinan que la tristeza es cansina pero confunden la tristeza con la apatía, con el aburrimiento o la depresión. La tristeza tiene una dignidad que pocos sentimientos ofrecen, porque no necesita subterfugios ni puede impostarse.  (Isabelle Huppert) Nada hay sórdido en sentirse triste. Es más, el disimulo convierte la emoción en un juego malabar que no conduce a nadie. Los que no pueden expresar su tristeza terminan haciendo de ella un estere

Novelar la vida, escribir la muerte. El caso de Joan Didion

La primera imagen de Joan Didion (Sacramento, California, 1934) es la de una lectora voraz, que leía libros y libros, muchos de ellos de mayores, desde que era una niña. Esa afición a la lectura marcaría su destino, su vida entera. Pero la historia de esa vida tiene tanto sabor, destila tanto interés como sus propios libros. No es una novelista al uso, sino que incursionó en el periodismo, comenzando por la revista "Vogue" , ese vivero de buenos escritores, y también escribió para otras más. Hizo guiones de cine, adaptó biografías, se preocupó de temas políticos o geográficos, dio su opinión sobre los asuntos candentes del tiempo en el que le tocó participar activamente en la creación de pensamientos globales. Hizo muchas cosas, incluso enamorarse y compartir su vida durante casi cuarenta años con otro escritor, John Gregory Dunne , y con una hija, Quintana Roo. A ambos los perdió en un corto espacio de tiempo. Y fue capaz de escribir sobre la muerte, la pérdida, la soled

Edith Wharton y "El Marne"

La editorial "La isla de Siltolá" en su colección Narrativa publica en 2018 un volumen con tres cuentos, el primero de los cuales da título al libro, "El Marne". Los otros dos son "El ajuste de cuentas" y "La campanilla de la doncella". De tamaño irregular, cada uno de esos relatos hablan de la Edith Wharton que sus lectores conocemos: observadora, incisiva, ingeniosa, caleidoscópica, conocedora de los entresijos del alma humana y de los comportamientos de la clase social en la que vivió y de la que formó parte, aunque con una mirada crítica, nunca dominada por las convenciones. Lo más destacado de su forma de narrar es siempre el acierto al diseccionar el interior del alma humana, sus emociones, sentimientos, deseos, odios y venganzas. Y las relaciones humanas están marcadas por el signo de la realidad, sin alteraciones románticas ni pensamientos elevados. La gente es así y así la muestra ella. "Resultaba una peculiar crueldad del de

Muchas rosas para un solo día

El próximo 15 de diciembre Edna O'Brien cumplirá noventa años. Cuando cumplió los ochenta escribió sus memorias. El título es recurrente. "Las chicas de campo", "La chica de ojos verdes", "Chicas felizmente casadas", "La chica", así se llaman sus libros. Ella fue una chica de campo y quizá nunca dejó de serlo, aunque en este libro, como en su vida, transita desde su granja en el condado de Clare hasta Dublín, de ahí a Londres, de ahí a Nueva York, de ahí al mundo. Los irlandeses aparecen por todas partes aunque siempre guardan un lazo invisible que los ata con su tierra, por eso son siempre gente del pueblo o del campo, como Edna.  Hay una extraña cualidad en la autora que aparece en la segunda parte de sus memorias muy bien expresada. Se trata de la facultad de "ver" los hechos desde dos puntos de vista: permanece su visión de juventud y niñez, la de los campos, los setos, el ganado y la extraña pobreza puritana, junto con

"Las chicas de campo" de Edna O´Brien

   "Las chicas de campo" es el primer libro de una trilogía que convirtió a Edna O´Brien (Tuamgraney, Irlanda, condado de Clare, 1930) en una escritora. Supongo que escribir es un don del cielo y que, en un momento dado, una decide que va a dar un paso adelante y convierte los recuerdos o la imaginación, o ambas cosas, en un libro. En este caso, su publicación, en 1960, vino precedida de horas de trabajo en una editorial y de una invitación a escribir algo por parte de los editores. Y la consecuencia fue un anatema en su pueblo, en su país y el reconocimiento de los lectores y críticos. La cara y la cruz de una misma moneda.      Caithleen es Edna y Baba es Edna . Son, ellas mismas, la muchacha que fue y la que quiso ser. Lo ha confesado la autora, afortunadamente todavía en activo a sus ochenta y siete años. Sabemos cómo son ambas chicas porque, aunque no existen descripciones pormenorizadas, al igual que en los libros de Jane Austen, sí hay alusiones y, por alusion

Hacer lo justo

(Jeremy Northam es Sir Robert Morton y Rebecca Pidgeon es Catherine Winslow) ¡Qué emocionante es el descubrimiento, ese momento dulce en el que llega a ti una película, un libro, una obra de arte que no conocías! Eso mismo me ocurrió con esta película, de la que me dio noticia una amiga de brillante armadura y ternura oculta. Cada película, cada libro, llega en el momento adecuado. Exactamente igual que sucede con las personas. Llegan a tu vida, tocan a la puerta y, si eres capaz de abrirla, entonces le echan una gota de sal al agua fría o una pizca de pimienta al guiso. Entonces todo cambia, aunque no lo sepas, no lo notes o no lo reconozcas. Una parte de ti se entenderá a solas con lo que has descubierto.  El cadete Ronnie Winslow tiene catorce años y ha sido expulsado de la Academia Naval de Osbourne  por robar cinco chelines a un compañero. Su llegada a casa, cargado con el peso de la expulsión y la deshonra, trastoca todos los planes familiares y pone a prueba la so

La chica con el vestido blanco

Fotografía de Eve Arnold, 1951 Marilyn Monroe photographed by Alfred Eisenstaedt, 1953.  Fotografía de Inge Morath Hay algunas cosas en "El príncipe y la corista" que pueden resultar extrañas, incomprensibles, agua y aceite. Los dos no parecen tener nada en común y quizá no lo tengan. Pero, durante algunos instantes, algunos momentos incomprensibles, parece volar una esencia que comparten. Y entonces se produce el milagro de la ilusión. Pocas veces Marilyn Monroe ha destilado más sensualidad y más ingenio, ambos en estrecho lazo. Pocas veces se ha movido con más libertad y con menos vestuario. Un único vestido blanco que sirve para todo. Sobre el vestido blanco se superponen condecoraciones, broches, camafeos, collares, capas, estolas y gabardinas. Pero el fondo es solo eso, un vestido blanco. Esto indica muchas cosas, muchas más cosas de las que una puede imaginar.  Enfrente, el hombre, se cambia no sé cuántas veces de vestido, de uniforme,

Virtudes y defectos

(Laurence Olivier fue Mr. Darcy en la versión cinematográfica de 1940) (El Mr. Darcy más famoso es Colin Firth, versión de  la BBC en 1995) (Matthew Rhys fue Fitzwilliam Darcy según una novela de P.D.James) Dos virtudes y dos defectos titulan dos de las novelas más importantes de las que escribió Jane Austen . Las virtudes son el sentido y la sensibilidad. Los defectos, el orgullo y el prejuicio. Junto con "La abadía de Northanger" que ironiza a modo sobre las novelas góticas y los desequilibrios que estas producían, cuando se leían en exceso, a las jóvenes poco sensatas, son las tres obras que escribió en su juventud, en torno a los veinte años.  En "Orgullo y prejuicio" están repartidas las culpas. Darcy es orgulloso porque está seguro de sí mismo y de su clase social, pero no desprecia a los inferiores sino que es consciente de que lo son. Él mismo se encarga de diferenciar el orgullo de la vanidad pero sus explicaciones no conv

Quizá en algún momento volverán los abrazos...

(Eve Arnold. Elizabeth Taylor) Quizá en algún momento volverán los abrazos, los dedos que se rozan, las manos que aprisionan. Quizá el aliento vuelva otra vez a mezclarse, quizá la risa suene y los ecos se fundan. Quizá haya un tiempo nuevo para la suave caricia de la mano en la frente, de la mano en los ojos; quizá los ojos miren tan de cerca como antes; quizá la cercanía no sea un impedimento. Quizá la espalda note el hueco de otros brazos y la nariz se bese como las mariposas; quizá en el fondo tenga que regresar la cálida, impermeable, firme voz que susurra amores.  Para cuando eso llegue reserva tus suspiros, guarda tus emociones, almacena tus sueños, esconde tus promesas, dibuja tus enormes ganas de ser de nuevo un cuerpo que se funde, un aire que estremece.  (Eve Arnold. Marilyn Monroe)

Davies, el magnífico

Me enamoré de Robertson Davies tras leer "Levadura de malicia". Ni siquiera tuve que leer el libro entero, porque el enamoramiento lector es así: bastaron las primeras líneas. La mezcla de ironía, gracia, hechuras y sarcasmo inteligente. Puede parecer que todo es lo mismo, pero no. Davies me conducía a través de la trama con su mano firme. No como esos escritores que te dejan vagabundear por las páginas...hasta que te sales del libro. Una vez que conoces al escritor llegas al hombre. Me interesan mucho las personas que están detrás de las obras de arte. Pero no parece que este interés sea colectivo porque resulta complicado saber cosas de verdad. Cosas que pongan de revés al personaje y que no te lo muestren siempre atildado y con la máquina de escribir delante. Empeño inútil. Leemos libros escritos por fantasmas.  Hay otras circunstancias en su vida que me atraen, como el hecho de que se graduara en el Balliol College de Oxford, de donde fue decano el tío de la madre

Modelos de mujer

Generalizar no es científico. Eso nos dicen siempre. Pero resulta difícil escabullirse a la atención de clasificar, organizar, definir, ciertas características que pueden aplicarse a más de una persona. En el universo femenino de “Emma” hay personajes que podrían ser, en sí mismos, arquetipos, si es que creemos en ellos. Pero da la impresión de que a Jane Austen no le interesaba dejar establecidos tipologías sino contar historias en las que lo sustantivo es la gente. La gente, sus pensamientos, sus ideas, sus vidas. Resulta muy atractivo adentrarse en las mujeres de “Emma”. Cada una de ellas aparece dibujada con nitidez, aunque, si apartamos de nuestra mente las imágenes que han surgido de las adaptaciones cinematográficas o de las series de televisión, tenemos serios problemas para formarnos una idea cabal de como eran si nos atenemos a los atributos físicos. Es maravilloso comprobar la importancia capital que la autora da a lo que conocemos como “forma de ser”, por delante,