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Virtudes y defectos


(Laurence Olivier fue Mr. Darcy en la versión cinematográfica de 1940)



(El Mr. Darcy más famoso es Colin Firth, versión de  la BBC en 1995)



(Matthew Rhys fue Fitzwilliam Darcy según una novela de P.D.James)

Dos virtudes y dos defectos titulan dos de las novelas más importantes de las que escribió Jane Austen. Las virtudes son el sentido y la sensibilidad. Los defectos, el orgullo y el prejuicio. Junto con "La abadía de Northanger" que ironiza a modo sobre las novelas góticas y los desequilibrios que estas producían, cuando se leían en exceso, a las jóvenes poco sensatas, son las tres obras que escribió en su juventud, en torno a los veinte años. 

En "Orgullo y prejuicio" están repartidas las culpas. Darcy es orgulloso porque está seguro de sí mismo y de su clase social, pero no desprecia a los inferiores sino que es consciente de que lo son. Él mismo se encarga de diferenciar el orgullo de la vanidad pero sus explicaciones no convencen a Elizabeth Bennet. Además de orgulloso, Darcy es fundamentalmente tímido, poco sociable y bastante reacio a mostrar sus emociones. Esto se demuestra con toda claridad cuando alterna con los Bingley, que, a pesar de que tienen una fortuna heredada de las actividades comerciales de su padre (lo que los sitúa en una esfera social muy distinta a la suya), tienen, precisamente por ello, un trato de igual a igual con él. Es muy interesante esta mezcla de clases en la Inglaterra de la época. Los verdaderos aristócratas como Darcy, que poseen título, tierras, casas solariegas y dinero. Los arribistas, como la familia Bingley, que han conseguido lo que tienen gracias al comercio con las colonias y que intentan, por todos los medios, de asimilarse a la gente de la clase alta. Para empezar, intentan comprar una buena casa, hacerse con tierras y trabajadores, y, por supuesto, un buen matrimonio que aporte título y familia de abolengo. Y luego está la landed gentry, la aristocracia baja, a la que pertenece la familia de Elizabeth, la misma clase social de Jane Austen, en la que su padre era un clérigo anglicano de familia humilde pero con parientes ricos y su madre una Leigh con ascendencia aristocrática. El padre de las Bennet es un caballero, cuyas tierras están vinculadas a la descendencia masculina y, por tanto, obligan a sus hijas a hacer un buen matrimonio para mantenerse ellas y sus demás hermanas. Pero, como bien le contesta Elizabeth a Lady Catherine de Bourgh, "su sobrino es un caballero y yo soy la hija de un caballero". 

El orgullo, sin embargo, no es solo cosa de Darcy. También Elizabeth es una muchacha orgullosa, aunque tiene mejor carácter, un gran sentido del humor y una manera de enfrentarse a las situaciones mucho más airosa. Cuando Darcy rechaza bailar con ella (y lo hace en dos ocasiones) se lo toma a broma, al menos exteriormente y es ella misma la que lo cuenta, provocando que el suceso se convierta en motivo de hilaridad. Esa actuación demuestra una enorme inteligencia práctica y nada de romanticismo. Elizabeth Bennet jamás se flagelaría pensando en que la han despreciado. Ese mismo sentido práctico, sin embargo, no implica que responda a la petición de matrimonio que le hace Darcy (la primera) con una consistente y ruda contestación, dejando en evidencia la falta de caballerosidad de él y también cómo la ha ofendido al hacerla. Ambos, por tanto, son orgullosos, aunque no vanidosos. 

También el prejuicio, ese defecto del carácter que consiste en prevenirse acerca de la gente, sin tener motivo suficiente para ello, circula en ambas direcciones. La familia Bennet, con sus excentricidades y excesos, molesta a Darcy enormemente y, precisamente por ello, ve con malos ojos que su amiga Bingley se case con Jane. Pero esta apreciación la hace fijándose solamente en la conducta de algunos de sus miembros y sin profundizar en el carácter de Jane o de Elizabeth. Por su parte, Elizabeth se siente muy molesta por la actitud de Darcy con respecto a ella (no la considera suficientemente bonita para tenerla de pareja de baile) y, sobre todo, se deja llevar por lo que le cuenta el peligroso Wickham, que calumniará a Darcy delante de todos y logrará que la gente lo vea como un individuo falto de principios y valores. Ese prejuicio impedirá a Elizabeth verlo con los ojos verdaderos, darle una oportunidad de ser conocido en realidad. 

Los enredos que estas actitudes proporcionan, el juego de emociones y sentimientos, es lo que mueve el entresijo de la novela. Eso mismo sucede con "Sentido y sensibilidad", pero, en este caso, hablamos de dos virtudes que, sin embargo, llevadas al extremo, también pueden colisionar con la búsqueda de la felicidad de las protagonistas del libro. Elinor y Marianne han sido consideradas las representantes de lo uno y de lo otro. Elinor es la muchacha sensata que tiene claro cómo debe ser llevada la casa, la hacienda, la economía y la vida en general de ella, de sus hermanas y su madre tras la muerte de su padre que las deja en la calle. Es también la que es capaz de comportarse con toda tranquilidad delante del hombre que ama, incluso delante de aquella que, en un alarde de cinismo, le confiesa que ella es la prometida secreta de ese hombre. Esta aparenta frialdad, que no lo es, sino que indica contención de sentimientos y un carácter introvertido, se va deshaciendo conforme las circunstancias avanzan, hasta llegar al estallido final, a ese momento en el que Elinor llora desconsoladamente cuando comprueba que sus temores con respecto a la boda de Edward Ferrars eran falsos. 

La dirección contraria es la que lleva su hermana Marianne. Ella es una muchacha soñadora, imaginativa, amante de la poesía y de la música, enamorada del amor. Busca un imposible, un caballero andante, es, por así decirlo, una heredera de la novela gótica, una reminiscencia de esas doncellas perseguidas por los malvados que vivían en castillos y esperaban el milagro de la resurrección en brazos de alguien valiente y firme. La cosa es que aquí, en una vuelta de tuerca solo posible en alguien con el ingenio literario de Jane Austen, el caballero es, precisamente, el malvado. Y el salvador no es alguien montado un caballo blanco, bello como un dios, sino un coronel entrado en años, con algún achaque de salud y que no elevaría el pulso de una jovencita. De este modo, las hermanas recorren el camino inverso. La sensata terminará casándose con el amor de su vida, otro hombre tranquilo y la sensible lo hará con un hombre sensato. Maravilloso intercambio de papeles, maravilloso camino el que traza la autora de una senda a otra, buscando lo que tantas veces preconiza en sus libros, el equilibrio entre el ser, el deber ser y el querer ser. 


(Kate Winslet es Marianne Dashwood en la adaptación al cine dirigida por Ang Lee en 1995)


(Emma Thompson es Elinor Dashwood en la misma versión, de la que ella fue la guionista)

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