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Mostrando entradas de 2020

Un año de libros

  (Joven leyendo. Jean-Honoré Fragonard. Galería Nacional de Arte de Washington) Los lectores hacemos balance anual de los libros que leemos , igual que todos pensamos en nuestras vidas y nos preguntamos si fue un tiempo aprovechado o si lo perdimos miserablemente. Hay respuestas para todos y lo importante, quizá, es no mentirse a una misma. Aunque no es nada fácil. Tenemos que usar la condescendencia para no convertirnos en máquinas de autocrítica, eso que puede hacerse bien pero que suele hacerse mal. Los libros que leemos o releemos (conforme pasan los años las relecturas suelen aumentar) son una muestra de lo que somos y queremos, mucho más de lo que pueda parecer a simple vista. En esos libros están los que nos han emocionado y los que nos cansaron. Los que han dejado huella y los que no recordamos siquiera porque fueron un mero trámite. No es fácil hacer la cuenta de lo leído, sino que, la mayoría, utilizamos argucias para que ese recuerdo sea efectivo. Los libros ejercen sobre n

"Un gin tónic en pijama" por María José Peña

  (Foto: Patrick Demarchelier) El  Cameo  de María José Peña. Una historia íntima con su toque de nostalgia y de emoción poderosas.  "Le pesaban los ojos. Llevaba toda la tarde leyendo y la luz no era la adecuada, pero, absorta en la lectura, había olvidado, como tantas otras veces, encender la luz mientras la tarde declinaba y el anochecer se apoderaba de las horas. Cerró el libro y advirtió que, sumida en la vida de otros, se le había acabado  su propia tarde. Salió a la terraza amplia y luminosa bajo las encendidas farolas que automáticamente se encendían a las seis. En invierno a las seis es noche cerrada. El aire frío le azotó brevemente el rostro templado por la calefacción del interior. Después de las ráfagas de viento de los últimos días, el aire estaba en calma y un sosiego grato la invadió. La luna brillaba encendida. Luna llena, se dijo, como siempre que sucede algo grato en mi vida. Y no supo por qué pero se alegró, como si esperara algo, como si algo inesperado aún pu

"¿Jubilación viene de júbilo?" por Ángel Vela

 (Foto: Nick Knight)  El  Cameo  de Ángel Vela Nieto. Una reflexión muy personal sobre uno de los momentos vitales que más sentimientos generan.  "Cuando llega la jubilación laboral lo único claro es que uno (hablo como varón) ya tiene una edad que no es para tirar cohetes; vamos, que no se parece a la de la mili o la de juntar para el ajuar, por ejemplo. El discurrir de los años no beneficia a nada ni a nadie, todo envejece y se deteriora con el tiempo como es de perogrullo. Se dan casos, y no son pocos, en los que abandonar eso que llaman “el castigo bíblico” lleva a trastornos psíquicos, a no amoldarse a la nueva situación vital.  Para eso se tiene que dar la circunstancia de que la ocupación, a la que se ha dedicado la vida, haya sido elegida, vocacional, el trabajo como placer. En principio todos los nuevos jubilados aplauden su libertad de compromiso y sienten como un rejuvenecimiento de la sangre, y algunos hasta creen en verdad que regresan a la juventud. Sintiéndolo mucho

"Hedor literario" por Antonio Rincón

("Beata Beatrix" de D. G. Rossetti. Pintura Prerrafaelita. Inglaterra) El  Cameo  de Antonio Rincón Muñiz. Un posicionamiento a medio camino entre la ironía y la evidencia, ante algunas corrientes  literarias.                                           " Existe, cierto es, una literatura basura, como hay una comida basura, una televisión basura e incluso unas personalidades basura. Y, por supuesto, un arte basura. A esa conclusión llegué sin esfuerzo cuando leí aquella noticia que contenía tintes escatológicos propensos a la arcada, intelectual y física, en el lector medianamente sensible: «El artista italiano Fulano de Tal —no es necesario reflejar su nombre para no hacer más publicidad de alguien que la busca hasta esos extremos— vende sus excrementos envasados en latitas de azófar a un precio inmoderadamente abusivo…». Eso decía la nota tipográfica del periódico. Me tapé la nariz y dejé de leer. Supongo que conociendo la estulticia humana —ahora más desarrollada que

Cameos

  (Fotografía de William Eggleston, 1939) En el cine, un cameo es la aparición en una película de un personaje famoso que tiene una intervención esporádica y, en cierto modo, curiosa. Hace algo que no es corriente o algo que lo identifica, eso depende.  En este blog nos gustan los cameos en el cine porque plantan un interrogante al que no se suele dar una respuesta. El cine es un paraíso de preguntas, por eso tiene la llave de las ilusiones.  Escribir es dibujar imágenes con palabras. Y un cameo es la forma en la que alguien se cuela con permiso en un espacio que no es el suyo pero que lo acoge con la alegría del encuentro. Así aparecerán, en este blog, las palabras de quienes poseen la gracia, el ardor y el espíritu suficientes como para mostrarnos su mundo en pocos renglones.  Como en el cine, aquí están los cameos de "Una isla de papel". Próximamente en este blog. 

Hanna y la rosa del Cairo

  Se puede vivir sin amor pero no se puede vivir sin ilusión. Pensaba esto mientras volvía a ver por enésima ver una de mis películas favoritas "La rosa púrpura del Cairo". Recordé, asimismo, que una vez escribí un cuento llamado "Hanna y la rosa del Cairo", que fundía en su título esta película con otra que también adoro "Hanna y sus hermanas". No sé si falta una hache por ahí en algunas de estas palabras de cine. El caso es que  pensé que no se puede vivir sin ilusión viendo a Cecilia yendo al cine sola porque su marido tiene que jugar a las cartas o a los dados con un montón de zafios amigos. Y luego lo pensé cuando el explorador se escapa de la película porque necesita hacer algo más que repetir una y otra vez las mismas frases escritas por el guionista, quien, dicho sea de paso, no hace acto de presencia. Sí aparece el actor, que quiere recuperar al personaje porque no entiende ese desdoblamiento, o sí, pero le da igual, necesita que su carrera avance

¿Qué haríamos sin Jane (Austen)?

  Por un momento he pensado qué sería de la literatura universal sin Jane Austen .  Y, a continuación, cuántas horas de diversión, placer , felicidad, me habría perdido yo misma sin sus libros. Oh, es algo imaginario y nada agradable. La lectura primera de sus obras siempre genera asombro y dudas. A partir de ese momento puedes comenzar a disfrutar. Jane Austen está hecha para ser releída y sus relecturas siempre te deparan alguna sorpresa. Eso mismo deben pensar todos los directores y productores de series y películas que vuelven a ella una y otra vez. Las nuevas generaciones se van sumando al austenismo a través de muchos medios, entre ellos, los audiovisuales. Los debates sobre el sentido de sus libros, sus personajes, son permanentes. Es cierto que no se trató de un reconocimiento inmediato, nada de eso, pero, en estos momentos, Jane Austen estaría satisfecha, muy satisfecha, de la comprensión y la continua lectura de sus novelas y de sus cartas.  Cada una de nosotras tiene un i

Mary Astor y los tiempos intermedios

  (Mary Astor en 1933) Cuando el cine sonoro sustituyó para siempre a las películas con música de piano, Mary Astor, que era una estrella, sufrió un parón en su carrera de varios años. Podría pensarse que esto mismo ocurrió a otros actores y actrices, y así fue, porque el sonoro requería un modo concreto de proyectar la voz y porque el cine mudo tenía sus propios códigos. Durante cinco o seis años Mary Astor se quedó anclada en uno de esos tiempos intermedios que trae la vida. Mi amiga Carmen habla de ellos. Mi amiga Carmen es bastante sabia y tiene, sobre todo, un pensamiento original, propio. Cualquier tema que abordes con ella tiene otra dimensión y te hace ver aristas que antes eras incapaz de encontrar. Para las personas como yo, con una manifiesta cobardía oculta, con un miedo latente prácticamente a todas horas, la gente como mi amiga Carmen son una especie de faro luminoso. La relaciono con Mary Astor porque ella también brillaba, y de qué manera. La he visto en una película es

Su nombre es Estilo

  Cuando Al Pacino rechazó su propuesta de matrimonio ella pensó que era fea. Creyó que su cara era la responsable de la negativa. No se dio cuenta entonces de que Pacino no era hombre para casarse. La inseguridad la llevó durante años al territorio de la bulimia y luego de la psicoanalista, quizá, en este último caso, para hacer pareja con el hombre de su vida entonces, Woody Allen. La tercera persona fue, a partir del rodaje de "Rojos", Warren Beatty, que las enamoraba a todas y también a ella. Hace poco Diane Keaton confesó que ellos tres fueron eso que se llama "los hombres de su vida".  La infancia y la adolescencia de Keaton fueron especiales. Porque lo era también su familia, sobre todo su madre, la persona a la que más ha querido y que más ha influido en su vida. Lo cuenta en su libro de Memorias, publicado en 2011, "Ahora y siempre". Dorothy Deanne Keaton Hall, la madre, era una mujer fuera de lo corriente. Le gustaba la fotografía, la escritura y

"Persuasión" o la tristeza

  MISS SARAH RODBARD Oleo sobre tela por George Romney, pintor inglés, (1734-1802) Aunque se suele decir que Persuasión es la novela de las segundas oportunidades, más bien me parece que es una novela muy triste, la novela más triste de todas las que escribió Jane Austen. Tan triste que la unión final de la pareja no compensa el rosario de decepciones que la precede. Leída con la mirada de ahora, diríamos que es una novela realista, pues no escatima ocasión de hacernos ver el lado más amargo de la vida. Por eso, quizá, sea la tristeza su elemento definitorio y por eso se separa del resto de las obras escritas por Austen.  No es la primera vez que aparece una huérfana pero, en esta ocasión, tiene el problema añadido de que su padre no la quiere. Y lo demuestra abiertamente. Tampoco la aprecian sus dos hermanas. Anne Elliot es una muchacha sin afectos. La persona debería haber velado por su felicidad, su amiga Lady Russell, le dio el consejo equivocado. No calibró lo que significaba para

"La herencia" de Vigdis Hjorth

  Havler es un municipio de la costa suroccidental de Noruega, formado por un rosario de islas, algunas deshabitadas y otras únicamente visitadas por turistas que suelen tener allí una segunda vivienda. Precisamente dos casas de verano en Havler son el motivo principal de la disputa de los cuatro hermanos de esta novela una vez que sus padres han muerto. De modo que esta es una riña por herencia como tantas que hay en el mundo. Desde siempre, la pérdida de los padres supone que, salvo casos concretos, siempre haya alguna forma en la que los descendientes no están de acuerdo con el reparto. En este caso se da la circunstancia de que dos de esos hijos cuidaron a sus padres hasta el final y que los otros dos se fueron pronto de casa. Destaca la actitud de la hija mayor, la narradora de la novela, Bergljot, que arrastra tras de sí un enorme y doloroso secreto que la separó de su familia, sobre todo de su padre, al que no podía ver ni en pintura. Si piensas en lo más horroroso que puede h

"¿Qué fue de los Mulvaney?" de Joyce Carol Oates

La granja es el síntoma de la estabilidad de la familia Mulvaney y su pérdida la nota del derrumbe. Esto exactamente cuenta Joyce Carol Oates en este libro. Cómo una desgracia puede acechar la vida de una familia normal y hasta feliz, para convertirla en un pozo de humillaciones y de tristezas. Cómo no está escrito nada hasta que la vida transcurre. El sueño de los padres, ver a sus hijos convertidos en personas adultas, responsables, sanas y prósperas, puede volar por los aires ante una circunstancia fortuita y feroz. En este sentido, es una especie de tragedia griega, de espacio intermedio entre la fatalidad y la felicidad, de momento cumbre que arrebata a unas personas su forma de vida y su futuro. Así traza Joyce Carol Oates muchas de las historias que escribe. Partiendo de la normalidad, del anonimato, convierte a sus personajes en seres indefensos, en seres perdidos, en seres desesperanzados. Es la esperanza el último eslabón que se les escapa y en esta pérdida hay toda una críti

De Cádiz

(En el Barrio de Jarana hay lugares con el tiempo detenido. Foto CLB) Como todos los lugares en los que uno ha nacido y vivido, Cádiz no es solamente una ciudad, ni es una provincia, ni un enclave geográfico. Es la suma de tu biografía y tu pensamiento. Un reducto vital que nada ni nadie puede modificar aunque lo intente. Da igual de qué forma hayas vivido y de qué forma lo observes. Tu infancia, tu adolescencia, tu tiempo, tu familia, tu calle, tus cosas, todo eso es tan indefinible que resulta imposible quedarse con solo una frase, un ejemplo.  Cádiz no existe. Existen ciudades y pueblos. Comarcas y mares. Océanos. Paisajes. Sones. Gentes. Caseríos, campos y campiñas. Oficios y labores. Un caleidoscopio que se vierte si lo agitas. Por eso es tan difícil quedarse con algo y por eso cada uno tiene su propio Cádiz. Cádiz es lo que queremos que sea. Muchas miradas, muchas visiones, muchas estadísticas, muchas luces y demasiadas sombras.  Lo mejor de todo es que no hay santificación, ni d

Hombres solos, hombres solitarios

Presumes que eres la ciencia y yo no lo entiendo así porque siendo tú la ciencia no me has comprendido a mí. (Soleares. Juanito Mojama) ✿✿ En los tiempos del Oeste americano, que tanta literatura ha creado y, sobre todo, tanto cine, los hombres cargaban sobre sus hombres el peso de la valentía. Ser cobarde era un oprobio. Ningún cobarde podía sacar adelante a su familia, ni mantener sus tierras, ni vivir con dignidad. Pareciera que la valentía era la moneda de curso legal. Y, sin embargo, el cine nos cuenta que los valientes o los dignos eran la excepción. Más bien hombres solos, a veces también solitarios, que, llegada la hora de la verdad, se encontraban en la más estricta y descarnada soledad. Los guionistas de los westerns eran, como se ve, grandes conocedores de la naturaleza humana, bastante más que la propia señorita Marple que decía siempre, comparando a la gente que conocía con la de su pueblo natal Saint Mary Mead, que "es la misma en todas partes

Jane Austen y la lectura de novelas

(Bárbara Laage, París, 1946) Novela, sí. ¿Por qué no decirlo? No pienso ser como esos escritores que censuran un he cho al que ellos mismos contribuyen con sus obras, uniéndose a sus enemigos para vituperar este género de literatura, cubriendo de escarnio a las heroínas que su propia imaginación fabrica y calificando de sosas e insípidas las páginas que sus protagonistas hojean, según ellos, con disgusto. Si las heroínas no se respetan mutuamente, ¿cómo esperar de otros el aprecio y la estima debidos?... Así se expresa  Jane Austen , en primera persona, en su obra  La abadía de Northanger . Sale a la luz su opinión mientras relata los gustos literarios de Catherine Morland e Isabella Thorpe. Defiende con vehemencia el derecho de estas muchachas a leer aquello que más les guste y la necesidad de que los propios novelistas no abominen de lo que hacen. El alegato se pierde entre las páginas del libro y puede pasar desapercibido si no se hace una lectura atenta. La suave br