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Mostrando las entradas etiquetadas como Pensamiento

“El dilema de Neo“ de David Cerdá

  Mi padre nos enseñó la importancia de cumplir los compromisos adquiridos y mi madre a echar siempre una mirada irónica, humorística, a las circunstancias de la vida. Eran muy distintos. Sin embargo, supieron crear intuitivamente un universo cohesionado a la hora de educar a sus muchísimos hijos. Si alguno de nosotros no maneja bien esas enseñanzas no es culpa de ellos sino de la imperfección natural de los seres humanos. En ese universo había palabras fetiche. Una era la libertad, otra la bondad, otra la responsabilidad, otra la compasión, otra el honor. Lo he recordado leyendo El dilema de Neo.  A mí me gusta el arranque de este libro. Digamos, su leit motiv. Su preocupación porque seamos personas libres con todo lo que esa libertad conlleva. Buen juicio, una dosis de esperanza nada desdeñable, capacidad para construir nuestras vidas y una sana comunicación con el prójimo. Creo que la palabra “prójimo“ está antigua, devaluada, no se lleva. Pero es lo exacto, me parece. Y es importan

Hay una bondad que busca su sitio

  A veces la bondad es un haz de luz, como en esta fotografía de Eggleston. Muchas otras veces es un malentendido. Confundimos bondad con bobería y listeza con maldad. Los cinéfilos estamos tan influenciados por el cine negro, donde el malo luce glamour y fuerza, que nos perdemos la ocasión de reconocer la bondad donde la hay. Y está sin llamar la atención, sin atrofiarnos de publicidades, limpiamente.  La gente buena soporta algunos refranes infumables: Soy buena, pero no tonta. La bondad está a un paso de la tontería, de la estupidez. Los buenos parecen serlo porque no pueden ser otra cosa. Y se contraponen no a los malvados, sino a los espabilados, a los listos. Por eso la bondad tiene un aire antiguo que nos confunde.  Muy poco nos fijamos en lo que la bondad tiene de entrega, en lo que tiene de renuncia y en lo que tiene de belleza. Si así fuera, muchos clichés desaparecerían y nunca aplaudiríamos al pícaro que se sitúa por encima nuestra para sacarnos los ojos. Pero es tan aburri

Elogio del mérito

  No sé si creo en la meritocracia pero sí en el mérito. Leo por ahí que estamos en pleno auge de su descrédito. Hay personas importantes e influyentes como Michael Sandel y César Rendueles que han escrito sesudos tratados viniendo a decir que el gobierno de los mejores es cosa mala (no sé si llegan a afirmar que es bueno un gobierno de los peores) e, indirectamente, todo esto trae el debate (es un decir, siempre que hablamos de estas cosas es un debate pequeño, no nos estamos refiriendo a la herencia de Paquirri) sobre qué papel juega la lucha del individuo por su progreso en el conjunto de los bienes que la sociedad recibe. Si es lícito o no que alguien que viene del arroyo se eleve sobre su cuna y se encumbre sobre los otros, simplemente porque ha trabajado mucho para ello y tiene méritos suficientes.  Este es un debate que no aterriza nunca en las pequeñas realidades, más bien es cosa de estudiosos a los que solo leen otros estudiosos y de los que otros estudiosos copian o rebaten