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Mostrando entradas de noviembre, 2019

Lo que nos falta

(Foto: Nina Leen. 1913-1995) Apenas lo decimos en voz alta. Si lo hiciéramos, se rompería el ruidoso dique las lágrimas y estas navegarían incontenibles, saltando de ola en ola, de cerezo en cerezo. Todos los árboles de ese jardín que fue se llenarían de pequeñas estrellas, cada lágrima un sol, cada gota una luna en el rocío. Por eso no lo hablamos, por eso no lo decimos en voz alta, porque estallaría el mundo y todo se volvería amanecer inquieto, lluvia firme.  No lo decimos pero está al fondo de todo. Las manos que se mueven y no encuentran. El tiempo que buscamos y no termina de llenarse. Los paisajes que nunca visitamos. Los viajes que no hicimos. Las risas que perdimos. El aire que se vicia al contener su ausencia. Su nombre y apellidos colocado en una urna, con las letras mayúsculas y los tonos oscuros. Es todo lo que vimos después del precipicio. No está. No volverá a sentarse entre nosotros. No volveremos a tener su aliento. No volverá a decirnos que las cosas son f

"Una relación perfecta" de William Trevor

William Trevor sigue la gloriosa tradición literaria irlandesa, llena de nombres felices, de hermosas obras, de fabulosas historias. Como otros autores, Trevor nació y se crió en la Irlanda rural, que tanto contagia de belleza la escritura de sus hijos. Fue en 1928 y en el condado de Cork. No es solo un novelista excepcional sino un extraordinario autor de cuentos. "Una relación perfecta" toma su nombre, precisamente, de uno de los cuentos que forman este volumen. Los otros son "La hija de la modista", "La habitación", "Hombres de Irlanda", "Trampa jugando a la canasta", "Valentonadas", "Una tarde", "En Olivehill", "Los niños", "Viejo amor", "Fe" y "Folie à deux".  Todavía hay un gran número de lectores de novelas que no tienen especial predilección por los cuentos. No es fácil escribir un buen cuento. Y a muchos de esos lectores les queda una cierta sensación

Atrapadas

Las ves y han olvidado sonreír. Tienen un aire cansado, como si todo el mundo cayera sobre ellas de vez en cuando. Como si ellas soportaran todo el mundo. Han perdido eso que se llama dignidad y han escalado las cimas del ridículo. Son más de lo que parecen. Tienen cargos públicos, trabajos importantes, inteligencias limpias, miradas puras. Pero cayeron en una red de la que es difícil escapar. Es una red que comienza siendo una gasa suave y delicada que te cubre, adobada con palabras amables, con canciones italianas y películas tristes. Continúa con un péndulo que se mueve, de un lado, los susurros; de otro, los gritos. Como si tuviera un aire bergmaniano inconfundible. Primero, notarás que el lazo te rodea. Después, el lazo será una mano fría. Por último, alguien se reirá de ti y te preguntará por qué no te mueves si en torno a ti no hay nada. Ese es el secreto: no hay nada donde creías que había una huella de calor. Eso que notas no existe, ni fue nunca, es una ensoñación, un ju

"Las cartas de Chawton" Jane Austen

Descubrir cosas sobre Jane Austen es un extraño placer que sus lectoras consideramos, además, un golpe de fortuna. Sabemos que era una gran escritora de cartas, incluso algunas de sus novelas comenzaron siendo epistolares y tiene una obra maestra del género ("Lady Susan"). Muchas de esas cartas, las que no se destruyeron, están publicadas. En este caso Kathryn Sutherland, profesora de Bibliografía y Crítica Textual en la Universidad de Oxford, ha escogido una selección de ellas y las ha contextualizado, comentado y glosado. Eso es lo que es este libro, recién editado por Alba Clásica.  Son trece cartas, doce de las cuales proceden del Jane Austen`s House Museum, y una de la Jane Austen Society.  Las cartas, en el tiempo de Jane Austen, eran el modo de comunicación más usual después, claro está, de la tertulia cara a cara. Tardaban su tiempo en llegar pero servían para mantener los lazos familiares  y amistosos. En una familia tan numerosa como la de los Austen, och

"Las lealtades" de Delphine De Vigan

Los libros con niño dentro son difíciles. Como decía mi amigo, el escritor y cantaor Luis Caballero, "el flamenco no es cosa de niños". Y los niños literarios en novelas de adultos tienen algo que desgarra, algo de lo que conviene huir. Delphine De Vigan escoge a un niño como protagonista y con él todo lo que gira en torno a las relaciones rotas y a los extraños designios que la vida depara a los hijos cuando las familias se rompen. Veo en ocasiones ejemplos de esto. Las parejas que un día escribieron sus nombres en los troncos de los árboles llegan al desastre y ese desastre se derrama como agua sobre una mesa de mármol. Te odio porque me has engañado con otra, podría ser la música que animara esta historia. Te odio porque ya no estás, ya no eres y ya no soy nada para ti. Los odios hacia aquellas personas que te amaron y amaste son tan intensos que no pueden borrarse ni siquiera por el paso de los años. Los hijos están ahí, captando ese odio en el aire, observando y ll