Ir al contenido principal

Jane Austen y Virginia Woolf

Adeline Virginia Stephen, Virginia Woolf para la literatura (Londres, 1882-1941), en su famoso ensayo "Una habitación propia" describe la escritura de Jane Austen como "una obra para personas mayores, escrita por una mujer, que escribe como una mujer y no como un hombre". Esta aseveración podría ser tomada de manera negativa, pero no es el caso. En el ensayo citado, Woolf reivindica por primera vez la necesidad de que la mujer muestre su independencia intelectual por medio de la literatura, como una forma de expresión del talento que había tenido que sufrir inconvenientes varios. Desde los casos en los que la mujer no firmaba con su hombre, hasta aquellos en los que la firma que aparecía era la del marido. La afirmación de la mujer no es tanto cosa de gritería feminista sin aquilatar, sino de ir consiguiendo subir escalones cuya dificultad es manifiesta. 



Esta vindicación de la obra de Austen favoreció el que la crítica la considerara algo serio, mucho más que unas novelas surgidas al calor de la inspiración femenina coyuntural, sentimental y llena de detallitos intrascendentes. De "mujerismos" al uso, como diría un dilecto amigo, pleno de misoginia e inmadurez masculina. Curiosamente, el público había decidido, con anterioridad a la crítica, que en las obras de Austen había verdadera calidad, pero esto es algo a lo que estamos acostumbrados. El paso del tiempo y el veredicto de los lectores son el verdadero marchamo que califica a una obra, no la crítica ni los premios ni el fervor inmediato. 

Lo que destaca Woolf de la obra de Jane Austen es, sobre todo, aquello que la hace original y diferente a las novelas de su época, aquello que trasciende el romanticismo y entra de lleno en una forma de narrar personal e inteligente. La ironía, la comicidad, la descripción de la psicología de los personajes, el muestrario de ambientes...todo ello constituye el pasaporte cierto a una consideración de su obra como solamente tienen los verdaderos talentos. En las novelas de Austen no hay prolijas descripciones de paisajes, ni de espacios, muebles, edificios o, incluso, de los personajes. No es necesario. Una breve y profunda pincelada pone a cada cosa en su sitio, define a cada cual. Tampoco hay disquisiciones morales, ni conclusiones llenas de enseñanzas, sino simple y llanamente, sentido común. Es una mujer de su tiempo que lo observa desde el tamiz de la construcción crítica. Una mujer que conoce de primera mano aquello que narra, pero que no convierte sus frustraciones personales en una pesada carga para el lector, ni sus vivencias en un pozo de nostalgia que entristezca el relato. Más bien, lo aligera y lo suaviza de modo que vamos flotando por entre sus páginas, aspirando un suave aroma que, sin embargo, penetra en nuestro interior y pasa a formar parte de nuestro almacén de historias bien contadas. 


La obra de Virginia Woolf es más corta que la de Austen y, además, desde el principio se reconoció a sí misma y fue reconocida como una escritora. "La señora Dalloway" de 1925, "Al faro" de 1927, "Orlando"de 1928 y "Las olas" de 1931, son historias en las que se advierte un tiempo narrativo propio y distinto, un uso de los espacios y de la cronología plagados de perspectivas nuevas y una expresión personal de lo que significa el universo femenino, que, al fin y al cabo, construye. En el ensayo que hemos citado al principio "Una habitación propia" de 1932, habla de las escritoras y traza un dibujo implacable de los inconvenientes que la mujer literata ha padecido siempre, simbolizando en esa "habitación propia", ese lugar para escribir sin las interferencias del mundo exterior, la máxima aspiración para quien tiene en la literatura una tarea que realizar. 

Jane Austen no tuvo nunca una habitación propia. Lo más que consiguió, en la última etapa de su vida, fue escribir en el salón de la casa y que nadie la molestara durante sus horas de escritura. Pero, para ello, hubo que transitar un larguísimo camino. Un camino que se inició en 1775 cuando vino al mundo en una familia culta pero de pobres recursos económicos, de ocho hijos, de los que ella fue la séptima. Una familia perteneciente a la baja aristocracia rural, lo que se llamaba la "gentry". Su paso por dos internados no fue demasiado exitoso pero da a entender la preocupación cultural que tenía su familia. Su educación en casa estuvo basada en la consulta y lectura de la biblioteca familiar, que ella devoraba y que podía manejar a su antojo, con permiso de su padre, advertido muy pronto de su gran inteligencia. Esa inteligencia, ese dominio temprano de la escritura, de la observación de los personajes y ambientes, esa forma de ver la vida a través de la palabra, se puso de manifiesto en seguida, pues entre 1787 y 1793 escribió varias obras juveniles que se conservaban en tres cuadernos, publicadas luego en el siglo XX. Son "La historia de Inglaterra", "Amor y amista", "El castillo Lesley", "Catherine o el cenador". Sus ocupaciones eran, además, las propias de las jóvenes de su edad y sus aficiones más entusiastas eran bailar y charlar con las amigas a las que visitaban con frecuencia. La visita era el momento social más extendido y el baile la máxima aspiración de cualquier muchacha. Ambas costumbres se aprecian de forma clara en sus novelas. 


Jane Austen tuvo un amor de juventud muy apasionado, un joven irlandés que estudiaba Leyes. El joven correspondía a su amor, pero se impuso el cerebro de las familias y,dado que no había medios económicos para subsistir por parte de ninguno de los dos, el chico se marchó y no hubo más. Se llamaba Tom Lefroy. Sabemos también que tuvo una proposición matrimonial. por parte de Harris Biggs-Wither, hermano de unas amigas. Aunque, en un primer momento, la aceptó, luego lo pensó bien y le dijo que no. Era un buen partido pero, al parecer, un hombre poco dotado intelectualmente, lo que es probable que fuera un completo impedimento para ella.

Las tres primeras novelas de Austen las escribió en este orden: "Sentido y sensibilidad", llamada en su origen "Elinor y Marianne"; "Orgullo y prejuicio", de título inicial "Primeras impresiones" y "La abadía de Northanger", a la que primero llamó "Susan". Ninguna de las tres novelas fue aceptada en sus intentos de publicación. De esa forma, con tres novelas acabadas, la familia se mudó a Bath, en 1799 y allí, al cambiar de ambiente y de lugar de residencia, la pluma de Austen se paró, se durmió por un tiempo, y durante seis años no pudo escribir nada. Eso ocurre algunas veces, las palabras, como pájaros en nido ajeno, se marchan y vuelven de improviso.


Cuando el padre de Austen murió, su madre y las dos hijas, ella y su hermana Cassandra, quedaron desasistidas económicamente, como solía ocurrir a muchas familias en la rama femenina y como ella misma cuenta en sus libros. Estas dificultades las hicieron andar de un lado para otro, en casa de parientes diversos hasta que, por fin, en el año 1809 se asentaron en Chawton Cottage las tres mujeres, más una amiga, Martha Lloyd. Podemos decir que este es el hogar definitivo de Jane Austen.

Por fin, en 1811, recuperado el ritmo de la escritura en esta casa, logró publicar "Sentido y sensibilidad", aunque los gastos corrieron a su cargo. Tampoco aparecía su nombre en la novela, que estaba firmada como "Una dama". Dos años después, en 1813, se publica "Orgullo y prejuicio" y la firma decía "Por la autora de Sentido y sensibilidad". El resto de novelas se fueron publicando en los siguientes años. En 1814 "Mansfield Park", en 1815 "Emma". La primera novela que publicó con su nombre fue a título póstumo, "Persuasión", en 1817 y, también en este año, "La abadía de Northanger". La novela "Sanditon" quedó inacabada el día de su muerte, el 18 de julio de 1817.

Aparte de la vindicación que hace Virginia Woolf de la obra de Jane Austen, hablando de ella en términos desconocidos hasta entonces, me interesa destacar la diferencia tan abrumadora que existe entre ambas escritoras, tanto en su postura como tales, como en algunos aspectos que son esclarecedores. El hecho de que Jane Austen no firmara las obras con su nombre no era un capricho, sino una imposición de la época. Esta limitación, por supuesto, no existió para Woolf y quizá por ello mismo estaba tan sensibilizada con la situación de las mujeres escritoras. 

La escritura, la literatura, para las mujeres, yo diría también que todas las manifestaciones artísticas, han sido tomadas, hasta no hace demasiado tiempo, como hobbies, como ocupaciones añadidas a su papel de madre, esposa, ama de casa. Esto no es una exageración y puede observarse con detalle hasta entrado el siglo XX. Casos en los que los maridos firman los manuscritos, artistas que se convierten en musas de su amante o marido y dejan de lado su obra. En no pocas ocasiones son las mismas mujeres las que se autolimitan, pero esto quizá no haya que achacárselo a ellas, sino a una situación que estaba preestablecida y que tenía pocas salidas. 

Comentarios

Monic ha dicho que…
Excelente.... Me encanto.
Monic

Entradas populares de este blog

"Normas de cortesía" de Amor Towles

  Amor Towles (1964) es una especie de gentleman, de la clase que ahora puede permitirse la sociedad, no estrictamente vestido de trajes cruzados y gemelos, pero sí con cierta elegancia y gusto. Ama las antigüedades y las colecciona. Es un gran conocedor de la historia del arte y de la literatura inglesa. Adora el jazz. Ha tenido una esmerada educación y sus libros son, por eso mismo, educados y dentro de una escuela de escritura pausada y sin estridencias. Habrá quien diga que cultiva un diletante aburrimiento, si tenemos en cuenta la efervescencia de la literatura americana ahora mismo, pero eso es porque hay gustos para todos. Leer este libro ahora supone marchar a contracorriente porque la mayoría de los lectores de Towles (aunque quizá aún no puede hablarse estrictamente de ese concepto), están leyendo su segunda novela publicada en español, es decir, "Un caballero en Moscú", que ha sido un suceso literario en los últimos meses. No obstante, esta "Normas de cortesía

Lo que dijo Beryl

  (Camden Town, fotografía de Laurent Dequick) La primera cuestión que se suscita con la escritora inglesa Beryl Bainbridge es su año de nacimiento. Según las fuentes, se trata de 1932 o 1934. Sin embargo, su registro corresponde a 1933. Ella no lo tenía claro. Puede parecer una cosa rara, pero no lo es en absoluto y le ocurre a bastante gente, mucho más en aquellos años. Los registros no eran tan automáticos como ahora. Sea como sea, sabemos que nació uno de esos años, un 21 de noviembre, en una pequeña aldea cercana a Liverpool que cuenta con hermosos bosques de pinos y una fantástica playa. Se trata de Formby , en el Lancashire, un sitio idílico en el que pasó sus primeros meses antes de que la familia se trasladara a Liverpool , una ciudad difícil entonces y ahora. A esos dos primeros escenarios vitales hay que sumar Camden Town , el barrio del norte de Londres  en el que tuvo casa muchos años. Era una casa estrafalaria en un lugar estrafalario, centro del rock alternativo, plaga

"El tren de las 4.50" de Agatha Christie

La mansión de los Crackenthorpe tiene problemas domésticos. ¿Y quién no? diría mucha gente. Es un caserón grande y viejo en el que vive el anciano Luther Crackenthorpe con algunos de sus hijos. Otros, van y vienen, quejándose continuamente de que su padre tiene el dinero bien atado y de que, hasta que no se muera, no va a soltar las cuerdas de la bolsa.  En otro lugar de la geografía inglesa, Londres, la señora Elspeth McGillicuddy ha terminado sus compras de navidad. Cuidando mucho los gastos ha logrado adquirir un detalle para cada uno de sus sobrinos. En la estación de Paddington toma un tren en primera clase, el de las 4.50, con paradas en varios pueblos de la campiña inglesa, uno de ellos cercano a Saint Mary Mead , donde vive su amiga de toda la vida, la señorita Jane Marple .  Una circunstancia excepcional, que recuerda a los testigos oculares del asesinato que se juzga en "Doce hombres sin piedad" (esto es, ver un crimen a través de las ventanillas de u

Daphne du Maurier: siempre nos quedará Manderley

  La fama de "Rebecca" ha oscurecido un tanto la de la escritora que la creó, Daphne du Maurier , una londinense de 1907 que murió en Fowey, Cornualles, el 19 de abril de 1989. Pocas escritoras han dado tanta gloria al cine con sus historias. Hasta en cuatro ocasiones sus libros fueron el argumento de importantes películas, tres de ellas por el maestro Hitchcock. "Los pájaros", "La posada Jamaica", "Rebecca", son esas tres. Y luego está "La prima Rachel" , de 1952 y dirigida por  Henry Koster. Aquí los protagonistas son Richard Burton y Olivia de Havilland, curiosamente la hermana mal avenida de la protagonista de "Rebecca", Joan Fontaine. Hay otra versión más reciente "La prima Rachel" de Roger Michell con Rachel Weisz en el papel central. Tan inquietante como todas las obras de esta escritora.  Daphne era la mediana de las tres hijas de un matrimonio formado por un actor y una actriz. Todos su familia está llena

Cuidar un jardín, recordar un abrazo

 Las flores amanecen contigo. Te levantas de la cama y las observas. Ellas han madrugado más que tú. Suspiras. Respiras. Las observas. Tienen un aire de seguridad en sí mismas que te deja extrañada. Te agachas y coges del suelo las hojitas que se han caído. Sopla un viento sencillo y respetuoso que las deja tranquilas durante mucho rato. El viento es aquí un vecino a veces amable y otras veces terrible. Cuando irrumpen en medio del calor, lo agradeces, le susurras unas gracias imperceptibles. Pero el viento caliente te pone nerviosa, te obliga a concentrarte en una música relajante o te lleva hasta los bordes de la piscina, donde el sonido del agua y su frescor actúan de bálsamo. Agua, sol, viento, aire, cuerpos, palabras, recuerdos, tus abrazos.  Miras las flores con toda tu atención. Sus colores parecen haberse elegido para combinar un cuadro impresionista. Tú y el impresionismo tenéis una asignatura pendiente. Las vanguardias y el arte contemporáneo te deslumbran. Muchas veces añora

El libro de la almohada de la dama Sei Shônagon

   Sei Shônagon fue dama de compañía de la emperatriz del Japón Sadako , allá por el año 1000. No se sabe cuál fue su nombre real, porque Sei Shônagon significa "Consejera menor Sei" . Pertenecía a la noble familia Kiyowara y su padre fue poeta y gobernador de una provincia. En un ambiente cultural refinado ella desarrolló su inteligencia y llegó a ser una mujer muy culta, admirada por ello. En estos años en Japón se vive la era Heian , que ocupa desde 794 hasta 1192. La sede imperial era la preciosa ciudad de Kioto , entonces llamada Heiankyo , que mantuvo esta condición hasta 1867.   El libro de la almohada o Makura no Sôshi,  no   es solamente  un texto que relata con detalle minucioso y esa elegancia propia de los orientales, todo lo que acontece en la vida de la corte, incluyendo aspectos relativos a la naturaleza, las comidas, las costumbres... Es más que eso, primero por la espontaneidad y verdad con la que está escrito, ya que su autora no pretendía hacer

Editores y escritores: "Genius" de Michael Grandage.

Cuando el cine y la literatura se unen para dar lugar a un producto puede pasar cualquier cosa. Y de entrada nadie diría que la figura de un editor puede hacer surgir el entusiasmo que todo protagonista debe causar en el público. Si el editor es Max Perkins y el escritor es Thomas Wolfe, la cosa puede empezar a variar. Pero, si el editor es Colin Firth y el escritor Jude Law, entonces todo se puede transformar en una verdadera alegría para el cuerpo y los sentidos.  Me confieso colinfirthiana desde que este hombre altísimo y con mirada inteligente bordó el papel de Fitzwilliam Darcy en "Orgullo y Prejuicio" versión de la BBC de 1995. Nunca ha habido ni lo habrá un actor que se convierta en un personaje austeniano más verosímil. Tanto es así que miles de admiradoras lo siguen identificando con Darcy, el hombre enamorado de Elizabeth Bennet que todas hubiéramos querido conocer. Ves a Firth y te crees que estás viendo a Darcy. Pero, aún más, lees a Austen y observas el

"Manual del editor de mesa" de Ana Bustelo

  Conocí a Ana Bustelo a través de "La librería" de Penelope Fitzgerald y de "Un alma cándida" de Elizabeth Taylor. Ana es una estupenda traductora. He leído otras traducciones de esas autoras y certifico que no es lo mismo. Después de eso he seguido su blog, y he encontrado ahí mucha literatura, mucha sonrisa y mucha información. Es una editora vocacional pero, sobre todo, yo diría que es una bibliófila convencida, porque le gusta todo del libro: traducirlo, escribirlo, editarlo. Por supuesto, leerlo. No se puede ser todo eso sin ese hábito de lectora contumaz.  Este libro es una joyita. Y no os engañéis. Diga lo que diga el título no se dirige solo a los editores o a los futuros editores, sino también a los escritores y muy especialmente. Incluso a todos aquellos apasionados del libro como producto acabado de la imaginación, la creatividad, el trabajo y la técnica. Una joyita que se lee estupendamente porque es Sencillo Completo Riguroso Claro Detallado Fácil de

"La carta" de William Somerset Maugham

La carta William Somerset Maugham Traducción de Carlos Mayor Pequeños Placeres. Ediciones Invisibles Tercera reimpresión julio de 2024. 93 páginas Se lee de un tirón. No solo porque es una historia corta, sino porque es apasionante. Somerset Maugham es un escritor de fuste que no está de moda. Pero nadie como él para retratar personajes y crear ambientes. Lo ves mientras lo cuenta. Los ves mientras los describe. Es increíble cómo el libro te lleva de la primera línea a la última sin reparar en ello. Esta clase de libros me gustan. Crean hábito y proporcionan placer.  La historia es bien conocida y seguramente has visto la película. Pero no se trata de saber qué pasa sino de la forma en la que Somerset lo cuenta. La parte final, con la metamorfosis de la protagonista, es genial. Aunque hay giros argumentales que no se recogen en el film, hay que decir que la película es una pequeña obra maestra y que está muy bien adaptada, cosa que no siempre es fácil. William Wyler, que siempre quiso

"Una larga mirada" de Elizabeth Jane Howard

El 2 de enero de 2014, cuando estaba a punto de cumplir noventa y un años, pues había nacido en 1923 en  Londres , muere en  Suffolk,  en la casa junto al río a la que se trasladó en 1990,  Elizabeth Jane Howard . El diario  The Independent  publica al día siguiente una crónica, firmada por  Nicola Beauman,  en la que traza un retrato de la escritora. "Podría haber sido excepcional", si hubiera tenido, dice la periodista "mejor suerte con los hombres". Su vida sentimental la arrasó por completo. Y algo tuvo que ver en ello una infancia triste, con una madre desgraciada, de temperamento artístico (había sido bailarina de ballet), insatisfecha, con la autoestima por los suelos y dependiente de un marido que no estaba a su altura. Estas vivencias son las que trasladó a su primera novela,  The Beautiful Visit , de 1950, que logró el premio  John Llewellyn Rhys.  Todos hubieran esperado, después de este fulgurante comienzo, una amplísima y llena de éxito carrera de escri