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"El último caso de Philip Trent" de E. C. Bentley

A Sigsbee Manderson, un rico americano, lo encuentra muerto su propio jardinero. Y aunque la policía no es tonta y las investigaciones parecen ir a buen paso, el pintor y detective aficionado Philip Trent no está demasiado conforme con lo que los periódicos detallan acerca del caso. Apasionado de los misterios, deseoso de hallar un desenlace acertado, Trent practica el arte de la deducción y este le conducirá a encontrar la verdad, que es la máxima aspiración de cuantos se enfrentan a un misterio de este tenor. Por eso acepta el encargo del director del Record y por eso se une en la investigación al experto policía inspector Murch.

Como reconocen todos los críticos esta es la obra maestra de E. C. Bentley, escrita con la intención de dotar a la galería de investigadores de alguien con un uso maduro de la inteligencia, fuera de las boberías y los acertijos que hasta entonces habían mandado en el género. Precisamente por eso es el inicio de la novela policíaca moderna, un detective que no está endiosado, no cree saberlo todo y utiliza la inteligencia como su arma principal. Un detective que recita versos clásicos y que comete errores. Philip Trent es joven, pintor de éxito, perspicaz y muy aficionado a los crímenes. Mucho menos atildado que los otros dos detectives de moda en la época, el que creó Sir Arthur Conan Doyle (Sherlock Holmes) y el que creó la dama del crimen Agatha Christie (Hércules Poirot). 

Manderson, la víctima del asesinato, era rico de familia. Primero su abuelo y luego su padre consiguieron reunir un enorme capital y a la muerte de este último, cuándo él contaba con treinta años, lo heredó todo y comenzó a realizar operaciones especulativas, al borde de la ley, que lo convirtieron en un hombre sin escrúpulos, en un Coloso de las finanzas. Por eso la noticia de su muerte volvió de revés el mundo de la Bolsa y Wall Street se convirtió en un hervidero de incertidumbres, un infierno. La noticia del asesinato llega inmediatamente al periódico Record, el matutino que debe ingeniárselas para guardar la primicia. Luego está el vespertino Sun, que también pertenece a la misma empresa. El mundo de la prensa se une así, en el retrato, al mundo de los negocios, dos ámbitos que están relacionados entre sí, a veces con lazos dudosos y sucios.

Manderson tenía una esposa muy joven, Mabel, que no parece muy afectada por su muerte; y dos secretarios, Marlowe, atractivo y sospechoso y el menos relevante Bunner. En el conjunto de personajes está también el señor Cuples, tío de Mabel. El escenario del crimen es una mansión inglesa de la campiña, aunque el cadáver, curiosamente, ha sido hallado en las afueras de esta, sobre el césped, junto a un cobertizo, bien vestido pero sin su dentadura postiza, un detalle que no pasa desapercibido al ingenioso Trent. 

E. C. Bentley era un periodista. Había nacido en Londres en el año 1875 y trabajó sobre todo para dos medios, el Daily News  el Daily Telegraph. Su novela se publicó en 1913 y llevaba una preciosa dedicatoria que reproduce esta edición actual de la editorial Siruela

A Gilbert Keith Chesterton

Querido Gilbert: Te dedico esta historia. Primero, porque el único motivo indisputablemente noble que tuve al escribirla fue la esperanza de que te gustara. Segundo, porque te debo un libro para responder a El hombre que fue Jueves. Tercero, porque, cuando te expliqué el plan, rodeados de franceses, hace dos años, te dije que lo haría. Cuarto, porque recuerdo el pasado...En nombre de aquella era te ofrezco este libro. 


Efectivamente, Chesterton le había dedicado su novela "El hombre que fue jueves" en 1908 y Bentley quiso corresponderle. Aunque Edmund Clerihew Bentley ha pasado a la posteridad literaria con mucha menor fama que sus coetáneos Arthur Conan Doyle y Agatha Christie, estos mismos autores lo consideraban un maestro y a esta novela una de las más importantes dentro del género. Lo mismo opinaban otros escritores que formaban parte del selecto club de amantes de la novela policíaca como el propio Chesterton, Dorothy L. Sauers, Ronald Knox, Freeman Wills Croft, entre otros. 


Los dieciséis capítulos de que consta el libro vienen cada uno titulados de una forma especial, original y hasta humorística. Los nombres son una especie de pista que se deja en el aire: Malas noticias, Poner la ciudad patas arriba, Desayuno, Revolotean unas esposas, Fisgando, El señor Bunner investiga, La dama de negro, La vista preliminar, Una pista fresca, La esposa de Dives, Inédito hasta la fecha, Días malos, Erupción, Escribiendo una carta, Doble astucia, La gota que colma el vaso. 

Lo más curioso de la historia es que aproximadamente a la mitad, el caso se resuelve o eso parece, reanudándose luego el relato en forma de novela psicológica más que detectivesca. Una vuelta de tuerca que el lector aprecia asombrado y que hace del libro un interesante estudio de personajes, hecho con elegancia y verosimilitud. El trasfondo del libro es la recesión económica, que saca a la luz lo peor de algunos ámbitos, como el policial, el de los negocios o el periodístico, los tres reflejados a fondo en la novela.

El último caso de Philip Trent. E. C. Bentley. Editado por Siruela, 2018. Traducción del inglés de Guillermo López Gallego. 

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