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La mejor Agatha del cine

 


Resulta curioso que la mejor adaptación que se ha hecho nunca de una obra de Agatha Christie sea esta, "Testigo de cargo" y las circunstancias sean tan curiosas. Para empezar es un relato corto que, sin nada de florituras y yendo al grano, narra los hechos relacionados con un asesinato y un encubrimiento. En la novela no hay ese juego de abogado famoso y enfermera, ni tampoco ascensores interiores que suben y bajan, ni pastillas para controlar la ansiedad durante el juicio. Todo es mucho más directo, claro y sencillo. Sin embargo, la adaptación no solo conserva intacto el espíritu del libro sino que es una obra maestra del cine. ¿Por qué?

El relato se publicó dentro de un conjunto de ellos en 1948 y la película se rodó en 1957, casi diez años después. Tres artistas rutilantes forman un triángulo increíble, algo fuera de lo normal en una obra aparentemente destinada a ser menor. Marlene Dietrich es la amante del acusado, la mala mujer, la que lo acusa primero y luego lo salva en una carambola espectacular. Su presencia física se subraya con la forma en que aparece en la escena, sorprendiendo a todos con su empaque y su acento. Nadie como ella para desprender misterio y una mezcla extraña entre bondad y maldad. Tyrone Power era el galán de moda. Todas las chicas estaban enamoradas de él. Su apostura física se unía a una cierta clase de inocencia que podía convertirse, y aquí se ve con claridad, en extrema crueldad. Y luego está Charles Laughton, ese actor que puede hacer de todo, interpretarlo todo porque vamos a creernos lo que nos cuente y no vamos a apartar los ojos de él. 

Billy Wilder, el genial director de la película, cogió la historia exactamente cómo era y, para convertirla en una película con toques de humor y la duración adecuada, le añadió el morbo de la enfermedad del letrado, de sus disputas con la encantadora enfermera y mostró la historia a su manera, con todo eso del sombrerito, el escaparate y la batidora. En el libro, Leonard es un joven de treinta y tres años con poco dinero y muchos amigos. Aquí es un cuarentón que ha fracasado en la vida e inventa tonterías. No se pueden hacer las cosas mejor. 

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