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Mostrando entradas de enero, 2023

¿Qué fue de los Watson?

 ¡Qué extraña sensación producen las novelas inacabadas! Puede una hacerse todas las conjeturas posibles y seguramente no dará con el clavo, con la razón exacta para que ese manuscrito se quedara en un cajón, a la espera de la nada, a medio escribir, con unos personajes sin evolucionar, con una trama inconclusa y, lo que es peor de todo, sin final. Una historia que no tiene final te deja el mismo vacío que eso que llaman en el cine "final abierto". No queremos imaginarnos que el chico fue a buscar a la chica a otro país, sino que aparezca el The End sobre un fondo de besos.  No sabemos la causa por la que esta novela, Los Watson, quedó sin terminar. Como era costumbre en Jane Austen, al principio se muestran prácticamente todos los personajes y se esboza el sentido de la trama. Podemos adivinar más de lo que dice si tenemos cierta costumbre de leerla. En una conversación pueden extraerse muchos datos interesantes. Da la impresión de que somos unas vecinas cotillas que estamos

La inteligencia del corazón

  Si cualquier día tenemos una cita puedo asegurarte que no llegaré ni un minuto tarde. Tampoco se me pasarán los plazos para cualquier gestión ni saldré de casa sin que quede arreglada y todo en su sitio. A veces me pregunto qué aprendí de mis padres y entonces pienso en estas cosas. En el cine, esa pasión diario que se fue apoderando de mí cuando era muy pequeña y gracias a mi madre. Ella es una rara avis en su propia familia, gente práctica y educada, gente que no sueña, sino que está dispuesta a todo lo que sea menester. A ninguna de sus hermanas les interesó el cine nada más que para hablar de jóvenes guapos y atrayentes. Tampoco los libros fueron santo de su devoción y sin embargo mi madre tenía su propia estantería y nadie podía coger un libro sin permiso. Son los libros de mamá, decíamos, y ahí permanecen todavía, cuando ella hace ya algunos años que se ha ido. Esas dos aficiones, mucho más que aficiones diría yo, me las inculcó (fea palabra, que indica cierta violencia, es mej

Nuevas lecturas para el invierno de 2023

 

El señor Darcy, Carlos Cano y el flamenco

  Resulta que hoy coinciden dos efemérides: el nacimiento del cantautor granadino Carlos Cano y la publicación de "Orgullo y prejuicio". Separadas por un montón de años, eso sí: 1946 y 1813. Qué fuerte...Y lo es más que internet recuerde las fechas y las gestas, como si fuera una enorme y gigante agenda que nos contara todo. Jane Austen, con el trabajo que le costó publicar, no imaginó, ni pudo imaginar, que sería TT muchas veces a cuenta de sus libros, las adaptaciones cinematográficas o cualquier otro recuerdo que un lector lanza a la red. Tampoco Carlos Cano conoció la actual efervescencia de la red ni nos lo encontramos en twitter, así que, en realidad, poco difieren el uno de la otra. Esto es la tecnología y esto es el siglo XXI, al que Carlos solamente pudo asomarse sin llegar. Lo del flamenco, eso tan intemporal y complejo, viene a cuento de que en próximos días se recuerda la muerte del gran Manolo Caracol, cincuenta años ya, y hablo sobre él y hablo de cosas que son

El mundo era una reluciente madrugada

  (Obesia) El duelo es un paréntesis de nieve, una franja fría y solitaria, en la que no caben nada más que las lágrimas. A veces, hasta ellas mismas se escapan, se convierten en absurdas, huyen de ti, no quieren saber nada, nada de lo que eres, lo que fuiste o dejaste de ser. Un caos. El caos es el lugar propio de quienes han sido abandonados en una riada explosiva de agua libre, que cae en cascada, sobre el vestido azul, sobre las manos, sobre el cuerpo entero, abandonado, sin abrazos ni firmas. Un tiempo de escasez dentro de un universo de preguntas que no obtienen respuestas.  (Cinderella) Puede que haya un milagro, puede que una ilusión advenediza, inmerecida y sin cálculo alguno, aparezca por algún horizonte y reescriba la historia o la convierta en otra. Tú no serás la misma y los demás tampoco. Demasiado observarte tras la lupa de un mundo que no entiende sino seguir girando en el lado correcto de las cosas. Puede que haya un milagro y entonces los vestidos serán todos azules,

Mujeres en blanco y negro

  Dentro de la nómina de espléndidas fotógrafas que empezaron a desarrollar su obra en los años iniciales y mediados del siglo XX, la figura de Nina Leen se antoja superdotada. Dueña de una sensibilidad especial, de una visión propia, la poesía que destila su obra está llena de paradojas, llena de contradicciones y de efectos tangibles. No es posible mirar sus fotos sin que una historia surja de ellas, sin que se cubran de palabras que se conviertan en la segunda piel de la imagen. Las luces y las sombras escriben aquí una historia imparable, del modo en que ella misma lo había concebido. Historias de triunfo o fracaso, dentro de un mundo que emergía lleno de novedades y que Leen presenció como una privilegiada espectadora.  Su propia biografía es diferente y sugerente. No se sabe a ciencia cierta dónde aprendió a fotografiar pero su cámara Rolleiflex la acompañaba desde siempre. Había nacido en Rusia, en una fecha imprecisa pues siempre se negó a revelar su edad, aproximadamente entre

En cualquier parte crecen rosas

(Rosas de Raoul Dufy) La ventana tiene postigos rojos. Refulgen a la caída de la tarde. Los tiradores de latón están limpios y en ellos se refleja el sol poniente. Al otro lado del valle se adivinan las potentes montañas que ahora no tienen nieve, sino un manto tibio de verdor salado. La casa se mantiene en silencio, a la espera de que el trasiego de la noche lleve a la cocina la agitación del momento de la cena. Todas las ventanas anuncian que el crepúsculo ha terminado de mezclarse con la bruma de la oscuridad nocturna. Todos los ojos están puestos en ese final del día colmado de sonidos propios. Un leve chisporroteo, la canción que sale de la radio, el ladrido discreto de un perro a lo lejos. Es la hora breve del tránsito. La calle está desierta. Las pocas casas que se abren a cada lado, tienen puertas cerradas, postigos entreabiertos y un sospechoso aire de calma sobrevenida. Este paréntesis tiene a todos inmersos en un tiempo de paso, que dará pronto sitio al jolgorio de l

El regreso

(Mujer con paraguas. Henri Matisse) Fíjate. El agua ha llenado los árboles de pequeños cristales trasparentes y el viento ha arrastrado las hojas hasta el final de la calle, allí donde se cruza con la gran avenida, salpicada de coches, llena de sonidos que te sobresaltan si vas pensando en otra cosa. Una arteria que se llena, cada mañana, de niños con mochilas, de mujeres con maletines de ejecutivas y de tiendas que abren la persiana con un ruido apreciable que vuelve a llenarte de sobresaltos. La calle está muy animada. A pesar de la lluvia y del viento se ven pocos paragüas, porque está especie de tormenta imperfecta ha cogido de sorpresa a casi todos. No es tu caso. Llevas un paragüas azul celeste y rojo que, al salir de casa, has cogido del paragüero de la entrada en un gesto espontáneo y sin pensar. (Henri Matisse. Pintura)  Nada de esto parece interesarte. Ni el tiempo, tan confuso. Ni la gente, ni el cielo, ni el color de las nubes, ni los coches, ni las a

"Un hombre muerto" de Ngaio Marsh

  Si tengo que citar a las más importantes escritoras de la edad de oro de la intriga británica ahí estarían Agatha Christie, Dorothy L. Sayers, Josephine Tey, Margery Allingham y, desde luego, Ngaio Marsh. "Un hombre muerto" tiene una ordenada secuencia de capítulos del 1 al 16 y un epílogo. En la novela se deslizan algunas expresiones en francés, algo que no puede faltar en ninguna historia de detectives y algún "masculló". Roderick Alleyn, al que todos tratan por su apellido y su cargo es un inspector de Scotland Yard y quien se encontrará la tostada servida en una mansión del campo inglés. En pocos lugares suceden más crímenes que allí, pero son siempre crímenes selectos, colocados en bandejas de plata y no tienen nada que ver con Chicago, Nueva Orleáns ni ninguno otro centro de la criminalidad organizada. Esto tiene mucho más glamour y todo parece más sencillo.  La gente selecta que pasa los fines de semana en estas mansiones es muy amante de los juegos de mesa

Hermione y Caroline

La señorita Marple , hija de Dame Agatha , basaba sus averiguaciones detectivescas en los paralelismos entre gente de su pueblo, Saint Mary Mead y las personas a las que investigaba con ocasión de algún crimen doméstico. Porque ya se sabe que la existencia de tres o cuatro familias en un entorno determinado tiene como resultado inevitable una novela.  Los paralelismos son juegos del pensamiento y de la literatura que ejercen una poderosa atracción sobre mí como lectora. He aquí uno de ellos, recién vislumbrado en esta tarde de supuesta primavera en la que el cielo se ha empeñado en parecer septembrino.  En 1813 Jane Austen (1775-1817)  publica "Orgullo y Prejuicio" después de intentarlo en varias ocasiones. Como es sabido no firma con su nombre sino con el pseudónimo indeterminado de "A Lady", una dama. Esto debió resultarle a ella bastante jodido.  Más de un siglo después su paisano D. H. Lawrence (1885-1930) lanza a la consideración de los lecto

Los naranjos crecen entre caminos de sal

  El día de San Sebastián la calle Ancha de mi ciudad está preparando la mayor sorpresa de la primavera. Casi imperceptible, es cierto, pero firme y segura. El azahar ha comenzado a hacerse presente, a brotar sin tasa, a lanzar su olor por todo el espacio de la calle, una calle que, por eso mismo, llamábamos "de los naranjos". Delante de mi casa del Aljarafe hay también naranjos. Deben estar brillando ahora con toda su fuerza igual que hacen los naranjos de mi plaza de invierno, porque el azahar es un milagro reiterado, confuso y eterno.  Rodeando las calles y ese estallido del azahar, ese olor de la naranja amarga, ese retorcido movimiento de los troncos y ese verde desvaído de las hojas, rodeando las calles está la sal, están las salinas, los esteros y la mar océano, toda esa enorme extensión azul, verde, verdemar, azul claro, azul brillante, verdeazul, que llena los alrededores de la ciudad de una pátina diferente según anuncie el almanaque, según el tiempo se muestre beni

"El gabinete de las hermanas Brontë" de Deborah Lutz

La vida de la familia Brontë es literatura . O, mejor dicho, la literatura era para ellos cosa de familia, un distintivo, una parte de sí mismos. La madre, el padre, los hijos ( María, Elizabeth, Emily, Charlotte, Anne y Branwell) estaban dominados por las palabras y vivían en torno a ellas. En ellos persistía una curiosa voluntad de narrar. Y de escuchar, que es la otra cara de la moneda. Por eso este libro, que parece dedicarse a nueve objetos que marcaron sus vidas, lo que hace en realidad es contar una historia. Porque todos esos objetos adquieren su significado esencial cuando forman parte de la literatura, de su literatura.  Seguramente por eso las heroínas de las Brontë son lectoras y las de Jane Austen (1775-1817) no lo son. Es curioso que se establezcan paralelismos entre ambos universos literarios y personales (también lo hace este libro) siendo que las diferencias entre ellas son tantas. El tiempo histórico en el que viven conforma un telón de fondo tan distinto qu

Iris Murdoch bajo la red

En sus fotos de juventud Iris Murdoch permanece seria, con una mirada distante, pensando en sus cosas, alejada del espectador, reconcentrada en sí misma. Solamente en las imágenes de los últimos años de su vida podemos verla esbozando sonrisas, siempre al lado del hombre con el compartió cuarenta y tres años, el profesor y escritor John Bayley (1925) que la cuidó cuando el Alzheimer empezó a rondarla unos cuatro años antes de morir. Son enternecedoras esas imágenes del matrimonio, en su casa o al aire libre, siempre juntos y siempre en la misma latitud. Lo que ya no me resulta tan agradable es ver la utilización que hace el cine de los libros que su marido escribió tras la muerte de la escritora y en los que relataba la vida de un cuidador de un enfermo de Alzheimer. Es triste e injusto que se hable de Murdoch más como una enferma que de una escritora. Pero estos son los efectos de vivir a base de titulares y de llamativas puntualizaciones, nada literarias.  Ella, Jean Iris Mu

Realidad e invención en "Cumbres Borrascosas"

Ninguna de las producciones cinematográficas que han adaptado la novela de Emily Brontë se le ha acercado siquiera en verosimilitud y ambiente. Parece muy difícil conseguirlo, porque se trata de algo incorpóreo, que va más allá de paisajes o de personajes. Es una fuerza interior muy compleja de representar. Sin embargo, esto no quiere decir que sean malas adaptaciones. La canónica, la de 1939, dirigida por William Wyler con los incomparables Laurence Olivier y Merle Oberon como actores principales, es una estilización del argumento, un perfecto guión cinematográfico al que el uso del blanco y negro confiere carácter propio. La de 1992, con Peter Kosminsky en la dirección y unos ajustados Ralph Fiennes y Juliette Binoche en los papeles principales, tiene vocación de fidelidad a la historia y a sus paisajes. Por último, la que dirigió la especialísima directora Andrea Arnold en 2011, con Kaya Scodelario y James Howson, es un acercamiento libre e impresionista a la inmortal obra. 

Un cuaderno lleno de versos

Desconocía el motivo por el cual había comenzado a soñar con él sin venir a cuento. El poder de la palabra, tan enorme. La seducción de unos versos desconocidos que ni siquiera había leído alguna vez. Versos secretos, sonetos escondidos, todo aquello que configura la vida íntima de alguien que es poeta y no lo sabe. Hacía tantos años que no se veían que resultaba extraña esa aparición onírica, esa extraña presencia en un sueño abandonado.  Pero a veces, como dice D. H. Lawrence, hay una especie de secreto único e interior, una sustancia esencial y propia, que se mezcla con la vida y que te trae una presencia que, por otro lado, no echas de menos en tu vida cotidiana. Lo que pasa es que el sueño es un misterio y un misterio resulta que alguien así esté en las imágenes confusas de la noche.  Lo había conocido siendo muy joven y algo en él tuvo la virtud de crear un halo a su alrededor, aunque nunca lo dijo y nadie lo supo. Hay cosas que tienen poco sentido contarlas y mucho menos cuando

Novedades que quizá te guste leer

"El olor del bosque" de Hélène Gestern

La nueva colaboración editorial de Periférica y Errata naturae es esta novela "El olor del bosque" de Hélène Gestern y acaba de salir (marzo de 2020). Se trata de la coedición número 11 que llevan a cabo las dos editoriales después de "La iniciación de un hombre: 2017" de John Dos Passos; "Leer" de André Kertèsz; "Tú no eres como otras madres" de Angelika Schorobsdorff, al igual que "Ellos"; los libros de Mary Karr "El club de los mentirosos", "Iluminada"; "Regreso a Berlín" de Vera Carlton y "Testamento de juventud" de Vera Brittain. Hélène Gestern es escritora y profesora universitaria experta en lexicografía. Nacida en Nancy (Francia) en 1971, esta es la primera vez que uno de sus libros se publica en castellano. Antes de este publicó en su país (y se tradujeron a varios idiomas) "Eux sur la photo", de 2011; "La part du gen" de 2013; "Portrait dares blessure&