"Génie la loca" de Inès Cagnati
Encontrar a una nueva escritora es una de esas satisfacciones que no tienen precio. No había oído hablar de Inès Cagnati, así que este descubrimiento se suma a otros que he realizado este mismo año. Merece la pena leer y escribir de alguien como ella, una maestra francesa de origen italiano, cuyos padres eran campesinos y que vivió su infancia en el campo. La infancia es la época en la que se escriben todos los libros futuros. Este se publicó en 1976 por Éditions Denoëlle, París. La editorial Errata Naturae lo sacó en español en agosto de 2019 con la traducción de Vanesa García Cazorla. Y, de este modo, conocemos a alguien nuevo, cuya voz merecía la pena oír. Esta labor de publicación de autores inéditos que llevan a cabo las editoriales independientes es un mérito indiscutible.
Me maravillan las descripciones de la vida campestre que hace la autora. No la vida acomodada de los que disfrutan de manos braceras que les hagan las faenas, sino de los otros, los que tienen la obligación y la necesidad de dedicarse al trabajo duro. El campo es una incógnita para los que somos de ciudades marítimas, en las que el trasiego de la gente es superior a cualquier otro lugar del mundo. El campo tiene ritmos y lenguajes que desconocemos y que nos atraen enormemente. Por eso este libro guarda un encanto similar a los de Edna O`Brien cuando nos cuenta su infancia y su adolescencia en la verde Irlanda. Un vocabulario específico, la descripción de los momentos del día, de las tareas, del ir y venir de los trabajadores, de la dureza y de la liviandad. La escritora, Inès Cagnati, como ya he dicho, era una niña de campo y ha conservado los olores, los sabores y también el vívido rastro de ese ancestral sistema de vida en el que las personas caen señaladas por apodos, por gestas, por desgracias, por sombras. La protagonista del libro, una loca a los ojos de todos, lleva el apelativo por todos los lugares que recorre, en busca de faenas, para poder subsistir. Ella y su niña, la hija del pecado, el motivo de la letra escarlata, Marie, la narradora. Además de campo, hay una sociedad cerrada, que busca siempre poner adjetivos, que apenas perdona. Esa es otra característica del libro, la ausencia de compasión.
La historia de la mujer loca y de su hija se cuenta sin sentimentalismos. Y eso es difícil. Pero aquí se consigue. No hay compasión ni pena, salvo la que destilen los ojos del lector. La niña conoce algo parecido al amor que no logra captar en la actitud de su madre (aunque la abnegación debería ser sentimiento creíble) y la historia de la madre corrobora que las renuncias también son amor. La mirada de la niña, la narradora, a veces se extraña y otras veces se rinde, porque las evidencias de la vida tienen un momento en que se hacen tan fieles a ti como los triunfos. Algunos personajes se cuelan en la trama pero tienen poco que decir, porque no quieren hacerlo, porque no olvidan, porque conservan el rencor intacto. Es una historia de aislamiento, de desprecio y desarraigo. Contada en pocas páginas. Una reducción al máximo de los aspavientos y de las reiteraciones. Vamos al grano, parece decir la narración. Lo esencial se muestra sin necesidad de explicaciones. Basta con contarlo y dejar que los lectores sean los que hagan la interpretación que deseen. Esta libertad es algo consustancial a esta obra. La autora no quiere aturdirnos con sus propios sentimientos, prefiere que estos salgan a la luz al ritmo de la propia lectura, de la historia.
La niña es la protectora, la madre es la débil. Aunque trabajen sin descanso y se mueva de un sitio a otro buscando la subsistencia. A pesar de todo, la niña es la que desea proteger a su madre a toda costa, porque sabe que es vulnerable y porque presiente la injusticia. La vida es injusta, nos dice Cagnati. A veces no se elige o, si se elige, se hace mal, se vuelve contra ti. Una especie de fatalidad acompaña a la vida de la madre y es esa fatalidad la que a la hija le parece cruel. La crueldad de los otros, la crueldad de los ojos, la crueldad de la vida. Todos los que han pasado por la vida de la madre, todos los que no la observan y la mantienen en esa invisibilidad del desprecio, han contribuido a que sea una sombra estrafalaria que mora en un territorio inhóspito y extraño. El extrañamiento personal, el desequilibrio, la madre es una outsider, una extranjera en su tierra. Y lo es por el pecado del amor. O de la sinrazón.
Este es un libro extraño, duro, sencillo pero, por eso mismo, tenso y poético. Se adorna en sí mismo con la visión del entorno y del espacio, sin querer convertir el drama en tragedia. Una especie de escepticismo lo sacude. Una mirada saludable a la desgracia. Esto es lo que hay y esto es lo que somos.
Reseña de la autora:
Sinopsis de la obra:
Génie la loca, que fue toda una sensación literaria en Francia a finales de los años setenta, es una novela poderosa, bellísima, y un canto muy singular al amor de una hija, de una niña, por su silenciosa madre. Gracias a la contención de su escritura y la crudeza de su argumento, este libro ha sido considerado como una de las cumbres de la literatura francesa posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Rodeada de viñedos, granjas y oscuras cocinas, Marie espera a su madre. Cuando no la espera, corre detrás de ella por caminos polvorientos y campos de labor. A su madre la llaman Génie la loca, y es la «oveja negra» de una buena familia; una madre convertida, para su desgracia, en mujer «para todo», poco más que una trabajadora agrícola que lucha contra el mundo en medio de un silencio propio y, en apariencia, indestructible. Génie es una figura misteriosa e inaccesible a la que Marie, su hija, sigue incansablemente, soñando con hacerla sonreír algún día.
Ésta es la historia de un crimen público que nadie condena, pero cuyas víctimas (femeninas, por supuesto) soportan la carga de la vida en un mundo durísimo. A pesar de algunas miserias, nada puede compararse al amor que une a estas dos mujeres. A pesar de la vida, a pesar de la tragedia.
Génie la loca ha sido considerada una de las mejores novelas breves europeas del siglo XX. Premio Deux Magots en 1977.
(Editorial Errata Naturae)
La niña es la protectora, la madre es la débil. Aunque trabajen sin descanso y se mueva de un sitio a otro buscando la subsistencia. A pesar de todo, la niña es la que desea proteger a su madre a toda costa, porque sabe que es vulnerable y porque presiente la injusticia. La vida es injusta, nos dice Cagnati. A veces no se elige o, si se elige, se hace mal, se vuelve contra ti. Una especie de fatalidad acompaña a la vida de la madre y es esa fatalidad la que a la hija le parece cruel. La crueldad de los otros, la crueldad de los ojos, la crueldad de la vida. Todos los que han pasado por la vida de la madre, todos los que no la observan y la mantienen en esa invisibilidad del desprecio, han contribuido a que sea una sombra estrafalaria que mora en un territorio inhóspito y extraño. El extrañamiento personal, el desequilibrio, la madre es una outsider, una extranjera en su tierra. Y lo es por el pecado del amor. O de la sinrazón.
Este es un libro extraño, duro, sencillo pero, por eso mismo, tenso y poético. Se adorna en sí mismo con la visión del entorno y del espacio, sin querer convertir el drama en tragedia. Una especie de escepticismo lo sacude. Una mirada saludable a la desgracia. Esto es lo que hay y esto es lo que somos.
Reseña de la autora:
Inès Cagnati (Monclar, 1937 – Orsay, 2007), francesa, descendiente de una familia de inmigrantes italianos, creció en una región campesina en el suroeste de Francia, donde sus padres eran agricultores. Después de estudiar Letras Modernas, trabajó como maestra. Su infancia en un entorno rural tuvo gran influencia en su obra. De un modo u otro, todos sus libros exploran este tema (así como el deseo de huir de los ambientes opresivos de la pobreza). Su primera novela, Le Jour de congé, ganó el Premio Roger-Nimier en 1973, y Génie la loca, el Premio Deux Magots en 1977.
(Editorial Errata Naturae)Sinopsis de la obra:
Génie la loca, que fue toda una sensación literaria en Francia a finales de los años setenta, es una novela poderosa, bellísima, y un canto muy singular al amor de una hija, de una niña, por su silenciosa madre. Gracias a la contención de su escritura y la crudeza de su argumento, este libro ha sido considerado como una de las cumbres de la literatura francesa posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Rodeada de viñedos, granjas y oscuras cocinas, Marie espera a su madre. Cuando no la espera, corre detrás de ella por caminos polvorientos y campos de labor. A su madre la llaman Génie la loca, y es la «oveja negra» de una buena familia; una madre convertida, para su desgracia, en mujer «para todo», poco más que una trabajadora agrícola que lucha contra el mundo en medio de un silencio propio y, en apariencia, indestructible. Génie es una figura misteriosa e inaccesible a la que Marie, su hija, sigue incansablemente, soñando con hacerla sonreír algún día.
Ésta es la historia de un crimen público que nadie condena, pero cuyas víctimas (femeninas, por supuesto) soportan la carga de la vida en un mundo durísimo. A pesar de algunas miserias, nada puede compararse al amor que une a estas dos mujeres. A pesar de la vida, a pesar de la tragedia.
Génie la loca ha sido considerada una de las mejores novelas breves europeas del siglo XX. Premio Deux Magots en 1977.
(Editorial Errata Naturae)
(Publicada el 7 de diciembre de 2019)
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