Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2022

"Los cuentos de Linnet Muir" de Mavis Gallant

  Si quieres saber más cosas de Mavis Gallant puedes leer esta entrada de mi blog.  Se trata de una autora excepcional, de existencia convulsa y difícil, de gran talento y mucha mala suerte en su vida personal. Estremece pensar en todos esos avatares y, sobre todo, emociona la lectura de sus "Cuentos" de los que hablo en esa entrada.  De esos cuentos, la editorial argentina  Eterna Cadencia ha escogido los que tienen carácter más autobiográfico y los ha publicado en esta bonita edición que puede servirte perfectamente para un acercamiento a la escritora. Merece la pena hacerlo, nadie como ella ha descrito el desarraigo de las mujeres, los desencuentros conyugales, el desengaño, la pérdida de la ilusión y la búsqueda de un sentido a determinadas vidas arrancadas.  Linnet Muir es el alter ego de la escritora y los cuentos que aquí se recogen son inéditos en castellano, pues no se recogieron en la edición que hizo Lumen en su momento. Esto quiere decir que nos permite conocer

"La edad de la inocencia" de Edith Wharton

  La lucha de las familias "bien"  contra los advenedizos que intentan penetrar en la sociedad de Nueva York es uno de los temas principales de este libro, que publicó Edith Wharton en 1920 y obtuvo el Pulitzer al año siguiente. Antes de ser un libro se había publicado por entregas, como era habitual, en la revista Pictorial Review y tuvo un gran éxito. A la gente le interesó esa representación del Nueva York de 1870, que ya había desaparecido de la realidad. Una escritura que no tiene añoranza sino más bien una visión crítica de lo que era considerado "apropiado" en aquella década fundacional.  El libro ha sido llevado tres veces al cine, la primera, muda, en 1924; la segunda, diez años después, con Irene Dunne de protagonista y la tercera, dirigida por Martin Scorsese , en 1993, teniendo como intérpretes principales a Michelle Pfeiffer, Daniel Day-Lewis y Winona Ryder. A mi juicio, la novela es claramente superior a sus adaptaciones. Seguramente por la riqueza

Mujeres escépticas

  Algunas cosas en una ventana indiscreta... Leer "El cine según Hitchcock" no cambió mi opinión sobre el director inglés sino sobre Truffaut, el autor del libro. Me hizo apreciar más a los tipos de la "nouvelle vague" porque no actuaron como fatuos críticos ensoberbecidos sino como cinéfilos. La crítica americana desprecia el suspense y eso se ve con toda claridad en la escasez de premios con que Hitchcock fue bendecido a lo largo de su carrera. "Nunca me dieron un Oscar", le dice a Truffaut. El año 1955 se entregaron los premios de la Academia y también los Bafta, a todos los cuales estaba nominada esta película y su director. La ristra de premios se los llevó "La ley del silencio" , de Elia Kazan, estrenada ese mismo año de 1954. Ni siquiera Edith Head, la encargada del vestuario de Grace Kelly, se llevó el Oscar por esta película.  Los nominados de ese año a cualquiera de las modalidades podían ser ganadores y llenar sus estanterías de esta

Todo al azul

  (“Breakfast in the Garden”,  Leo Putz) Soy la mayor de seis hermanas y mi madre era la reina del impresionismo. Tenía una especial diligencia en buscar y hallar colores que nos sentaran bien. Observaba nuestro color de piel, nuestra forma de andar, nuestro cabello y nuestra sonrisa, los elementos que, a su juicio, tenían mayor peso en la estética de las seis. Y seleccionaba los colores de que nos íbamos a vestir para realzar esas cosas que la naturaleza ofrece y los humanos estamos obligados a potenciar.  A mi hermana Estrella siempre la vestía de blanco. Resplandecía con sus ojos oscuros y profundos, su larga melena lisa y su delgadez, que no era enfermiza sino muy atlética. Era una andarina fantástica y sacaba buenas notas en educación física, cosa que a las demás nos costaba un montón. En cambio, a Eugenia el color que mejor le iba, según mi madre, era el rojo y sus variedades, entre ellas el coral. Era muy coralina, muy del fondo del mar, muy marinera, con un buen anclaje en la v

"Como vana sombra" de Jane Hervey

  Se sabe muy poco de Jane Hervey, seudónimo de la inglesa Naomi Blanche Thoburn McGaw. La página web de la editorial Alba ofrece escasos datos sobre su biografía. Tampoco hay apenas nada en Internet. Escribió una única novela, que tardó más de diez años en ver la luz porque, seguramente, suponía lo que iba a ocurrir con ella: su familia le retiró el saludo. Esto nos da pistas acerca de dónde surge el contenido. De su propio entorno. La única foto existente nos la muestra como se ve en la imagen, guapa y con aire de inteligencia, con una media sonrisa casi enigmática. Jane Hervey nació en Sussex, Inglaterra. Pertenecía a una familia acomodada y tuvo una educación esmerada, primero con institutrices, como era costumbre en las clases altas, y luego en la escuela femenina local. En 1941 contrajo matrimonio pero su marido fue destinado al extranjero en la guerra y entonces ella inició una relación con Franklin Stuart Wilder, con quien tuvo una hija. Su siguiente esposo fue el mayor George

Sanditon, la historia inacabada

Pocas imágenes más acertadas para representar "Sanditon" que estas mujeres en la playa de Sorolla . Los vestidos blancos, las telas suaves, las sombrillas, los sombreros de paja adornados con lazos y flores, todo nos da la imagen de la cercanía del mar en aquellos años. Aunque el pintor nació en 1863, en plena época victoriana inglesa, ya se anticipaba en la novela el cambio de moda. Cuando la guerra entre Francia e Inglaterra termina, en 1815, el vestuario dejó atrás algunas costumbres propias del Directorio francés y se va adentrando en lo que será la moda victoriana. Cinturas en su sitio, cuellos altos, mangas largas, crisolinas, faldas de capa, todo muy distinto de la clásica, sencilla, elegante y simple moda georgiana.   Jane Austen escribe "Sanditon" , en 1817, es decir,  en un momento de transición. La obra de Sorolla en lo que se refiere a las escenas de playa bien puede darnos una idea de la efervescencia que produjeron en las familias de entonces l

Solo fueron nueve días

  Solo nueve días. Solo nos separamos nueve días. Era ya el mes de julio y había que cumplir con la familia. Cada uno con la suya. Aún nos era extraña la del otro. Solo hacía un par de meses que nos conocíamos. Era suficiente. Un tiempo suficiente para saberlo todo. Para intuir el resto. Para desear no separarnos nunca. Pero ese primer verano hubo un pequeño paréntesis, un tiempo en que pudimos notar la distancia y desear que no existiera. Qué milagroso todo...El encuentro, las frases, las miradas, la hora, el descubrirse... ¿Quién es la chica rubia que pasea por la playa? La playa está desierta y ella plena. Mueve los pies sobre el fondo arenoso, busca explicaciones a lo que no las tiene, recibe el sol pero no demasiado, espera a su padre, que la lleva en el coche. Tiempos de sal, tiempos de agua salada, salada claridad, todo en la sal dormido, el amor que ha venido y no se guarda en cajas sino que se alimenta, que resbala, que tiembla... Esas manos, las manos, todo fueron las manos.

Goya no iba al cine

  (Muerte de un ciclista. 1955. Juan Antonio Bardem. Con Alberto Closas y Lucía Bosé) (El pisito. 1958. Marco Ferreri. José Luis López Vázquez y Mary Carrillo) (La tía Tula. 1964. Miguel Picazo. Aurora Bautista y Carlos Estrada) (Bienvenido Mrs. Marshall. 1953. Luis García Berlanga. Pepe Isbert, Manolo Morán, Lolita Sevilla) (El verdugo. 1963. Luis García Berlanga. Pepe Isbert, Emma Penella, José Luis López Vázquez) El chat familiar claquetea esta mañana a cuenta del cine español y esa ceremonia de los Goya que ninguno seguimos. Cosa extraña. Una familia de cinéfilos que ni siquiera se fija en qué películas están nominadas a los Goya en cualquier categoría. Entrando en materia, todos decimos lo mismo: hubo en tiempos un cine español y fue, precisamente, en la época de mayor censura, durante la dictadura, especialmente en las décadas de los cincuenta y sesenta. Cine clásico español, buen cine español. Con tres o cuatro directores de primera, un plantel de fantásticos actores y, además,

María Isabel Cintas: descubriendo a Chaves Nogales

María Isabel Cintas, investigadora. Alájar (Huelva) La figura de María Isabel Cintas Guillén, profesora, investigadora, doctora en filología y catedrática, ha emergido, desde hace casi treinta años, a raíz de su labor de indagación con la obra y la vida del periodista Manuel Chaves Nogales (Sevilla, 1897- Londres, 1944). Para nosotros, para muchísimos lectores, los nombres de Chaves Nogales y de María Isabel Cintas están unidos. Ella, con su tesis doctoral primero y con sus sucesivas investigaciones después, lo puso a nuestro alcance, lo sacó del ostracismo y del olvido y lo convirtió en un personaje asiduo en nuestras lecturas y nuestras reflexiones. Conocimos a Belmonte y su idiosincrasia, al maestro Juan Martínez (que estuvo allí), sus artículos sobre la guerra civil española, sobre la resistencia francesa, sobre los conflictos de su tiempo y sobre la forma en que los hombres, la humanidad, saca a flote a la vez lo mejor y lo peor que posee. Nunca podremos agradecerle bastante a Mar