"Como vana sombra" de Jane Hervey
Se sabe muy poco de Jane Hervey, seudónimo de la inglesa Naomi Blanche Thoburn McGaw. La página web de la editorial Alba ofrece escasos datos sobre su biografía. Tampoco hay apenas nada en Internet. Escribió una única novela, que tardó más de diez años en ver la luz porque, seguramente, suponía lo que iba a ocurrir con ella: su familia le retiró el saludo. Esto nos da pistas acerca de dónde surge el contenido. De su propio entorno. La única foto existente nos la muestra como se ve en la imagen, guapa y con aire de inteligencia, con una media sonrisa casi enigmática. Jane Hervey nació en Sussex, Inglaterra. Pertenecía a una familia acomodada y tuvo una educación esmerada, primero con institutrices, como era costumbre en las clases altas, y luego en la escuela femenina local. En 1941 contrajo matrimonio pero su marido fue destinado al extranjero en la guerra y entonces ella inició una relación con Franklin Stuart Wilder, con quien tuvo una hija. Su siguiente esposo fue el mayor George Bowlby. De ese matrimonio nacieron otros dos hijos.
Cuando se publica, en 2015, esta edición en español de Rara Avis (Alba editorial) Jane Hervey tiene noventa y cinco años y seguía viva. La editorial no da más datos acerca de ella, salvo que la novela se escribió en los años cincuenta y no se publicó hasta 1963 por las razones antes expresadas.
La novela se desarrolla en cuatro días y en la casa solariega de una familia que acaba de perder al padre. Todo lo que en ella se cuenta tiene que ver con esa pérdida, sus consecuencias y con la vida de cada uno de los miembros de esa familia: el padre, la madre, los tres hijos varones, la hija muerta en plena juventud, la nieta que ellos han criado, las esposas de dos de los hijos y algunos personajes externos, como el servicio, muy importante o las amigas. Todo parece muy sencillo. Dado que el padre muere de forma natural, no hay nada de investigación, ni de policíaco, aunque se la ha clasificado así. Lo que existe es una acción en la superficie y una reflexión en el subsuelo. Las cosas que van sucediendo son las normales de la muerte, el funeral o el testamento. Pero cada uno de los personajes vivirá de una forma diferente lo sucedido, porque cada uno de ellos tiene una vida diferente y unas ansias distintas.
De manera magistral, la novela avanza con todos los puntos de vista a la vez, dejándolos caer aquí y allá, convirtiéndose en un mosaico que se sigue con facilidad por la habilidad de la escritora. No es fácil que podamos conocerlos a todos en tan breve espacio de tiempo, pero ella lo consigue con un retrato certero, ajustado y basado en lo que cada uno piensa y hace. No hay elucubraciones ni etiquetas, tampoco moraleja, simplemente así son las cosas. Nada es lo que parece.
La narración es tan fluida que el libro se lee rápidamente. Y esto ha resultado engañoso. He leído a algunos blogueros que la califican de obra sin interés, plana y ramplona. A mi juicio, nada más lejos de la realidad. Basta rascar un poco en la superficie para entender lo que quiere decirnos, la profunda crítica a un sistema familiar basado en las apariencias, donde los afectos parecen haberse olvidado. Solamente Joanna, la nieta, una especie de alter ego de la autora, mantiene la pasión como un elemento de su vida. Solamente ella está dispuesta a romper lazos, a cambiar de vida y a luchar por estar junto al hombre que, de verdad, quiere. El amor es, por tanto, el motivo de rebelión, la forma de dejar atrás las convenciones sociales que dirigen toda la conducta de los demás. Unas convenciones que están tan arraigadas en la vida de cada uno de ellos que han olvidado qué quieren conseguir de verdad, qué desean, qué aman.
Una historia cotidiana, pues, con múltiples aristas, con lecturas diferentes, depende de quién la lea. Eso tienen las buenas novelas y las buenas escritoras. Una verdadera lástima que no haya más obra de Jane Hervey y que solo tengamos esta muestra de su talento, con una vida tan larga y, desde luego, tan interesante a simple vista. Lo que sucede en Derbyshire, en la mansión Otterley Hall, lugar de residencia de Alfred Winthorpe y su esposa Mary, así como su hijo Harry, expresa con detalle cómo los afectos familiares pueden llegar a convertirse no solo en costumbre, sino en fastidiosa costumbre. También destaca que ninguno de los hijos, el citado Harry, el fracasado Jack o el animoso Brian, son capaces de dar satisfacciones a sus padres, porque todos parecen adolecer de un defecto capital. Quizá, como piensan ellos en el fondo, la fuerte personalidad del patriarca los ha anulado a todos. Quizá, en su muerte, pueda haber una oportunidad para liberarse.
Como vana sombra. Jane Hervey. Traducción de Daniel de la Rubia. Colección Rara Avis de la editorial Alba. 2015.
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