Hay películas que no pasan de moda, que se convierten en clásicos que siempre te apetece ver. Como esta, que da de sí mucho más de lo que una se imagina, porque tiene de todo: ritos, besos, vestidos, flores, amoríos, desamor, abandonos, búsquedas, fiestas, música, amigos, familia, sombreros y lluvia. El protagonista de la historia es Charles, un soltero a quien no hay forma de pillar y que conoce en una boda, la primera de las cuatro, a una chica americana, llamada Carrie. Bueno, Charles es un inglés típico, elegante, atractivo, despistado y que sabe vestir el chaqué. Las bodas inglesas, con sus chaqués y sombreros, son maravillosas, mientras que las americanas, con el esmoquin, dan horror y las novias parecen siempre merengues con flores en la cabeza. Esta primera boda es súper inglesa, en una iglesia encantadora y con unos invitados ad hoc. La cosa va de paisajes campestres y por eso pasan la noche o bien en un castillo o en El pato mareado, un hotel de la zona. Gran nombre, desde luego, para el caso, con el abuso de whisky propio de la boda.
En la primera boda el intercambio de anillos no sale como se esperaba, de ahí las imágenes anteriores. Pero las flores rebosan la mesa de los novios y sus familiares y ellos están muy felices y muy entregados. En la primera boda se casan Angus y Laura. Charles es el padrino y, por ello mismo, el encargado de llevar los anillos, pero se olvida, y no me extraña, de llevarlos, así que tiene que recurrir a lo que sea. Charles siempre se despierta tarde y eso es señal de su desorden de vida. Encantador pero desastroso y Hugh Grant aprendió a llevar consigo este letrero. Carrie y su pamela gigantesca, son protagonistas de esa primera boda. Una actriz que es modelo además siempre luce mucho.
Entre los invitados siempre está Fiona. Siempre viste de negro. Es elegante, tiene unos preciosos ojos claros y mucha personalidad. Está enamorada de Charles, él lo sabe, pero no hay solución. Es una amiga del alma pero no la corresponde. Triste. Pero Fiona lo lleva muy bien, con elegancia, con estilo, sin perder la ironía y la sonrisa. Porque Fiona es Kristin Scott Thomas, y ella es divina, sublime, una mujer diez en todos los sentidos, una actriz de categoría que hace aquí un papel precioso. Están otros amigos como Gareth y Matthew, que son pareja y parecen felices. De Gareth será el funeral tras la tercera boda, y oiremos así el hermoso poema de Auden "Detened los relojes":
Detened los relojes, descolgad el teléfono,
Haced callar al perro con un hueso jugoso
Y silenciad los pianos; con tambor destemplado
Salga el féretro a hombros, desfilen los dolientes.
Den vueltas los aviones con vuelo inconsolable
Y escriban en el cielo las nuevas de su muerte,
Que lleven las palomas crespones en sus cuellos
Y los guardias de tráfico se enfunden negros guantes.
Era mi Norte y Sur, mi Oriente y Occidente,
Mi día laborable y mi domingo ocioso,
Mi noche, mi mañana, mi charla y mi canción;
Pensaba que el amor era eterno; fui un crédulo.
No queremos estrellas; apagadlas de un soplo;
Desmantelad el sol y retirad la luna;
Talad todos los bosques y vaciad los océanos;
Pues ya nada podrá llegar nunca a buen puerto.
Es la parte más triste de la historia porque los dos se amaban muchísimo y son encantadores y tienen una gran energía que sobrevuela toda su relación. Da mucha pena cuando Gareth muere durante la boda de Carrie y qué mal se quedan todos los amigos.
La segunda boda es la de Bernard y Lydia. Lydia es Sophie Thompson, la hermana de Emma Thompson, la hija de Phyllida Law. Sophie tiene algunas interpretaciones cinematográficas espectaculares, de esas inolvidables, como en "Gente con clase", en la que hace de criada personal de Julie Andrews, que es nada más y nada menos que Lady Marshaw. Y también aparece en una de las mejores versiones de "Emma" como la señorita Bates, papel que le viene como anillo al dedo. Pizpireta, cotilla, pero con una amplia sonrisa seductora y unos ojos abierto siempre. Me encanta esta actriz y los personajes que hace.
A la boda de Bernard y Lydia acude también Carrie, pero en esta ocasión hay un detalle que no puede pasar desapercibido. Viene prometida a un político escocés de gran fortuna, dueño de un castillo y bastantes años mayor que ella. Se trata de Sir Hamish Banks. Bastante remilgado. Cuando presenta a Charles a su prometido la cosa se pone complicada para el joven. Parece irreversible que va a perderla. En esta boda aparece un cura muy divertido, que confunde los apellidos de los novios, causando hilaridad. Se trata de Rowan Atkinson, Mr. Bean. La lía pronunciando los apellidos en uno de los momentos más divertidos de la boda.
Carrie invita a Charles y al grupo de amigos a su boda, la que será tercera de la lista, en un castillo escocés propiedad de su acaudalado prometido. Nada menos que una boda nocturna en un castillo escocés. Ella lleva un vestido antiguo que le da un aire bastante diferente al habitual, como suele ocurrir con muchas novias que, más que vestirse, se disfrazan. Ella no llega a tanto pero se la ve muy clásica. A tono con el escenario y con la antigualla del novio. Aquí la fiesta de boda tiene todos los ritos propios de Escocia pero la sensación de Charles de que está perdiendo el amor de su vida sigue presente. La boda de Carrie depara imágenes magníficas, tanto por el edificio como por los bailes y costumbres.
De forma paralela se van produciendo encuentros entre otros jóvenes que originarán otras bodas que solo se verán en una imagen final. El hermano sordo de Charles encuentra su pareja ideal, una chica deliciosa que se enamora al instante y que aprende el lenguaje de signos para comunicarse con él. Scarlett, la alocada compañera de piso de Charles, también tendrá ocasión de vivir el matrimonio con un americano muy alto que se llama Chester y viste sombrero de cowboy. Tom, el amigo rico del grupo, dueño del primer castillo, se reencuentra en una de las bodas con su prima Deirdre, y cae a sus pies, mejor dicho, caen los dos. Son sositos y tradicionales y seguro que tendrán muchos hijos.
La cuarta boda es la del propio Charles con Henrietta, una muchacha a la que todos llaman "cara de pato" y con la que ya había estado de relación y la cosa terminó mal. Henrietta se siente triunfante, sobre todo con Fiona, por llevarse al cotizado soltero. Es la gran actriz Anna Chancellor la que interpreta el papel y lo hace primorosamente. Anna Chancellor es descendiente directa de Jane Austen y del político Asquit y hace de una de las hermanas Bingley, Caroline, en la mejor versión de Orgullo y prejuicio, la de la BBC en 1995, dos años antes de esta película. La corona de flores en la cabeza es lo mejor del atuendo.
El pobre Charles lo está pasando mal con su propia boda. Tiene claro que no está enamorado de Henrietta y que su decisión ha sido más bien fruto de que Carrie se casara. Pero la propia Carrie aparece otra vez en la boda y le dice que no, que ya no está casada, que se ha separado de su marido. A Charles le cambia la cara y empieza a dudar. No sabe qué hacer ni sabe con quién hablar. Su hermano David, que lo conoce bien, está al quite. Usando su lenguaje de signos aclara en la boda, a la pregunta de si hay alguien que tenga algo que decir, expresa que su hermano no está enamorada de Henrietta, porque está enamorada de otra. Henrietta le da un bofetón y lo tira al suelo. Las mujeres desairadas delante del altar tienen una enorme fuerza. Y Charles está avergonzado del todo y pensando que nunca levantará cabeza. Todo acaba antes de empezar.
Pero la cosa no termina ahí. Mientras está en su casa con los amigos, condoliéndose de su mala suerte y de su torpeza, llaman a la puerta, en medio de un aguacero, y aparece Carrie, chorreando la pobre, con una gabardina gris bastante horrorosa, que, encima, llevaba a la boda, y él en mangas de camisa. Y los dos se abrazan, se besan, se achuchan, se ponen calados. Queda claro que, aunque no van a casarse, y así lo dicen, su unión será definitiva. Y la película lo deja muy evidente al final.
"Cuatro bodas y un funeral" es una maravillosa historia. Cada vez que la ves, surge algo diferente. Una chispa de recuerdos o de esperanzas. Mola.
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