"Las chicas de campo" de Edna O´Brien


   "Las chicas de campo" es el primer libro de una trilogía que convirtió a Edna O´Brien (Tuamgraney, Irlanda, condado de Clare, 1930) en una escritora. Supongo que escribir es un don del cielo y que, en un momento dado, una decide que va a dar un paso adelante y convierte los recuerdos o la imaginación, o ambas cosas, en un libro. En este caso, su publicación, en 1960, vino precedida de horas de trabajo en una editorial y de una invitación a escribir algo por parte de los editores. Y la consecuencia fue un anatema en su pueblo, en su país y el reconocimiento de los lectores y críticos. La cara y la cruz de una misma moneda. 

   Caithleen es Edna y Baba es Edna. Son, ellas mismas, la muchacha que fue y la que quiso ser. Lo ha confesado la autora, afortunadamente todavía en activo a sus ochenta y siete años. Sabemos cómo son ambas chicas porque, aunque no existen descripciones pormenorizadas, al igual que en los libros de Jane Austen, sí hay alusiones y, por alusiones, conocemos que Caithleen es alta y desgarbada, con unos ojos grandes y verdosos y una mata de pelo rebelde y pelirroja. Y que Baba es menuda, redondita y con ojos y pelo oscuros. Ambas son guapas, muy jóvenes y ambas viven en un entorno rural que las oprime. Los padres de Caithleen no se aman. La madre sufre por todo y está presa de la religión, quizá como forma de huir de su triste existencia. La religión y Tom O´Brien son su válvula de escape. El trabajo duro, su cotidianeidad. Por eso quizá terminará sus días en el fondo del lago. El padre es un hombre violento y alcohólico, pretencioso y desagradable. Por su parte, la familia de Baba no es tampoco un paraíso de armonía. Su madre está en ese difícil trance en que las mujeres dejan de ser jóvenes y deseables para convertirse en matronas respetables. Su padre, veterinario, es un hombre bueno que añora una familia que lo respete y lo quiera más que la suya. Su hermano, un pasota sin remedio. 

   Caithleen y Baba marchan a un convento para educarse siguiendo la costumbre de los años sesenta en las zonas rurales de Irlanda. Pero esa vida tampoco es para ellas y, a los tres años, siguiendo una idea disparatada de Baba, logran ser expulsadas y emprender otra vida ya en Dublín, en una escuela comercial, mientras viven alquiladas en casa de Joanna, una emigrante y trabajan cada una en lo que pueden. En este momento ambas empiezan a perfilar vidas distintas. Pero las dos desean conocer lo mejor de la existencia, noches maravillosas, vestidos divinos y la adoración masculina. Sus caminos divergen. Baba, con un hombre mayor al que lo une el interés y Caithleen enamorándose perdidamente de otro hombre mayor, casado y vecino de su pueblo, tan elegante y pulcro que lo llaman el señor Gentleman. 

   El descubrimiento del amor y del deseo se dan la mano en ambas. Para Caithleen, el alter ego de la autora, el señor Gentleman significaría lo más hondo y también la mayor decepción. Al fin, ya lo sabemos, los hombres, muchos de ellos al menos, no cumplen nunca sus promesas y la cobardía resplandece dejando a la muchacha en esa nada dolorosa del primer desengaño. 

   "Las chicas de campo" es un libro extraordinario, escrito en primera persona, con una fuerza descriptiva apabullante, con una forma de narrar única y con una emoción latente desde las primeras páginas que te impulsa a seguir leyendo. Las emociones y los sentimientos están a flor de página y en ellos estamos nosotros, los lectores, llenos de interés por conocer y conocernos, porque el viaje por sus palabras no es sino un viaje hacia nosotras mismas, mujeres, que encontramos aquí una voz de mujer que nos describe, nos señala y nos define. Tantas cosas dice que resulta imposible resumirlas, pero sabemos que esta voz es nuestra, que no es ajena, que no es extraña y que está aquí para quedarse. 

Esta reseña es producto de la relectura de: 

Las chicas de campo. Edna O´Brien. Errata Naturae. Traducción de Regina López Muñoz. Tercera edición enero 2014. Dedicatoria "A mi madre". 

Continuación de la trilogía: La chica de ojos verdes. Chicas felizmente casadas. 

(Publicación original 20 de abril de 2018)

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