"Cuentas pendientes. Reflexiones de una lectora reincidente" de Vivian Gornick
A medio camino entre el ensayo literario y la narración de experiencias propias, Vivian Gornick (Nueva York, 1935), uno de los nombres que ha sonado este año para el Nobel de Literatura, regresa con la editorial Sexto Piso y un título que llama la atención: Cuentas pendientes. Reflexiones de una lectora reincidente. El título avisa del contenido y no hay que temer engaño. La estructura del libro es muy sencilla. En un momento dado, Gornick, lectora empedernida, comienza a releer obras que, leídas con muchos años de distancia, sospecha que le van a dar otra dimensión, si no de la obra en sí, de ella misma, de la forma en que va a recibir el texto y va a entenderlo. Lo que supone, ni más ni menos, la relectura, uno de los actos más interesantes de cuantos puedan llevarse a cabo en relación con la literatura. En su selección de libros para releer escoge aquellos que más le impactaron o que sospecha tienen algo nuevo que decirle. Así, Hijos y amantes, de D. H. Lawrence; así, Natalia Ginzburg, Colette o Marguerite Duras. De todos ellos me interesa el primero por razones personales de lectura y relectura propias. Se trata de una de las obras más personales del autor, una especie de presentación de principios casi autobiográfica. En el libro están él, su madre y su primer amor.
Antes que este libro la editorial Sexto Piso ya había publicado otros tres, todos con marcado carácter autobiográfico, donde la vida y la literatura se confunden. Son Apegos feroces, La mujer singular y la ciudad, Mirarse de frente. En el primer de ello hay una especie de pugilato con su propia madre y en el segundo un paseo que dan ambas para reencontrarse.
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