"Anna Karénina" de Lev N. Tolstói
Lev N. Tolstói, de familia aristócrata, nació en 1828 en la región de Tula, concretamente en Yásnaia Poliana, un lugar que llegaría a ser su paraíso en la tierra. Fue un despreocupado estudiante que nunca tituló y un artillero en el Cáucaso. Después, muy pronto, fue escritor, su mejor y mayor ocupación. Comenzó a publicar a los 24 años, no sabemos si por influencias familiares o porque su calidad fue detectada de inmediato pero no tuvo que hacer meritoriaje alguno, ni guardar cola en las antesalas de los editores. La fama le llegó de inmediato con sus primeras obras y se asentó definitivamente con "Guerra y Paz" y, sobre todo "Anna Karénina", lo que supuso para él no solo el reconocimiento social sino también una profunda crisis personal y espiritual de la que nunca salió. Desde ese momento volvió a su lugar de origen y procuró llevar una vida basada en la sencillez, la meditación y el encuentro entre los seres humanos, pero esto no debió ser suficiente. Sobre estos años hay opiniones y datos de todo tipo, incluida su excomunión por la iglesia ortodoxa. Su muerte, tras ese retiro prolongado, en 1910, no deja de ser novelesca: lo atropelló un tren cuando iba de camino a un monasterio en la estación de Astápovo.
Algunos aspectos de la vida de Tolstói los conocemos por las propias informaciones de su esposa Sofía. En este blog se ha reseñado un libro a este respecto, los Diarios. Desde 1862 hasta 1919, con etapas intermedias sin escribir, encontramos en los Diarios una vivencia clara de lo que era la vida familiar de Tolstoi y también su vida profesional, pues Sofía fue su transcriptora y también la persona que llevaba las cuentas y el control financiero de la familia. Era costumbre corriente en las señoritas de buena posición de la Rusia de entonces llevar un diario. Este diario se interrumpía cuando se casaban, pues las ocupaciones nuevas y, quizá, la felicidad, hacía innecesaria su existencia. Pero en el caso de Sofía, como ella misma cuenta en la primera entrada del Diario, a las dos semanas de la boda ya empezó de nuevo a escribir y lo hizo porque ya entonces algo parecido a la insatisfacción comenzó a rondar en torno a ella.
Sus 680 páginas son tan interesantes como para mantenernos en vilo, pues estamos asistiendo a la contemplación de una familia inusual, la formada por un escritor de extraordinario talento, a la vez latifundista y propietario de 330 siervos que trabajaban sus tierras, una mujer voluntariosa y nada conformista, además de trece hijos que sobrevivieron de dieciséis partos. Sofia Andreievna Behrs emerge del fondo oscuro en el que estaba, siempre oculta tras el esplendor de Lev Tolstoi y se nos muestra no solamente como un ama de casa que tiene que realizar y dirigir numerosas actividades, sino también como una persona resentida, que nunca llegó a ser feliz porque, sencillamente, no se sintió amada.
Anna Karénina es una de las grandes novelas de la historia de la literatura. Junto a "La Regenta" y "Madame Bovary" forma el triunvirato de personajes femeninos potentes de la literatura del XIX. Es también, y desde las primeras líneas, una historia sobre la familia, sobre los lazos familiares, sobre el matrimonio y sus circunstancias, sobre la influencia social en la vida privada. En este sentido trasciende el drama amoroso y traza un detallado retrato de la sociedad de la época, una sociedad que el escritor conocía muy bien. Tan importante y emblemático como su comienzo es el final y desde su publicación y su éxito es difícil observar una estación de tren y no pensar en el dramático final de Anna. Sobre el carácter de la protagonista descansa gran parte de la trama y todos los personajes principales son elementos que lo subrayan y destacan. El conde Vronski, joven, atractivo, enamorado y atrevido. Karenin, el marido burlado, cruel, manipulador y frío. Sergei, el niño, víctima de la separación de los padres. Stiva, el hermano de Anna, un gran vividor. Dolly, su esposa, sufriente y cansada de aguantar. Me recuerda a Sofia, la mujer de Tolstoi. Kitty, la hermana pequeña de Dolly, enamorada de Vronsky pero que, al igual que Marianne Dashwood ("Sentido y sensibilidad") tiene una oportunidad de ser feliz al lado de un hombre que la quiere y que tiene la cabeza en su sitio: Levin.
El interés del libro se ha traducido en multitud de adaptaciones cinematográficas y televisivas. De Karénina han hecho Jacqueline Bisset, Sophie Marceau, Tatiana Samoylova, Vivien Leigh, Greta Garbo y la inevitable Keira Knightley entre otras, sin que ninguna versión hasta la fecha haya satisfecho suficientemente a los amantes de la obra tolstoiana. Se trata, no obstante, de una empresa difícil, por la complejidad de la trama y por la multitud de situaciones y personajes que intervienen. Sin embargo, la esencia de la novela es más fácil de entender si nos logramos colocar en un contexto social que permitía y aplaudía el adulterio en los hombres y lo condenaba en las mujeres. Aunque, a decir verdad, la condena de Anna es mayor desde su propio corazón que desde el exterior.
Podríamos establecer una comparativa entre esas tres grandes heroínas que he citado. La Bovary ofrece un perfil más mundano y menos espiritual y Ana Ozores cae en el abismo del interior seguramente influenciada por el Magistral, que logra situar el problema en un ámbito difícilmente controlable fuera de ese terreno. Frente a ello, Karénina presenta un carácter y una actuación eminentemente regida por las pasiones humanas, sin que intervengan otros condicionantes de religión o de inconformismo. Más bien da la sensación de que ella sí cree y sí busca el amor verdadero. En todo caso, no se puede negar que el conde Vronsky es, dentro de las tres novelas citadas, el más atractivo de los amantes y también el más desgraciado. Al final, el amor prohibido no solo terminó con la vida de Anna sino con las posibilidades de Vronsky.
Sobre la edición: La edición de Minus, Alba Editorial, es muy buena. La traducción corre a cargo de Víctor Gallego Ballestero y mereció sendos premios: el premio de traducción La Literatura Rusa en España 2012 y el Premio Internacional Read Russia 2012 a la mejor traducción de un clásico del siglo XIX. Además, Víctor Gallego ha realizado también la introducción y las notas.
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