Un veneno directo al corazón
Ese veneno tuyo directo al corazón no va a surtir efecto. Rebotará como una vieja pelota desgastada y caerá al suelo. Allí la lluvia lo convertirá en nada, el fuego lo arrasará sin duda y el viento va a dispersarlo lejos, lo más lejos posible. Y aunque mis hombros se hundan por un momento, aunque mis lágrimas afloren sin evitarlo, no sembrarás la duda, ni cavarás en mí una zanja profunda por donde habite el odio. Seguiré sin odiarte aunque lo quieras.
Esas frases malvadas que destilas, ese desafío a la bondad y a la pena, esa ausencia de compasión y de sonrisas, todo eso lo conjurará la música, todo eso lo salvará la vida, todo eso se cubrirá de asfalto y desaparecerá contigo, cuanto antes, antes de lo que piensas, antes de lo que creo, antes de que la nueva primavera se trastoque en verano, se llene de azahar reconvertido en tiempo.
Oiré su voz y aprenderé a perdonarme entera. Me enseñará a descubrir mentiras, a ocultar emociones que no sirven y arañan, me enseñará a quererme y a describir un círculo salvaje en el que eres pasado, una sombra de miedo que no tendrá motivos, un chantaje que no tendrá razones, una causa sin país ni bandera. Me enseñará la música y yo la aprenderé porque esta vez es claro. Tan claro como el agua que no vas a beber siendo conmigo.
(Foto de Nina Leen, música de Melendi)