"El hombre en la cola" de Josephine Tey
De modo que este es el último libro de Josephine Tey que la editorial Hoja de Lata ha publicado. La escribió en 1929 y usó para publicarla el pseudónimo de Gordon Daviot. Aquí aparece por primera vez su detective, el atractivo y culto Alan Grant, de Scotland Yard, un tipo que merece la pena conocer y que no tiene nada que ver con esos otros detectives entrados en años, con gabardinas sucias o con cabezas en forma de huevo.
Mi interés por Josephine Tey viene del primer libro que leí de ella, por supuesto publicado por la misma editorial Hoja de Lata que es la responsable de que Tey sea admirada ya por un grupo muy notables de lectores en español. Se trataba de "El caso de Betty Kane", 2017, que es, para mí, y junto a "La hija del tiempo", 2020, lo mejor que ha escrito la autora. Pero, por supuesto, no he dejado de leer todo lo suyo, formando así un caleidoscopio entretenido y muy especial de novelas, personajes y tramas. Así, "Un chelín para velas", 2019; "Amar y ser sabio", 2021; "La señorita Pym dispone", 2015; y "Patrick ha vuelto", 2018.
El crimen de "El hombre en la cola" se desarrolla en Londres y la cola es la de un teatro, con un montón de gente dispuesta a esperar lo que sea menester con tal de entrar a ver un auténtico éxito en forma de musical. En este escenario tan inusual tiene Grant oportunidad de investigar su primer caso y de hacer acto de presencia en el universo de los detectives. El arma del crimen, una daga muy fina, y el asesinado, el joven corredor de apuestas Bert Sorrell, no parecen casar entre sí. Y el sitio, la oportunidad, el momento, todo se conjuga para despistar incluso a alguien tan intuitivo e inteligente como Grant. No obstante, hay alguien que huyó rápidamente de la cola y que está sospechosamente relacionado con el muerto. Da la casualidad de que su huida lo llevará a Escocia, a las Tierras Altas, que, por no dejar nada al azar, es el lugar en el que nació la escritora, en concreto Inverness, de modo que conoce muy bien todo aquello y no hay improvisación en este relato.
A mí me parece que Josephine Tey era igual de inteligente que su detective, o incluso más. Y que esa inteligencia la usa para plantearnos cuestiones que a veces no tienen pies ni cabeza, pero que terminan por encajar al final de cada novela, también en esta. Da lo mismo que consideremos que sabemos de qué va el asunto si ella decide que nos va a volver tarumbas. Porque Tey tenía una perspicacia que la podría haber convertido a ella misma en una investigadora privada de total solvencia, capaz de desentrañar los misterios más conspicuos. Así es el mundo del crimen, de la novela negra, mezclada con lo policíaco y, casi con lo costumbrista. Así son los libros de Tey, por una parte amables, por otra cotidianos, pero encerrando todos una sutil gasa de maldad que nos confunde. A propósito, desde luego.
Resulta interesante que la novela tenga como telón de fondo una cola para el teatro, un arte que ella conocía muy bien y en el que obtuvo enormes éxitos. La vida de esta mujer polifacética y original merece la pena conocerse a fondo, así que os invito a que entréis en los enlaces que lleva la entrada porque, de verdad, la Tey es mucha Tey.
El hombre en la cola. Josephine Tey. Editorial Hoja de Lata, 2022. Traducción de Pablo González-Nuevo.
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