Menéndez Pidal y el Concurso de Granada

 


Además de Falla y de Lorca, otra presencia detectada en Granada, en 1920, es la de Ramón Menéndez Pidal, ocupado por entonces en la transcripción de romances populares, que eran considerados una fuente inestimable de conocimiento de las formas líricas más cercanas a las raíces. Menéndez Pidal es una figura de referencia en la intelectualidad de la época y, probablemente, el más destacado filólogo español de todos los tiempos. Sus dos principales líneas de trabajo, la literatura popular y la dialectología, así como su aplicación de los nuevos métodos positivistas alemanes al estudio literario y filológico, suponen una enorme aportación a la investigación española. Se trata, como ocurre con otros prohombres de la ciencia y la cultura españolas, de un personaje muy poco conocido en profundidad y que ha sufrido la simplificación de los adjetivos que se aplican con escaso conocimiento de causa. Sin embargo, sus estudios de campo y los posteriores ensayos que llevó a cabo a partir de ellos, que tenían como base los romances, la lírica primitiva y los distintos estadios de la lengua española a partir del latín, suponen una inflexión en las cuestiones relacionadas con la poesía popular. 

Pero, además, Menéndez Pidal introduce en la investigación filológica y literaria dos ideas que, relacionadas entre sí, pueden aplicarse, con toda justicia, al flamenco. Se trata de las ideas de tradición y latencia. La tradición es la línea que se establece desde los orígenes de cualquier fenómeno hasta el momento en que se detecta como forma de estudio. Esa tradición aflora por medio de los testigos que dan fe de la misma y que aparecen discontinuos, mezclados, repartidos en formas, ámbitos y lugares diversos. Rastrear la tradición a partir de esos testigos es el primer trabajo del investigador. El segundo concepto, el de latencia, se refiere a la tradicionalidad escondida. Es decir, aunque sólo podamos constatar la presencia de la tradición cuando aparecen esos testigos, existen los estados latentes mediante los cuales la tradición permanece como hilo conductor de todos los testigos, explicando el sentido completo del legado. 

Aplicados estos conceptos al origen y desarrollo del flamenco, podríamos entender la falta de algunos eslabones que explicarían el paso del flamenco de unos entornos a otros, la evolución de sus formas, la consolidación de determinadas músicas y soportes literarios. Son los estados latentes los que faltan por engranarse en esa suma de testigos que el flamenco va ofreciendo. 

La posible influencia de Menéndez Pidal en la génesis del concurso no ha sido estudiada ni, por tanto, acreditada, pero todo el ambiente de la época giraba en torno a ideas parecidas y era patente una disposición general a ahondar en el conocimiento de lo que se consideraba cultura popular. 




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