"Precioso día para la boda" de Julia Strachey
¿Quién no se ha casado alguna vez con el hombre equivocado?
Como absoluta experta puedo apreciar en lo que vale la experiencia de la joven Dolly en el día de su boda. Aprecio el revuelo que forman su madre y su hermana; la tristeza de su verdadero enamorado; la suntuosidad de los preparativos; los pequeños detalles en blanco, azul y dorado; la excentricidad de los sirvientes; la tranquilidad de la vieja casona que va a acoger el enlace; el papel desairado del novio y, por fin, la mirada satíríca de Julia Strachey sobre todo ello. Era una cronista experta de cierta clase social, diletante y hermosa modelo de alta costura y, por eso mismo, estaba en condiciones óptimas para contarnos todo este enredo. Un enredo que bien podría haberse convertido en una película de cine clásico, con Katherine Hepburn y sus pantalones anchos que hoy están tan de moda.
Todo se va a desencadenar a partir del hallazgo casual de un bolso antiguo, que estaba perdido por ahí y que la joven Dolly abre en busca de tesoros perdidos. Lo que sucede con los bolsos. Los llenas de tonterías, incluso de cosas importantes, pero se quedan atrás en cualquier altillo, en cualquier trastero, hasta que aparecen y, quién sabe, te cambian la perspectiva. Todo tiene el tono elegante de la alta comedia, con personajes que entran y salen, que exclaman y preguntan, que gritan y que no saben de qué forma salir adelante de un embrollo que quizá no lo es.
Ficha técnica:
Julia Strachey
Traducción de Laura Salas Rodríguez
Edición: 2011
Biografia breve de la autora:
Julia Strachey (1901-1979) es una de las escritoras inglesas menos prolíficas de la historia: tan sólo publicó dos novelas. Nació en Allahabad, India, donde su padre, Oliver, hermano del prestigioso escritor Lytton Strachey, trabajó algún tiempo. Pero Julia pasó la mayor parte de su vida en Inglaterra, donde ejerció, gracias a su elegancia y singular belleza, como modelo del famoso diseñador de moda Paul Poiret, para más tarde ocuparse como fotógrafa, lectora editorial y editora, formando parte del famoso Grupo de Bloomsbury, al igual que su tío Lytton. Entre 1927 y 1934 aparecieron relatos y reportajes suyos en diferentes medios, y en 1932 publicó, con gran éxito de crítica, Precioso día para la boda. Posteriormente siguió colaborando en numerosas revistas, entre ellas The New Yorker.



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