Leyendo (una y otra vez) a D. H. Lawrence

 



/Imágenes de Emma Corrin en el papel de Constance Chatterley/

Ningún escritor me ha impresionado tanto como D. H. Lawrence. No recuerdo cuándo empecé a leerlo, quizá trece o catorce años, pero encontré una prosa desconocida, una forma de escribir que nadie usaba. Creo que la primera novela que leí fue "El amante de Lady Chatterley", y luego "Mujeres enamoradas". Después leí "El arcoíris", "Hijos y amantes", "La serpiente emplumada", y algunos de sus cuentos, entre ellos, "El oficial prusiano". Hace poco llegó a mis manos "Las hijas del vicario", una rareza de la editorial Belvedere. Los demás son todos de Alianza Editorial y están deshojados, gastados, estropeados, algunos con anotaciones, con textos míos en las primeras páginas, en fin, leídos y vueltos a leer. Pensados. 

Nadie a mi alrededor leía a Lawrence. Su lectura se ha producido siempre en una inmensa soledad. Tampoco he encontrado a nadie que haya leído su obra en profundidad. Mucha gente lo relaciona con películas pseudo eróticas o malas películas en general. Mucha gente no lo entiende en absoluto. Leerlo es un ejercicio de introspección: te tienes solo a ti misma en ese proceso. Y era una adolescente que se encontraba de repente con un mundo de difícil comprensión. La relación entre aquellos hombres y aquellas mujeres, las madres y sus hijos, los amigos, el mundo de entreguerras, las secuelas de los conflictos bélicos, las conversaciones, las clases sociales que se separaban unas de otras. De modo que encontré a Gudrun y a Ursula Brangwen, las mujeres enamoradas, y me pareció que tienen muchas cosas que decir, que ocultaban cosas. Leí ese libro no sé cuántas veces, y su comienzo me parece siempre innovador, distinto, al grano, nada de subterfugios. Y la escena de "El amante de lady Chatterley" en la que Connie ve al señor Mellors lavarse en un barreño en el bosque era toda una revelación. Un mundo. 










Comentarios

Entradas populares