Ir al contenido principal

"El amante de Lady Chatterley" de Laure de Clermont-Tonerre, 2022



(La protagonista en Venecia, de viaje con su hermana y su padre)

Constance Chatterley (de soltera Reid) es una joven de ideas liberales que se ha casado con un baronet, Clifford Chatterley, inválido a consecuencia de las heridas sufridas en la Gran Guerra. Ambos van a vivir a la mansión familiar del marido y allí comienzan su vida de casados. La casa es bastante oscura, casi tétrica, está llena de cachivaches antiguos y contrasta con la naturaleza de alrededor: hermosos bosques de prados, césped maravilloso y bien cortado, setos, flores silvestres, un lago y algunas casas de los trabajadores de la finca. Entre esos trabajadores que llegan nuevos a la casa está Oliver Mellors, antes teniente y ahora simple guardabosques. Sin embargo, no es un trabajador manual sin más, porque de niño era muy listo, como atestiguan las antiguas maestras y lee libros, entre ellos y con devoción al propio James Joyce. La vida sexual en el matrimonio simplemente no existe y para Connie esto es una situación terrible. En su marido no hay deseo ni pasión, pero tampoco ternura ni sensibilidad. Se diría que con sus piernas murió también su corazón. Ella se siente sola y atrapada en un futuro perverso y su único solaz es, precisamente, esa naturaleza tan hermosa que rodea la mansión y que se ofrece como un recurso para poder distraer su soledad y, sobre todo, su desesperanza. La desesperanza es el sentimiento más común en esos años posteriores a la guerra, porque todo el mundo ha perdido algo importante y hay que reconstruirse como sea. Ese sentimiento de reconstrucción es algo que el autor del libro pondera especialmente y que aquí se recoge con fidelidad. 


(Este es el momento en que el matrimonio Chatterley llega a su casa solariega)


(Una escena tensa cuando el cochecito que usa Lord Chatterley tiene que ser ayudado por Mellors y Connie porque se atasca en el suelo de hierba)

Constance y Oliver Mellors se conocen y conectan de modo natural. Se enamoran y culminan su amor. Ambos están casados, viven situaciones complicadas en sus matrimonios y ansían ser libres para estar juntos. Libertad, esa gran palabra. A Clifford Chatterley no le importaría que su esposa tuviera una aventura con un hombre adecuado y quedara embarazada, de modo que hubiera continuidad en su dinastía familiar. Pero, desde luego, Mellors no es ese hombre. Y tarde o temprano todo el contorno, las familias de los mineros, de los trabajadores y los amigos importantes de los Chatterley, todos tendrán noticia del affaire y lo criticarán. El adulterio no es el problema, sino la desigualdad entre los dos. 

Sin dar detalles: la cosa termina bien, afortunadamente. 


(La pareja protagonista, Emma Corrin y Jack O'Connell, ambos muy buenos actores y con mucha química entre ellos)


(Me gusta especialmente como hace su papel O'Donnell y no es un papel nada fácil, porque puede caer en lo ridículo incluso. Pero lo sortea con gran habilidad y naturalidad)


(Emma Corrin es una actriz muy joven y versátil, con una gran fotogenia y nada exagerada en sus expresiones. Aquí muestra un aire inocente y sorprendido porque está con Mellors en uno de sus primeros encuentros)

La película traslada fielmente el espíritu de Lawrence, su rebeldía ante un mundo que estaba perdiendo lo mejor de sí mismo ante el incipiente maquinismo, la búsqueda del negocio (Clifford se va a dedicar a explotar viejas minas), y su reivindicación de la vida con la naturaleza, de la vida serena, sencilla y sensible, que es a la que aspira Mellors y la que desea llevar Connie tras conocerlo. Para Lawrence la sexualidad es el territorio en el que se expresan mejor los sentimientos puros e íntimos del hombre, por eso en la película no pueden faltar determinadas escenas de desnudos y de encuentros entre los dos amantes. Contra lo que se puede pensar, ninguna de esas escenas excede lo que es el erotismo propio de la pasión amorosa entre dos personas libres y adultas. Una cosa que se agradece es que la película no entre en recreaciones preciosistas que la convertirían en absurda y le quitarían el alma. La contención es otra de sus virtudes y el simbolismo de los gestos y de las frases es un elemento fundamental de la adaptación. 

Por otro lado, hay que hablar de los intérpretes. Todos ellos están muy bien elegidos. La hermana de Connie, Hilda, tiene esa prepotencia de las personas superiores intelectualmente. Ella no soporta a Clifford pero considera que Mellors no está a la altura de su hermana. Clasismo puro y duro. Ella es moderna  hasta cierto punto. Ni siquiera cuando ve que hay libros en su cabaña se convence. La señora Bolton, la cuidadora del baronet que aquí tiene un papel casi de protección sobre Connie y en el libro establece una escabrosa relación con el lord, es la única que entiende la necesidad de hombre que siente la protagonista, puesto que ella ha tenido esa sensación de comunión entre ella y el hombre de su vida, su marido muerto en este caso, al que aluden ambas en una conversación. Clifford tiene esa mezcla de desvalimiento y crueldad que define al personaje. Mellors es un hombre tierno, que no se anda con tonterías, pero que tiene una fineza natural y una visión del amor y la sexualidad que representa la del propio Lawrence. No es servil, aunque sea un guardabosques. No se avergüenza de sí mismo, ni de sus deseos y pasiones. Tampoco de su cuerpo, algo que a Connie la deja maravillada.  Y ella, Emma Corrin, la protagonista, es una gran actriz que hace un papel extraordinario. Únicamente contradice al libro original en su peso: Lawrence habla de que no era una "sardina" sino una muchacha escocesa, muy lustrosa y con hermosas redondeces. 


Esta es una buena versión del libro y una gran película. Además de lo anterior podríamos hablar de lo ajustado del vestuario, con esos vestidos ligeros y esos colores tan apropiados. O de la música, o de la ambientación. O del guion, que deja atrás lo superfluo y se centra en lo esencial. Lo importante es que no creo que a ningún lector de Lawrence le disguste. Y quizá mucha gente, después de verla, salga corriendo a buscar el libro. 

El amante de Lady Chatterley, 2022
Título original. Lady Chatterley's Lover
103 min. Reino Unido 
Dirección: Laure de Clermont-Tonnerre
Guion: David Magee.  Novela: D.H. Lawrence
Fotografía: Benoît Delhomme
Reparto:
Emma Corrin, Jack O'Connell, Joely Richardson, Faye Marsay, Ella Hunt, Matthew Duckett, Marianne McIvor, Sandra Huggett, Nicholas Bishop, Eugene O'Hare, Ellie Piercy
Coproducción Reino Unido-Estados Unidos; 3000 Pictures, Blueprint Pictures, Netflix.  Distribuidora: Netflix

(Datos técnicos extraídos de Filmaffinity) (Fotogramas de la película)

Comentarios

Entradas populares de este blog

“El dilema de Neo“ de David Cerdá

  Mi padre nos enseñó la importancia de cumplir los compromisos adquiridos y mi madre a echar siempre una mirada irónica, humorística, a las circunstancias de la vida. Eran muy distintos. Sin embargo, supieron crear intuitivamente un universo cohesionado a la hora de educar a sus muchísimos hijos. Si alguno de nosotros no maneja bien esas enseñanzas no es culpa de ellos sino de la imperfección natural de los seres humanos. En ese universo había palabras fetiche. Una era la libertad, otra la bondad, otra la responsabilidad, otra la compasión, otra el honor. Lo he recordado leyendo El dilema de Neo.  A mí me gusta el arranque de este libro. Digamos, su leit motiv. Su preocupación porque seamos personas libres con todo lo que esa libertad conlleva. Buen juicio, una dosis de esperanza nada desdeñable, capacidad para construir nuestras vidas y una sana comunicación con el prójimo. Creo que la palabra “prójimo“ está antigua, devaluada, no se lleva. Pero es lo exacto, me parece. Y es importan

Ripley

  La excepcional Patricia Highsmith firmó dos novelas míticas para la historia del cine, El talento de Mr. Ripley y El juego de Ripley. No podía imaginar, o sí porque era persona intuitiva, que darían tanto juego en la pantalla. Porque creó un personaje de diez y una trama que sustenta cualquier estructura. De modo que, prestos a ello, los directores de cine le han sacado provecho. Hasta cuatro versiones hay para el cine y una serie, que es de la que hablo aquí, para poner delante de nuestros ojos a un personaje poliédrico, ambiguo, extraño y, a la vez, extraordinariamente atractivo. Tom Ripley .  Andrew Scott es el último Ripley y no tiene nada que envidiarle a los anteriores, muy al contrario, está por encima de todos ellos. Ninguno  ha sabido darle ese tono entre desvalido y canalla que tiene aquí, en la serie de Netflix . Ya sé que decir serie de Netflix tiene anatema para muchos, pero hay que sacudirse los esquemas y dejarse de tonterías. Esta serie hay que verla porque, de lo c

Un aire del pasado

  (Foto: Manuel Amaya. San Fernando. Cádiz) Éramos un ejército sin pretensiones de batalla. Ese verano, el último de un tiempo que nos había hechizado, tuvimos que explorar todas las tempestades, cruzar todas las puertas, airear las ventanas. Mirábamos al futuro y cada uno guardaba dentro de sí el nombre de su esperanza. Teníamos la ambición de vivir, que no era poco. Y algunos, pensábamos cruzar la frontera del mar, dejar atrás los esteros y las noches en la Plaza del Rey, pasear por otros entornos y levantarnos sin dar explicaciones. Fuimos un grupo durante aquellos meses y convertimos en fotografía nuestros paisajes. Los vestidos, el pelo largo y liso, la blusa, con adornos amarillos, el azul, todo azul, de aquel nuestro horizonte. Teníamos la esperanza y no pensamos nunca que fuera a perderse en cualquier recodo de aquel porvenir. Esa es la sonrisa del adiós y la mirada de quien sabe que ya nunca nada se escribirá con las mismas palabras.  Aquel verano fue el último antes de separa

“Anna Karénina“ de Lev N. Tolstói

Leí esta novela hace muchos años y no he vuelto a releerla completa. Solo fragmentos de vez en cuando, pasajes que me despiertan interés. Sin embargo, no he olvidado sus personajes, su trama, sus momentos cumbre, su trasfondo, su contexto, su sentido. Su espíritu. Es una obra que deja poso. Es una novela que no pasa nunca desapercibida y tiene como protagonista a una mujer poderosa y, a la vez, tan débil y desgraciada que te despierta sentimientos encontrados. Como le sucede a las otras dos grandes novelas del novecientos, Ana Ozores de La Regenta y Emma Bovary de Madame Bovary, no se trata de personas a las que haya que imitar ni admirar, porque más que otra cosa tienen grandes defectos, porque sus conductas no son nada ejemplares y porque parecen haber sido trazadas por sus mejores enemigos. Eso puede llamarse realismo. Con cierta dosis de exageración a pesar de que no se incida en este punto cuando se habla de ellos. Los hombres que las escribieron, Tolstói, Clarín y Flaubert, no da

Rocío

  Tiene la belleza veneciana de las mujeres de Eugene de Blaas y el aire cosmopolita de una chica de barrio. Cuando recorríamos las aulas de la universidad había siempre una chispa a punto de saltar que nos obligaba a reír y, a veces, también a llorar. Penas y alegrías suelen darse la mano en la juventud y las dos conocíamos su eco, su sabor, su sonido. Visitábamos las galerías de arte cuando había inauguración y canapés y conocíamos a los pintores por su estilo, como expertas en libros del laboratorio y como visitantes asiduas de una Roma desconocida. En esos años, todos los días parecían primavera y ella jugaba con el viento como una odalisca, como si no hubiera nada más que los juegos del amor que a las dos nos estaban cercando. La historia tenía significados que nadie más que nosotras conocía y también la poesía y la música. El flamenco era su santo y seña y fue el punto culminante de nuestro encuentro. Ella lo traía de familia y yo de vocación. Y ese aire no nos abandona desde ent

La construcción del relato en la ruptura amorosa

Aunque  pasar por un proceso de ruptura amorosa es algo que ocurre a la inmensa mayoría de las personas a lo largo de su vida no hay un manual de actuación y lo que suele hacerse es más por intuición, por necesidad o por simple desesperación. De la forma en que se encare una ruptura dependerá en gran medida la manera en que la persona afectada continúe afrontando el reto de la existencia. Y en muchas ocasiones un mal afrontamiento determinará secuelas que pueden perdurar más allá de lo necesario y de lo deseable.  Esto es particularmente cierto en el caso de los jóvenes pero no son ellos los únicos que ante una situación parecida se encuentran perdidos, con ese aire de expectación desconcentrada, como si en un combate de boxeo a uno de los púgiles le hubieran dado un golpe certero que a punto ha estado de mandarlo al K.O. Incluso cuando las relaciones vienen presididas por la confrontación, cuando se adivina desde tiempo atrás que algo no encaja, la sorpresa del que se ve aban

La hora de las palabras

 Hay un tiempo de silencio y un tiempo de sonidos; un tiempo de luz y otro de oscuridad; hay un tiempo de risas y otro tiempo de amargura; hay un tiempo de miradas y otro de palabras. La hora de las miradas siempre lleva consigo un algo nostálgico, y esa nostalgia es de la peor especie, la peor clase de nostalgia que puedes imaginar, la de los imposibles. Puedes recordar con deseo de volver un lugar en el que fuiste feliz, puedes volver incluso. Pero la nostalgia de aquellos momentos siempre será un cauce insatisfecho, pues nada de lo que ha sido va a volver a repetirse. Así que la claridad de las palabras es la única que tiene efectos duraderos. Quizá no eres capaz de volver a sentirte como entonces pero sí de escribirlo y convertirlo en un frontispicio lleno de palabras que hieren. Al fin, de aquel verano sin palabras, de aquel tiempo sin libros, sin cuadernos, sin frases en el ordenador, sin apuntes, sin notas, sin bolígrafos o cuadernos, sin discursos, sin elegías, sin églogas, sin