Había roneo
Había roneo. Había claramente roneo. Y ella no se dio cuenta hasta que era demasiado tarde. Una vez abrió los mensajes que estaban guardados en el iPad y se puso a leerlos. No los había borrado, estaban todos, intactos. Y vio entonces que ellos dos tuvieron una historia. Y que la historia podía haberla pintado Vettriano. Una mujer rubia y un hombre muy parecido a Viggo Mortensen con el pelo largo, quizá en plan Aragorn. Pero limpio, eh! Entonces recordó un montón de ocasiones en las que sobrevoló la atracción, el fuego, la química, puedes llamarlo como quieras. Un concierto de jazz. Un paseo al mediodía por el centro. Una caminata junto al río. Una charla larguísima de vuelta del trabajo. Un día en el que comieron en un restaurante gallego. Otro día en el que visitaron una exposición de arte contemporáneo. Un recital de flamenco. Una visita a un monumento recién restaurado. Tantas cosas? Sí, de todo esto se habla en los mensajes y ella dice: hubo roneo! Lo hubo y no se dio cuenta. No comprendió qué significaba todo eso, estaba anestesiada, pensaba que no era posible, pero lo era y quedó atrás. De pronto, o no tan de pronto. Iba a decir incomprensiblemente. Pero no es cierto. Se podía comprender. Aquello fue un resplandor que estaba destinado a apagarse. Da igual. Debió verlo, debió entender y debió sumergirse en el fuego.
/Pintura de Jack Vettriano/
Comentarios