Gente que duda
A veces veo personas muy seguras de sí mismas, que saben lo que han de hacer en todas las ocasiones, no titubean. Si llega al caso discutir, lo hacen con perseverancia y entusiasmo, porque están, según ellos, en lo cierto. Defienden sus ideas o las ideas de otros que han asumido como suyas y no son capaces de confrontar nada de lo que creen con las creencias de otros. Suele ser gente que lleva mal soportar con cortesía al contrario, que enseguida se enfada porque no le siguen la corriente pero, incluso, la hay que es capaz de discutir con paciencia para llegar al mismo final: no se bajan del burro. Conozco a mucha gente así.
En esa tesitura, me pregunto siempre cómo lo consiguen. Porque no tiene nada que ver con su conocimiento de tal o cual tema en discusión, ya que saber más te aboca con más fuerza a la duda. Tampoco es cosa de soberbia o de prepotencia, pues mucha de esta gente vive en un mundo intelectual muy sencillo, muy simple incluso. Es, creo yo, una cuestión de carácter. Una forma en la que uno se presenta al mundo pertrechado de una herramienta que le va a ser útil en todos los casos. La duda está, para los que dudamos de casi todo, en si esa seguridad es cierta o impostada y todavía me parece más difícil que sea lo primero.
Dudar es incómodo. Y puede tener sentido en cuestiones de fondo, en aspectos cruciales que afecten sobre todo al pensamiento. Dudar de los actos es una verdadera condena, porque te mantiene prisionero de una continua rectificación. Eso se ve mucho en los redes sociales. Gente que escribe un post y lo borra de inmediato, gente que dice algo y se arrepiente de exponerse. Puede ser que la duda conlleve cobardía pero, al fin y al cabo, todo es humano, también eso. No somos héroes, al menos no todos. Las decisiones que uno ha de tomar se convierten en una pesadez cuando te dedicas, por error y cansancio, a preguntar su opinión a los otros. Pues nadie se pondrá realmente en tu lugar, pues poca gente se interesará en dedicarle reflexión a las dudas de otro. De modo que, te equivoques o no, es lo que tienes, tú mismo, tus dudas, tus pequeñas certezas
Lo verdaderamente extraordinario es encontrar a alguien a quien le importes tanto que su juicio sea, de verdad, beneficioso para tus dudas. Como esto es una rara avis, mejor apañarse con lo que uno cree, a pesar de los errores. Somos un continuo manantial de errores, una fogosa e ininterrumpida colección de gazapos. Cuando nos quieren de verdad, nos aceptan no solo a pesar de esos errores sino por ellos mismos. Lo decía Mark Darcy y creo en ese aserto. Se nota mucho cuando has sido importante para alguien y ese alguien ha desaparecido. Se nota mucho porque es como si no hubiera paracaídas. Nada te cubre, salvo la continua duda sobre lo que eres y lo que haces.
/Fotograma de "La edad de la inocencia", película de 1993, dirigida por Martin Scorsese, basada en el novela del mismo título de Edith Wharton y protagonizada por Daniel Day Lewis, Michele Pfeiffer y Winona Ryder/
Comentarios